Entre las bicicletas y las tablas

Expresivo, con muchas ganas de contar como fue su historia con las bicicletas y con el teatro local, Norberto Améndola entabló la charla con el programa El Trapecio, Radio Chivilcoy AM y Sónica 101.1 FM: “Lo de la bicicletería viene de mi papá, hijo de inmigrantes, mi abuelo fue verdulero –frutillero de la zona; mi papá aprendió el oficio en la bicicletería Marrone, después pasó a Monrroe y luego se independizó y trabajó muchos años en el rubro con su propio negocio. Yo estuve 14 años trabajando con mi padre. Tuvimos bicicletería 70 años, después que falleció mi papá, me quedé solo un par de años, hasta que decidí cerrarla; no era mi vocación, me gusta más el campo, la naturaleza; sentí que ese legado había cumplido un ciclo y la cerré. Mi papá era un verdadero mecánico, le encantaba arreglar, restaurar, lo hacía con mucha pasión. En esos tiempos la bicicleta era un medio muy utilizado para ir a trabajar, con el tiempo fue cambiando y hoy tiene más un fin deportivo y recreativo; hoy hay materiales mucho más sofisticados y con valores muy altos. Como ciclista hice un solo intento, me caí en una carrera que se hizo en el barrio de la plaza Colón, corriendo en pareja con una ciclista femenina de apellido Fernández, la caída fue en la esquina de San Lorenzo y Bouchardo, me asusté, me pelé mucho y no corrí más”.

Teatro

Metido en lo que abrazó en un momento de su vida, Norberto Améndola habló de su llegada al teatro: “Junto a Ricardo Sacco fuimos los fundadores del teatro La Cueva; en su momento hicimos una convocatoria y se armó el grupo fundador; iniciamos con ´Toto´ (Módica) y ´Tito´ (Ventieri), quienes estaban en el Ateneo Cultural del Banco Local, en Pringles 15; ellos nos dijeron que podíamos tener un espacio, el que necesitábamos, porque éramos todos desprendidos de diferentes teatros; le dimos forma y comenzamos a invitar a los artistas que estaban sin teatro, que por una u otra razón querían hacer algo distinto. Así formamos el Ateneo Cultural del Banco Local y adentro el teatro La Cueva. La idea fue hacer un teatro distinto, en mi caso no me sentía cómodo donde estaba, queríamos algo más participativo, porque si bien no se puede vivir del teatro, que al finalizar una presentación el actor pueda llevarse un peso para compensar los gastos que le produce concurrir a los ensayos. Volvió al teatro Lidia (Guaraglia), vino Pablo (Direnzo), se sumaron Mario Calvin con los talleres, Walter Giaccone, María Luz Massarello,  Stella (Britos), ´Negri´ (Gregalio) (f), Gustavo Berro, Mario (Fortunato), que vivía en Buenos Aires y vino a dirigir una obra; vinculamos al Instituto de Danzas Coré y comenzamos a mechar obras con otros espectáculos; fue llegando más gente nueva. Cada cuatro años se renueva la comisión, Graciana Savi fue la última presidenta, ahora volvió  Mario (Clavin) al cargo”.