Opinión

El bucle infinito

Las similitudes respecto de lo que pasó con Paquetá son obvias, a pesar de que, como siempre, según de qué extremo de la grieta se lo mire o analice, surgirá una u otra explicación.
domingo, 9 de enero de 2022 · 01:49

Hace unos días, para escribir una nota referida al tránsito de Chivilcoy, hice una búsqueda de artículos de épocas anteriores. Allí me encontré con que hace 6 años atrás existían las mismas discusiones que persisten aún en la actualidad.

Antes de que existiera Internet, estas pesquisas se hacían en bibliotecas, hemerotecas o en el propio archivo del diario. Hoy, tan solo con abrir el navegador o seguir a ciertas cuentas, está al alcance de nuestra mano aquello que era noticia hace 30 años o más. Recientemente veía en Twitter que alguien había compartido una imagen de la tapa del diario Clarín del año 1983. Los titulares de esa portada del 1° de octubre eran los siguientes: “Suspenden la venta de dólares para importaciones y viajes”; “Una multitud asistió al acto radical”; “Propuestas para evitar la huelga”; “Transportes: el paro fue parcial”. Podría sumar muchas reminiscencias más, como presidentes con causas judiciales, la inflación, la inseguridad, los que se van del país, la grieta ideológica… en fin, vivir en Argentina es como estar en un eterno bucle del tiempo donde se tropieza una y mil veces con la misma piedra y siempre viene a mi cabeza la frase de Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Pero en este país, parece que somos campeones en querer aplicar una y mil veces viejas fórmulas para viejos problemas que antes tampoco funcionaron.

Ayer, mientras leía todo lo que está pasando con la fábrica Concentric, tuve la sensación de estar otra vez frente a este bucle infinito. Las similitudes respecto de lo que pasó con Paquetá son obvias, a pesar de que, como siempre, según de qué extremo de la grieta se lo mire o analice, surgirá una u otra explicación, porque, aunque les moleste a los justificadores seriales y fanáticos, no existe una única alternativa de causas y efectos.

Leí a ex empleados decir que hacía rato que la fábrica venía mal, que en sus buenas épocas supo tener hasta 200 trabajadores, pero, por otro lado, leí también declaraciones de empleados actuales que aducían estar en un momento de buena productividad y sin deudas con nadie. Por su parte, la empresa dijo en su comunicado que cerraba las puertas porque “lamentablemente no es viable continuar las operaciones debido a la situación macroeconómica sostenida y desafiante del país”. La realidad es que hoy, otra vez, hay una empresa de capitales extranjeros que decide cerrar sus puertas, que quedan 72 personas desempleadas y que, para colmo de males, la situación de empleabilidad de la ciudad no es óptima como tampoco lo era cuando cerró Paquetá.

Si bien es aún reciente, de momento podría decirse que la clase política de Chivilcoy se ha manejado con cautela y celeridad y ojalá continúe en esa línea. Espero que la desgracia de estas personas no sea utilizada para sacar provecho partidario como considero que se hizo en el pasado y como se ha hecho históricamente en Argentina, donde mientras el arco político ve qué tajada puede sacar, en el medio hay gente de a pie que de un día para el otro pierde sus ingresos, sus sueños y su calidad de vida.

Deseo que estén a la altura, que tengan una actitud madura y que por una vez en la vida hagan lo que tanto pregonan que es utilizar la política como una herramienta que brinde soluciones a la gente porque el “ah, pero Macri/Alberto”, los cuatro años versus los doce años es lo que menos queremos escuchar en estas circunstancias. Los combates sobreideologizados y sectarios son los que menos aportan en este contexto.

Por último, no sé si es posible cortar este bucle por el cual navega el país hace años, pero sí podemos exigir a nuestros representantes que bajen a tierra y que se pongan a disposición para intentar reparar problemas concretos. La pandemia y la situación económica así lo demandan.

Jimena Villar

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