Por Guillermo R. Pinotti

Chivilcoy y la salud pública

domingo, 18 de marzo de 2018 · 00:00

Una vez más se ha puesto en estos días, con similares características de hace más de veinte años y épocas en que encabecé la representación de la Asociación de Profesionales del Hospital Municipal de Chivilcoy, la necesidad de pensar en cambios y soluciones que favorezcan a la comunidad.

Me anima a expresar esto, el saber que como persona, profesional, compañero y hoy como concejal siempre conserve mi línea de pensamiento. Y así todos me han conocido y me conocen. Con mis virtudes y mis defectos. Pero siempre con sinceridad. Y así siempre se me ha respetado en mi vida personal, y siendo de esta manera conocido en mi ciudad, se me invitó a participar en política. Así me conocieron y así soy. Y así siento, pienso y opino, sin más deseo que el bien para todos, la igualdad de oportunidades y la búsqueda de soluciones a través del conocimiento y el diálogo.

La desocupación, la subocupación, trabajo informal y el empobrecimiento de la clase media ha llevado más gente al hospital público municipal. Y la seguridad social, que debería reducir las desigualdades de los ingresos, no escapó a las reglas del mercado. Gran número de la fuerza laboral está desocupada y muchos asalariados están en negro, carecen de obra social, por lo que obligadamente deben atenderse en el hospital público.

La Salud Pública, incluye a todos y debería ser garante de la salud de toda la población, donde no quedaría nadie excluido. También el subconjunto de las Obras Sociales, destinado a los trabajadores y sus familias, definidos por los gremios, y el del sistema de Salud Privada, optativo y destinado a los sectores medios/altos.

La manera en que se financia la Salud Pública es por cuenta del Estado, básicamente por los fondos que reúne mediante los impuestos. El servicio de las Obras Sociales por el aporte de los trabajadores y empleadores, del empleo formal registrado. La Salud Privada es un esquema empresarial donde se ofrece un producto y se paga por él.

Todo esto genera desde hace varios años una superposición que hace necesario plantear reflexiones sobre el uso de los recursos, donde mucha gente que cuenta con el beneficio de su Obra Social, utiliza alternativamente ese servicio y el Hospital Público.

El Decreto de Autogestión Hospitalaria (Decreto 578/93), con argumentos que apelaban a competitividad, eficiencia, modernización tecnológica y a una lógica mercantilista entonces imperante, se dispuso la descentralización de los hospitales públicos, dejando a esas instituciones en competencia con el mercado de las empresas de salud. A causa de esa política, las provincias y municipios sufrieron las dificultades de sostener sus sistemas públicos de salud.

El sistema de salud en Chivilcoy tiene particularidades propias que lo caracterizan y diferencian. Con pleno conocimiento de que gran parte de los profesionales ejercen tanto en el Hospital Público como en la Medicina Privada. Desde mediados de la década de los 90 se  dio  una dimensión al hospital municipal que fue en disminución del rédito privado de la atención de salud. Esto originó progresivamente ciertas “licencias, permisos y uso influencias” entre lo público y lo privado; por todos conocidas pero funcionalmente disimuladas, que tomaron más trascendencias. El sueldo hospitalario que en otros tiempos era un aporte secundario para muchos profesionales, ante la palidez creciente del sector privado, pasó a ser su ingreso seguro y principal. A eso debe sumarse el vaivén de pacientes desde lo público a lo privado y viceversa de acuerdo a conveniencias del contexto, direccionadas y con pleno conocimiento históricamente, no solo de profesionales y directivos o funcionarios, sino también de pacientes que pactan esa manera de ser asistidos y ciertos “plus” exigidos o carencia de obra social.

Así  surgieron “convenios de asistencia o formas de prácticas profesionales” que llevaron a arreglos económicos “especiales” con algunas especialidades y servicios, que siempre favorecieron a unos pocos y nada contribuyeron al bien común de los trabajadores de la salud en su conjunto. La retracción de la oferta privada de salud en Chivilcoy debilitó aún más la capacidad de respuesta del sistema.

Los derechos y obligaciones entre los mismos profesionales nunca fueron igualitarios tampoco. Persisten los “protegidos de siempre” que se confunden con reclamos legítimos de la mayoría, con derecho como todo trabajador a defender su salario, pero sin olvidar el sentido de bien común y sin sentirse dueños del sistema de salud, ni cabalgando sobre lo público y lo privado direccionando el mejor beneficio solo a unos pocos y con los pacientes y sus necesidades como rehenes.

Ahora bien, dentro del conglomerado de profesionales, los que sacan “beneficios especiales” desde el punto de vista remunerativo, desde la perpetuación en cargos jerárquicos y desde la indiferencia - hace muchos años para el establecimiento de concursos - son unos pocos. Y dentro de esta desigualdad histórica, son los más oprimidos especialidades como la fonoaudiología, auxiliares de laboratorio, técnicos en radiología, nutricionistas, psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales, kinesiólogos, enfermeros, etc. – como también profesionales de 24 hs. y contratados que desde siempre recibieron honorarios muy por debajo de lo merecido.

Hay que plantearse que se debe tener un Diagnóstico de situación y  un Plan de Salud que se caracterice por un perfil “de política de estado”,  cuyas necesarias reformas se proyecten a un Chivilcoy del futuro, que sean útiles a todos los intendentes que vengan y respeten un planteo al crecimiento urbano y demográfico de la ciudad y a los sectores más vulnerables. Se debe hacer política de salud; pero no con la salud hacer política. Reflexionar que hospital queremos y que hospital podemos. Es momento de pensar en el bien de la comunidad, de construir y no de confrontar, y sobre todo ante una dificultad – sea reciente o venga desde hace muchos años - , ver la oportunidad de empezar a cambiar las cosas, privilegiando el diálogo, paso a paso, al momento que a cada oficialismo le toque, hasta donde pueda lograrlo cada uno. Pero con un diagnóstico certero y metas consensuadas desde ahora y para todos los que vengan.

 

Guillermo R. Pinotti

 

 

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