Por Julio Herscovich
“La salud no tiene precio, sí un costo”: accidentes de moto
Recientemente se publicó un estudio en la revista Medicina (Buenos Aires), la más prestigiosa publicación médica nacional, sobre las características y costos de accidentes en moto en un Hospital público universitario de la ciudad de Buenos Aires en un periodo de tres años (2013-2015). Se incluyeron pacientes ingresados por guardia con diagnóstico de accidente de tránsito por motocicleta, sobre quienes se analizaron datos personales, mecanismo del accidente, uso de casco, tipo de lesión, intervenciones quirúrgicas y duración de internación utilizando como medio el Nomenclador Nacional de Prestaciones de Salud.
Se analizaron 4638 pacientes. Los datos más relevantes son que el 67% eran accidentes por moto de los cuales el 65 % usaba casco y el tiempo medio de internación fue de 19,3 días con un costo promedio por paciente de $ 143.492 que en 2014 representaban U$ 17.936.
Las lesiones por accidente de moto son innumerables, desde abrasiones hasta la muerte, siendo la principal el trauma craneoencefálico, cumpliendo el casco una función protectora al disminuir en un 80% la posibilidad de morir o de lesiones graves.
Dentro de las principales causas de los siniestros se encuentran la vía, el vehículo y el factor humano. La falta de respeto por las normas de transito traducida en, especialmente, exceso de velocidad, puede generar importantes daños en el conductor o en terceros.
Conducir una moto no es una cuestión innata, sino que requiere aprendizaje y práctica. El mero hecho de tener la licencia no implica estas cualidades. Se deben tener en cuenta las normas de transito, conducir con seguridad y protección adecuada y conocer el vehículo que se conduce.
En 2012 la Argentina se encontraba tercera en el ranking mundial de muertes por accidentes de tránsito.
Son necesarias políticas de prevención y educación vial más rigurosas con alta relación costo/efectividad y, fundamentalmente, la responsabilidad del ciudadano al conducir el vehículo, ya que comúnmente delegamos en los gobernantes nuestras responsabilidades como conductores y también como ciudadanos.
Sólo así se podrá reducir este triste tercer puesto del ranking.