Opinión / Por Jimena Villar
Sobre la docente adoctrinadora de La Matanza
Una docente de 59 años fue filmada por alumnos de una escuela pública de la localidad bonaerense de La Matanza maltratando a un alumno por tener ideas políticas distintas.Ayer, las redes sociales y los canales de televisión se inundaron de imágenes filmadas por alumnos de una escuela de La Matanza, donde, claramente, se ve a una docente destratando a un alumno y cometiendo un acto de adoctrinamiento político. En una entrevista con Ernesto Tenenbaum, la mujer de 59 años, que posee importantes títulos universitarios y certificaciones internacionales dijo “me filmó un alumno macrista que me pinchó para que hablara”. Más allá de que no me compete la afiliación partidaria que pueda tener la profesional, me animo a opinar varias cosas.
En primer lugar, no es ningún pecado simpatizar o militar en cualquier partido, y creo que sería demasiado inocente esperar que los docentes escondan o dejen en la puerta de la escuela sus preferencias políticas. Tampoco me parece mal que, en el marco de un debate o intercambio con los alumnos, les dejen saber a los chicos sobre las mismas. Recuerdo, por ejemplo, cuando vino el Menemóvil a Chivilcoy y en la escuela 6 nos dejaron asomarnos a la ventana para verlo pasar por la avenida Ceballos. O cuando mi maestra de cuarto grado lloró frente a la clase por la muerte de Carlitos Junior. Seguramente, quienes estén leyendo estas líneas recuerden haber tenido a algún maestro o maestra “re peronista”, “re radical” o “re zurdo”. También, muchos chicos, e incluso colegas, suelen usar un mote muy despectivo que es el de “facho”.
Ahora bien, lo que sí me parece sumamente condenable es gritar y maltratar a un alumno por no coincidir ideológicamente. Sé que muchas personas acuerdan con esto, dejando de lado, claro, a los más radicalizados, a los que desvían el tema para traer a colación ejemplos que ya fueron condenados y criticados en su momento y que, lejos de un debate serio, solo ansían la justificación. Porque sabemos cómo funciona: si lo hace aquel que es mi adversario político pido la pena más fuerte, si lo hace quien coincide con mi visión política, lejos de hacer cualquier leve crítica hago una lista con los desaciertos de los demás.
Pero salgamos de la grieta partidaria por un momento. Hace unos años trabajé en un cuarto año de una escuela secundaria en pleno debate por el aborto legal, seguro y gratuito. Yo no llevaba el pañuelo verde a la escuela, pero por algún motivo los alumnos advirtieron que yo estaba a favor de la ley. Varios me increparon con la famosa frase “¿a vos te hubiese gustado que te aborten?”. Lejos de sacarme, enojarme o maltratarlos, les expliqué por qué yo estaba a favor de la ley, pero dejé en claro que respetaba sus propias opiniones. Nadie se enojó con nadie, no se gritó y ninguno fue el dueño de la verdad absoluta. Que yo crea tener razón no me da derecho a levantar la voz a quien me diga que no es así, y menos aún, a un chico de 15 años de una escuela pública.
Se ha dicho hasta el cansancio, pero urge repetirlo. Los chicos no son una tabula rasa a la que la escuela le imprime conocimientos varios recortados por el Ministerio de Educación. Cada uno trae su propia historia, su familia, sus creencias y convicciones. Por supuesto que hay hechos inobjetables, como es el terrorismo de Estado, la guerra de Malvinas y tantos otros acontecimientos lamentables de la historia argentina. Soy consciente también que cantar el himno y honrar a los próceres pueden considerarse acciones adoctrinadoras desde un punto de vista más progresista, aunque ello conforme el sentimiento nacional y, a mi humilde juicio, remite a una unidad, aunque para muchos no sea así.
Por último, me pregunto: ¿Por qué a los docentes no se nos hacen exámenes psicofísicos antes de estar a cargo de un curso? ¿Por qué se labran sumarios administrativos, o en casos más graves, denuncias penales cuando los hechos ya fueron consumados? ¿Es tan descabellado pensar, en algún momento, que se lleven a cabo estos estudios como ocurren en otros repartos del Estado nacional y provincial y de la actividad privada? Sí, ya sé que nos bancamos sueldos bajos, malas condiciones laborales, trabajo ad honorem, maltrato en general y tanto más, pero estar frente a treinta, veinte o diez chicos me parece una tremenda responsabilidad que requiere mucho más que conocimientos académicos y didácticos.
Ahora sí, quiero cerrar citando palabras que no me pertenecen. La primera es una frase que se atribuye a Voltaire y que ya se usó tanto que a veces hasta a mí misma me resulta molesta, pero honestamente no he visto otra que sintetice mejor el concepto: “No comparto tus ideas, pero moriría por defender tu derecho a expresarlas”. La segunda es de Pink Floyd: “hey, teachers, leave the kids alone”.