Opinión

Siempre los mismos

Por: Sergio Denegri
martes, 17 de mayo de 2022 · 00:00

Ya no sorprende que una y otra vez aparezcan las mismas propuestas, repetidas en contra de toda evidencia, contra las certezas (ya no indicios) que arrojan los números resultantes de su aplicación en la historia, de la comparativa posible con otras experiencias.

Uno de los caballitos de batalla de una parte del arco político es la propuesta de dolarización de nuestra economía, cuando las experiencias en el mundo muestran que aquellos países que han tomado un rumbo semejante quedan maniatados para tomar decisiones y expuestos a una enorme vulnerabilidad.

En primera instancia es necesario aclarar que, adoptar una moneda de otra economía es un retroceso, un ataque a la integridad de un estado, a la propia soberanía, que debe aclararse permanentemente, no es un concepto abstracto.

La soberanía implica el margen de acción y decisión de un estado, la posibilidad que se da a sí mismo de poseer y controlar distintas herramientas para la resolución y la adopción de mejores medidas. Para la decisión acerca de qué clase de país queremos ser.

La anulación de la propia moneda, con todos los problemas que pudiera tener, implica perder la posibilidad de adoptar una política económica útil, una política monetaria, una política de distribución.

Si bien, formalmente, Argentina no estuvo dolarizada, vivió el régimen del uno a uno, que mantiene similitudes con aquella y que mostró la rigidez predominante de un sistema en el que no es posible desacoplar el valor de nuestro billete y por consiguiente el modo en que éste se vincula al mercado externo.

En un escenario semejante, sin margen respecto al cambio y con una polítca monetaria obligatoriamente restrictiva por la imposilidad de un manejo holgado de la masa monetaria, el valor de los alimentos sería demasiado alto, los salarios demasiado bajos y aún así resta saber qué generación de capital tendría una economía semejante, ya que los flujos de capital tendrían aún mayores incentivos para vender en el país y repatriar ganancias rápidamente.

Este tipo de propuestas provienen siempre de los mismos actores, que promueven esta iniciativa aún contra las evidencias, simplemente porque ello les representaría una ventaja en términos corporativos, sin que exista preocupación alguna por el resto de la comunidad.

Por lo demás, si somos bien pensados respecto a los grandes medios y a las entidades públicas y, principalmente privadas que reproducen estos planteamientos sin cuestionamiento alguno, cuesta descifrar con nitidez por qué este tipo de expresiones se amplifican del modo en que lo hacen y no son descartadas rápidamente, como claramente debería ocurrir.

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