Opinión

El desafío de reducir la utilización de plástico

Por: Jimena Villar
sábado, 29 de agosto de 2020 · 09:24

Estás en una reunión social en donde se sirve café y snacks. Te servís un café con leche en un vasito blanco de plástico, revolvés el azúcar con un palito también de plástico ¿Cuánto tardaste en tomar tu bebida? ¿Cinco minutos, diez? En el lugar sirven también galletitas, alfajores y sanguchitos, todo prolijamente envuelto en papel film ¿cuánto tardás en comerte ese alfajorcito? Tu merienda, desayuno o té llevó más o menos 15 minutos en ser ingerida mientras que el vasito, el palito y el film -utilizados solo una vez durante unos pocos minutos- tardarán alrededor de 150 años en degradarse, y lo que es aún más, existen hoy en día residuos de hace 60 años atrás que aún conviven con nosotros, ya que aún no pasó el tiempo suficiente para que desaparezcan.

En el Océano Pacífico Norte existe la famosa Isla de Plástico, también llamada Isla Tóxica, Isla de Basura o Remolino de Basura del Pacífico. Su superficie se estima entre 710 000 km² y 17 000 000 km², esto es, según los investigadores, dos veces el estado de Texas, USA. En cuanto al tamaño de la zona afectada se estima un total de 3,4 millones de km², esto es, siete veces el tamaño de España. Esta isla se compone no sólo de envases y desechos de gran tamaño, sino que preocupa la gran cantidad de microplásticos, que al tener el tamaño de un grano de arroz resultan muy difíciles de limpiar. Aunque de menor tamaño, también existen manchas de basura en el Atlántico Norte, entre las costas de África y Estados Unidos y en el famoso Triángulo de las Bermudas. Recientemente los científicos también han encontrado microplásticos en el Ártico y en la Antártida. Las corrientes marinas tienen un papel fundamental en la creación de estas masas de basura ya que según explican los investigadores, estas favorecen a la creación de masas de agua relativamente estables en donde estos residuos pueden amontonarse.

Estas enormes masas de basura océanicas no sólo son nocivas para los animales marinos sino también para la vida humana: unas 700 especies marinas comen plástico, entre las más conocidas en el plato de los seres humanos podemos mencionar anchoas, mejillones, ostras, almejas, camarones, cigalas, sardinas, bacalao, carpa y corvinas. Según un estudio realizado por la Organización Mundial de Conservación, las personas ingieren 2.000 pequeñas piezas de plástico cada semana, es decir, aproximadamente 21 gramos al mes, poco más de 250 gramos al año.

Vayamos ahora al plano local. Durante la intendencia de Aníbal Pitelli en el año 2011 se aprobó la ordenanza municipal N° 6877 que prohibía “en todo el ámbito del Partido de Chivilcoy, la entrega de bolsas de polietileno de alta y baja densidad, biodegradables, oxibiodegradables, o cualquier otro tipo similar para el transporte de la mercadería adquirida por los clientes en los locales denominados o clasificados como supermercados, hipermercados, y comercios mayoristas o minoristas en general de productos perecederos. (Carnicerías, pescaderías, panaderías, fiambrerías, queserías, despensa, verdulerías etc.)”. A partir de ese momento, los supermercados dejaron de usarlas y la gente volvió a los viejos “changuitos” de compra o a las bolsas de tela. La medida fue ejemplar y rápidamente imitada por ciudades vecinas y también por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo paradójico del caso es que aún hoy, en el año 2020, las verdulerías que están adentro de los supermercados entregan sus productos en bolsas de plástico al igual que las carnicerías (es decir, la bolsa en donde por cuestiones de asepsia te ponen el kilo de milanesas va adentro de otra bolsa con manijitas). Otra cuestión que no desmerece la medida tomada en ese entonces pero que sigue resultando contradictoria es que todo lo que compramos en el supermercado viene en envases de plástico. Quien esté leyendo estas líneas podría pensar “¿y qué querés, que me lleve el azúcar en la mano?” y la verdad es que eso tampoco es necesario si se reemplazaran estos envases con otros menos nocivos para el medio ambiente. En relación con esto, una excelente iniciativa es la apertura del primer supermercado “zero waste” (desecho cero) de Argentina. Ubicado en el barrio de Saavedra de la Capital Federal, Cero Market vende productos sin envasar, ¿cómo funciona? Simplemente llevás tu bolsa y tus envases, los llenás con el producto que querés comprar, los pesás, pagás y listo. En caso de no contar con envases para utilizar, Cero Market vende tarros de vidrio, bolsas de género ecológicas, y papel kraft para los productos secos. Este tipo de comercios existen ya hace años en distintas partes del mundo y por suerte ya tenemos el primero en nuestro país.

El desafío se presenta ahora en cada uno de nosotros. Las botellas del amor son una muy buena forma de empezar, al menos, a descartar de manera más consiente el plástico que usamos a diario. En lo personal voy a cualquier comercio con mi bolsa ecológica, pero me cuesta mucho que me vendan productos sueltos fuera de la típica bolsita, y acá quiero especialmente tirarles de la oreja a ciertas dietéticas y almacenes que se presentan como naturistas pero que aún despachan sus productos de esta manera. Hoy en día existen muchos emprendimientos que producen envases para reemplazar la gran familia del plástico, como telas de algodón, cera de abejas o aceite de jojoba y otras envolturas hechas con ingredientes sustentables. En cuanto al cuidado personal pueden conseguirse fácilmente productos sustentables, aquí va una lista de algunos que podemos usar como buenos reemplazos: shampoo y acondicionador en barra, cepillos de diente de bambú, esponjas vegetales, afeitadoras de acero inoxidable (como la que usaba el abuelo), pasta dental y desodorante en frasquitos de vidrio, toallitas desmaquillantes, toallitas/protectores íntimos, y pañales de tela (todos estos libres de químicos y de materiales sintéticos que causan irritación), copa menstrual de silicona que dura 10 años, cubiertos de caña (para sustituir los de plástico descartables), entre otros. En fin, es mucho lo que podemos hacer desde nuestro humilde lugar, y aunque no parezca mucho, evitar tomar una bebida en un envase desechable de un solo uso es una actitud consciente y valorable para pensar y habitar en el mundo que se viene.

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