Comercios
¿Era necesario resolverlo así en este momento?
Se declaró el cierre de los comercios por el Día del Empleado de Comercio para mañana lunes, una medida que no encaja con la situación que viven los comerciantes de la ciudad. Se aclaró que aquellos que trabajan por su cuenta y no tienen empleados están exentos de esta medida.Históricamente hemos sido defensores de que se cumplan los feriados o cierres de los negocios, cuando se celebran sus respectivos días; es más, he sido empleado la mayor parte de mi existencia; pero lo analizo en el contexto de una situación de pandemia, que se contradice totalmente, con el cierre que se decretó.
Cuando uno recuerda y todavía con gran vigencia, el tiempo en que los comercios han estado cerrados y como pudieron le respondieron a sus empleados, cuando se observa que una gran cantidad de ellos debieron bajar las persianas, porque no resistieron el tiempo que condicionó el virus, entiende que el decreto aparece como un cachetazo a la realidad.
Si bien el empleado siempre tuvo derecho a tener su día libre, creemos que este año, en esta oportunidad, cuando tuvieron tantos días libres e igual cobraron su sueldo, deben ser muy pocos los que se hubieran puesto de mal humor, porque debieran trabajar en su día.
La gran mayoría agradece que le mantengan el trabajo, que el comercio donde prestan servicio, haya podido mantener el negocio en pie, que hayan podido soportar seis meses de pandemia –la que todavía no terminó-, que hayan recibido el sueldo –algunos con ayuda estatal y otros que por distintos motivos no la tuvieron-, como para ponerse mal porque debieran trabajar mañana. La verdad creemos que no. Y si bien el empleado que quiera pueda tomarse el día, ¿por qué al propietario que se mantiene en pie con muletas, obligarlo a cerrar?
La verdad y con todo respeto, me pregunto ¿qué buscan los que impulsan esto y qué rédito quieren sacar, quiénes lo ponen en práctica? ¿Quedar bien con quién? Con sus propios intereses, no hay otra. ¿Qué puede festejar el empleado, después de la angustia que viene padeciendo desde hace más de seis meses, más que festejar que el negocio en el que presta servicio, siga en pie? ¿Por qué hay que mortificarlo al propietario -con empleados-, obligándolo a cerrar, cuando mínimamente recuperaría por lo menos un día –una gota de agua en el Atlántico-, después de tanto tiempo cerrado?
De más está decir que este es un país –hermoso, porque lo queremos-, que camina con la cabeza en el piso y los pies para arriba. Justo en este momento de crisis tan profunda, provocada en una buena parte por el coronavirus, le pedimos a los comercios que cierren este lunes. No se entiende. ¿Estaremos tan equivocados con lo que pensamos y escribimos?
En una recorrida rápida que hicimos en el día de ayer, y solamente por el centro de la ciudad, nos encontramos con una cantidad de negocios cerrados, que resulta doloroso e increíble. En la primera cuadra de la calle Pellegrini, en el corazón de la ciudad, hay nueve locales cerrados; en la calle Alvear, en una cuadra y media, hay más de diez locales cerrados. ¿Qué esperamos?, ¿que se sumen los que todavía están en pie y a duras penas?
Tal vez cuando nos detengamos a pensar y veamos la realidad, nos demos cuenta que no estamos haciendo las cosas bien.