Opinión
Concejales en acción
Por Luis E. RosittoEn los últimos tiempos vengo escuchando diatribas -puteadas en chivilcoyano antiguo- sobre la inacción manifiesta de los concejales. Eso me llevó a que me resultara casi imposible delinear en mi mente, el mapa para ubicar ¿Cual es la función del Concejo Deliberante?
Convengamos que a nadie escapa que los momentos de la política plantean estrategias que, a veces, se dan de palos con lo que debería ser.
Por lo que me decidí a googlear y el amigo Google me dijo que: “El Concejo Deliberante está integrado por un cuerpo de concejales, cuya función es la elaboración de las ordenanzas que rigen las actividades que se realizan en un municipio y que no son alcanzadas por la legislación provincial o nacional”. Entiendo entonces, que a los ediles les cabe la responsabilidad del ordenamiento y desarrollo de una comunidad, mediante las normas que dictan (¿dictan?), en casi todos sus aspectos. En otras palabras, construir el modelo de ciudad en la cual vivimos.
Otras de sus funciones, según el “sabelotodo” Google es: “El Concejo Deliberante es el órgano de contralor y fiscalizador del Ejecutivo Municipal, además de controlar las acciones encaradas por el Municipio, solicitando informes y explicaciones a sus funcionarios y funcionarias”.
La conformación del cuerpo, tras la irrupción de la doctora Patricia Mangino ha cambiado un poco el escenario. Aparentemente, ya no habría una mayoría absoluta, en la que descansaba la gestión oficialista. Y, aunque eso todavía está por verse, nada parece haber cambiado en el ámbito del Concejo.
He escuchado a concejales quejarse de que el ejecutivo no responde los pedidos de informes. Mucho menos hablar de “explicaciones a sus funcionarios y funcionarias”, cuando eso sería algo lógico ante un eventual disenso o una necesidad de aclaraciones particulares o generales sobre una decisión. Algo, que a veces, va mucho más allá de las atribuciones de quien tome esa decisión.
Además contribuiría a aclarar temas que quedan archivados y sin respuesta y potenciaría el ejercicio y la discusión democrática del cuerpo, con un sentido que traspasaría las fortuitas uniones y desuniones, acuerdos y componendas.
Siempre escuché que los concejales son dueños de sus bancas, y más allá de la obediencia debida y sin sacar los pies del plato, hay muchas cosas que se pueden hacer por los vecinos. Si no es así, todo el mandato quedaría reducido a lo correctamente político. Funcional a los objetivos de un partido, disfuncional a los de otro. Así, el vecino es un convidado de piedra.
Pero, el daño más grande, es el que surge cuando dejan instalar en la gente, hastiada y preocupada por cómo sobrevivir, que “no hacen nada”. Y, como en cualquier manada, en eso quedan inmersos justos y pecadores. Que los hay.
La democracia no se gana ni se proclama, se ejerce
Cambiando un poco el eje, me hicieron ruido, las palabras del señor Intendente Guillermo Britos: “A las acusaciones de que somos antidemocráticos, ya le contestaron los vecinos dos veces”, haciendo referencia a sus dos elecciones ganadas por el voto popular.
A lo sumo, hay una mayoría en nuestra ciudad que piensa que el actual intendente es la mejor propuesta para dirigir los destinos de Chivilcoy. Algo que, hoy por hoy, a la luz de los acontecimientos y al transcurrir de los hechos, pienso sinceramente que puede volver a repetirse.
Ganar dos elecciones, democráticamente, por supuesto, no lo hace a usted más o menos democrático.
A lo largo de la historia sobran ejemplos en el mundo, de ganadores de elecciones democráticas que no fueron ni son, precisamente, democráticos.