Agroindustria y libre comercio
El negocio de la alimentación, costo ambiental y desempleo
por Pablo PoggiLos Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.
Principio 7, Declaración de Río, 1992
Al ritmo frenético con que el negocio de la alimentación avanza, nuestro planeta está sufriendo daños (algunos) ya irreversibles. Detectemos los problemas, analicemos las situaciones, pensemos las soluciones e incorporemos en nuestra agenda política esta problemática, buscando los consensos para pensar el futuro inmediato. Estamos frente a una situación hipercompleja y debemos abordarla con urgencia.
China y los cerdos
Si China decidiera alimentarse como occidente (en calorías, redujeron la brecha de 2001 a 2020 a 850 Cal) en menos de cuatro décadas se perderían unos 696.600 km2 de selva amazónica (la amazonia es indispensable para afrontar el impacto del cambio climático); en Argentina estaríamos duplicando la tala de bosques nativos que ya, en estas últimas dos décadas, perdimos 6,5 millones de hectáreas. A partir de 2016, con la baja y eliminación de retenciones, por el gobierno de Macri, a la exportación de granos (sobre todo soja) el aumento de desmontes creció de forma exponencial.
Es falso que producimos alimentos para 400 millones de personas. Ese número sería real si esa humanidad solo comiera soja.
China incrementó el consumo de carne porcina desde 2002 a 2020 en un 56%, el 47% de la producción mundial es para ellos. La producción industrial de cerdo es altamente contaminante, el caso emblemático es Carolina del Norte, EEUU, (los capitales son chinos), crían entre 8 y 10 millones de cerdos anuales, el sistema de criaderos feedlot en gran escala poseen lagos de estiércol liquido, su mayoría (89%) de forma clandestina, en esas aguas a cielo abierto y en contacto con las napas llega excremento, ácidos, antibióticos, etc. La cadena de producción funciona bajo el libre comercio, sin ningún tipo de regulación (Donald Trump intentó recuperar la producción nacional interviniendo el comercio interior y exterior), la empresa “Smithfield”, de capitales chinos, tiene el control absoluto del negocio de la carne porcina en EEUU, la tecnología desarrollada de crianzas de cerdos la exportaron a China . Los gigantescos criaderos están en zonas pobres, donde nadie se queja y con el discurso del libre comercio que dan empleo (basura o chatarra), arrasan con todo, difícilmente verán a los dueños viviendo al lado de esos criaderos como antaño. Argentina en los próximos 15 años tendrá este mismo esquema.
La mentira del libre comercio
Se mueven bajo este lema millones de toneladas de mercancía alrededor del planeta, proteccionismo y aislamiento se considera abiertamente el mal, el modelo agro exportador que siempre nos pisa los talones en Argentina, tiene que ver con esa idea defectuosa del libre comercio. Esa idea de los neoliberales y socialdemócratas, destruye nuestras economías regionales y nuestro aparato productivo Pyme. Esa libertad de comercio mentirosa y la tecnología, conlleva a nuestro aparato productivo abruptamente a ser ensambladores, con la trágica consecuencia del desempleo.
Necesitamos administración plena de nuestro comercio interior, de lo contrario seremos esclavos absolutos del dumping chino en unas pocas décadas. La política debe estar debatiendo estos temas, menos selfies y más razonamientos.