Cuando los refranes quedaron obsoletos…

¡Aparecieron las vacunas!!! ¡¡¡Qué bueno!!!  Vamos a alcanzar la deseada y buscada inmunidad de rebaño. ¡Qué ironía! Dos meses antes de las elecciones. Me pregunto ¿Y las segundas dosis? ¿Con una es suficiente? Solo el siete por ciento de la población tiene segunda dosis. ¿Cómo no pudimos reunir los recursos antes? ¿Cómo puede ser? ¿Los legisladores pueden aumentar sus sueldos en un cuarenta por ciento? Qué pena, no se dieron cuenta de haber donado o resignado sus haberes por dos meses. ¿Cuántas dosis significaban ello? Hubiese sido una gran oportunidad para que la clase política predique con el ejemplo. Y más aún, si nos solidarizábamos con tantos vecinos que resignaron sus ingresos, no dos sino nueve meses, o más. ¿Les hubiera cambiado mucho su vida, o pensaron que se iban a desestabilizar económicamente Sras. y Sres. Diputados y Senadores? Acaso no apelamos al voluntariado de tanta gente, que de manera absolutamente altruista brinda su tiempo, teléfonos, computadoras personales, para realizar los seguimientos de pacientes Covid positivos y sus contactos estrechos, arduo trabajo por el cual no reciben remuneración, ni beneficio alguno. Pero no, el estado hizo lo que pudo, “se hace lo que se puede’’ (refrán I), pues sepan que lo que se pudo, no alcanzó, quedó mucho en el camino. Pero estamos vacunando a gran parte de la población, “más vale tarde que nunca” (refrán II). Y se oyen voces diciendo ¡Grande Alberto!! ¡Qué bien el Estado!! ¡Cómo están vacunando!! No hay que politizar la pandemia… Pero en este caso el “más vale tarde que nunca” se llevó demasiadas vidas, vidas que nunca van a llegar tarde ni temprano a ningún lugar, y tuvieron la oportunidad en sus manos de poder salvarlas, y no lo hicieron. No politicemos, realmente, de una vez por todas, actuemos en consecuencia de las necesidades de nuestra gente…