DelOeste Art. y SEP Filial Chivilcoy

Presentaron el libro Res Extensa de la escritora/poeta Zulma Zubillaga

El evento se realizó el último sábado en la Sociedad Francesa, Moreno 14 Altos. - Chivilcoy
miércoles, 31 de mayo de 2023 · 15:49

El pasado sábado 27 se presentó el poemario Res extensa de Zulma Zubillaga - de Ediciones El Mono Armado, en  la Sociedad Francesa. La acompañaron las escritoras/ poetas Claudia Vázquez (Bs. As.) e Inés Legarreta (Chivilcoy), junto a un importante marco de publico. 

A continuación las palabas de Claudia Vázquez e Inés Legarreta sobre la obra literaria  

Res extensa es un libro sin costuras, puedo decir en un lenguaje evangélico, bíblico, como la túnica que llevaba Jesús que estaba hecha de una sola pieza.

Y hablo que es un libro sin costuras porque en estos doce espacios que componen este poemario se transita una trama (que conlleva pliegues, algunas arrugas, que deja ver un poco la transparencia por lo gastado del uso en el camino donde nos lleva cada poema) poemas numerados de 1 al 135 en doce espacios hilados por un lenguaje original, mejor dicho un lenguaje de origen que no deja de asombrar en estas épocas, profundo lírico y de una riqueza visual y fonética que hace al lector no poder dejar de leer hasta el final, para luego respirar profundo hacer un silencio “extenso” y volver al principio.

Si bien el estilo lleva a las famosas y ricas coplas de Jorge Manrique, en ese ritmo que propone la copla, en esa métrica, Zulma asume en este poemario ese estilo, ese modo de la copla de pie quebrado. Pero he aquí que nuestra poeta nos lleva más allá todavía por la hondura de cada poema. También cabe resaltar ese color regional atravesado por la palabra, la imagen y una música más allá de la música propia de la palabra, una música interior que atraviesa esta “Res extensa”

Ya el título del libro nos lleva a interrogarnos, al menos así me pasó a mí, si bien todo el título desborda dentro del libro, quiero decir se puede visualizar esa vastedad, ese espacio infinito tal vez, ya que los dos últimos poemas nos dejan dos interrogaciones y así el lector pueda continuar esa prolongación con su propio decir en lo que deja esta trama en los poemas. Ese cuerpo que se desplaza en cada poema, esa “res” que se hace visible en lo intangible.

Zulma en su palabra nos conduce por un camino que conlleva doce estaciones, como si uno subiera a un tren y muy sutilmente se detuviera en cada estación del trayecto pero a su vez cada estación guarda entre si esa sustancia de lo que abarca todo el poemario, por eso y vuelvo a repetir para mí es un libro sin costuras, porque si bien el paisaje puede sutilmente diferir entre cada estación, este mismo paisaje se corresponde con la siguiente y precisamente en este libro no hablo de un hilo conductor, sino más bien algo que marca la esencia, podría decir de lo místico, al estilo de Santa Teresa o de San Juan de la cruz.

Siguiendo esta línea de esta trama sin costuras, y hablando de lo místico, el lenguaje es totalmente en correspondencia. Me detengo un momento también en los signos de puntuación como se reiteran por ejemplo los dos puntos, algún verso entre guiones, el paréntesis, todo esto no solo es un simple signo de puntuación, es un signo dentro de cada poema que hace a esa “túnica sin costura” que es Res extensa para mí.

Hay palabras como dolo /pujo / cremaciones / cuerpo que se repiten, se dicen, se tocan por el lector, como si uno estuviera acariciando algo áspero en su sequedad y así podría nombrar herida / súplica/ ausencia / lloro / morir. El morir, como si uno tocara en verdad la consistencia de la palabra.

Hay una voz detrás de la voz de Zulma que es la propia voz de la sustancia hecha palabra en la voz del poema. Esa cadencia, esa asonancia, esa música que conduce esa “o” como nexo diría como punto de búsqueda y encuentro donde las dos voces se hacen una.

En la poesía actual es muy difícil encontrar un libro como este.

Antes hablaba de esas estaciones que tiene Res extensa, ahora sé que después de haber leído este libro varias veces (porque así lo merece) creo haber llegado a la última estación, ir bajando despacio de este tren, sabiendo que queda, como lectora, algo de mí en este último vagón, esos dos poemas últimos, esas dos interrogaciones, que hace en mí quedarme un poco más en esta Res extensa, hasta que logro poner un pie en el andén llevándome entre las manos, en el cuerpo, en el alma, la búsqueda de la respuesta a esa fibra de velo que apenas se descorre, a ese paraíso escondido, a pesar de todo lo andado en cada verso. Ahora sé que Res extensa es esa túnica sin costuras donde uno va adentrándose en la trama y no puede dejar de ser tocado en cada poema.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           Claudia Vázquez

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Desde el título, “Res extensa”, de este su nuevo libro , Zulma Zubillaga nos propone un juego compositivo altamente elaborado que se mantendrá de principio a fin; asistiremos en medio del estado de alerta y asombro que nos proporcionan los distintos apartados o capítulos de “Res Extensa” a un ir y venir temporo-lingüístico que rompe las barreras de lo establecido para situarnos en la ambigüedad de sentido, en la incerteza, pero también en la paciente búsqueda de la verdad última aunque llevados casi en “en andas” de verso en verso , de estrofa en estrofa , por la ajustada y bellísima musicalidad de los versos.

Res es una palabra latina que significa cosa, objeto, asunto (la referencia obligada es “Res publicae”: cosa pública- república, la cosa que nos atañe a todos); “extensa” viene del adjetivo latino extensus: que cuenta con extensión, largo: obviamente ahí ya tenemos una clara referencia histórica temporal pero no es la única. Unos cuántos siglos más adelante, en el siglo XVII de nuestra era, René Descartes, uno de los más eminentes filósofos de Occidente, en sus “Meditaciones Metafísicas” utiliza la figura y la forma “res extensa” para describir a una de las tres sustancias discernibles con las que el hombre accede a la comprensión del mundo. Dice Descartes que la “res extensa” cuyo principal atributo es la longitud (ocupa espacio) corresponde a todo aquello que tiene cuerpo (objetos/ animales); luego establece y define a la “res cogitans”, la cosa pensante: el pensamiento, que es atributo inequívoco de los hombres y luego nombra a la tercera sustancia, Dios, a quien le corresponde el atributo de la perfección. No es mi tarea desarrollar la filosofía de Descartes sólo exponer –en la medida de lo posible- con qué ideas y tiempos, con qué alusiones, referencias históricas, bíblicas, intertextuales, nos encontraremos al sentir, ver y escandir la limpidez de los versos que componen “Res Extensa”. De entrada, ese título que nos retrotrae a la lengua madre (el latín) y a una teoría que adjudica a Dios la perfección y al hombre la capacidad de pensar porque duda, conocido es por todos nosotros el profundo sentimiento religioso de ZZ e intuimos que, ambas referencias estarán presentes como marco necesario de los poemas aunque, obviamente, el viaje no termina aquí, sino que comienza.

Porque sobrevuela por todo el libro, en sus distintas partes o composiciones, éstas son: “Zarza”, “Profecía”, “Memorias”,” La inmolación”, “El silencio”, “Agua secreta”, “La poca muerte”, “Insurgencia”, “Nulo Porvenir”, “Casa de seglares”, “Envido” y “Voz “, el legado de los tres ineludibles místicos españoles San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León a quien ZZ suma su propia versión, moderna, con tintes autóctonos, me animo a decir, de aquella sublime aspiración que tuvieron los Maestros de llevar la pasión/exaltación que se manifiesta en el cuerpo al máximo nivel espiritual; así en ellos la amistad, la conversación, el anhelo ferviente por unirse al espíritu transfigura el cuerpo y lo convierte en palabra, verso inacabado ascendente hacia lo perfecto: Dios. Y repito por lo inusual, por lo poco transitado en el siglo XXI, Zulma Zubillaga desciende y “asciende” de ellos y suma su propia versión de la Mística dándole a la tradición sustento propio, vocabulario coloquial, espacio reconocible. En su “Casa de Seglares” vive “la alma”, aquello inefable que viene de las alturas; así también se siente la presencia del Amado, frágil en el recuerdo de las palabras, con lo cual podríamos decir que “Res extensa” es en su totalidad una elegía amorosa, ya que está dedicado a quien fuera su esposo, Rodolfo Julián.

Las referencias a la Biblia, por otra parte, son abundantes, empezando por “Zarza”, palabra que además de identificar un arbusto pequeño nos lleva directo a aquella “zarza ardiente” que viera Moisés y en otra ocasión la Virgen María, una llama que ardía sin consumirse, es decir la luz del espíritu que manifiesta la presencia divina. Entonces volvemos al inicio, lo que aquí se describe es algo espiritual pero tiene cuerpo, la zarza puede verse, ocupa lugar y, al mismo tiempo, conlleva la referencia de lo divino; de manera que en este juego literario estaremos envueltos, entre la literalidad y su contrario, la ambigüedad, alimento necesario para el arte.

Luego, a medida que fui leyendo y releyendo cada una de las partes que componen “Res extensa” se ampliaba mi visión original: al igual que la gota que cae y se expande en círculos concéntricos en un estanque, así, al avanzar en el libro, sentía también que el estanque, es decir, el recipiente, se expandía como si no tuviera fin. Qué complejidad y hondura en estos poemas límpidos, claros y perfectos en su hechura. No hay lugares comunes, frases repetidas, recursos fáciles, metáforas mil veces dichas y leídas: no, todo en este libro es creación, originalidad, apuesta y riesgo, y música de la mejor, aquella que deleita los oídos y nos eleva a la manera de Fray Luis en su maravillosa Oda a Francisco Salinas.

En fin, que trataré, a vuelo de pájaro, destacar cómo y de qué manera la poeta compone los poemas de “Res Extensa”. De entrada, me llamó la atención el uso de los tiempos y modos verbales, notorio en poemas que en su mayoría son de factura muy breve,(la alusión a la síntesis y brevedad de los haikus es casi obligada); en ese laconismo “barroco” ( y digo barroco por la riqueza del vocabulario), en ese contraste entre mesura estrófica y complejidad de composición, resalta el uso de la primera persona y del Presente de Indicativo con el que finaliza –en muchos casos – los poemas; ese presente que suena enfático (nombro, subo, callo, digo, delinco, enmiendo, emigro, etc) se contrapone con el uso de la tercera persona verbal en otros poemas (levita, bebe, fija, iba, muere, traía, huía), pareciera que al yo de la primera le contesta una tercera persona y entonces se establece una especie de diálogo sostenido-aunque no necesariamente continuo- a lo largo de las poemas. Son las ” voces” que convergen en “Voz” (vos), la composición última del libro, juego de homónimos en un final abierto.

Otro dato interesante es que Zulma Zubillaga revitaliza (a la manera de los místicos y de Manrique en su famosa “Coplas a la muerte de mi padre”) el uso del gerundio. Hay que decir que el gerundio es una forma verbal prácticamente denostada en la poesía moderna, tenido como recurso fácil y de principiantes (porque por lo general está mal usado). Claro que esto no aplica para Zulma quien conoce al dedillo la norma, pero demuestra “incorrección política literaria ” al hacer caso omiso de lo que se acostumbra o es moda. Así leemos en los poemas siendo, temblando, amaneciendo, quemando, buscando, callando, amando, etc. Y para seguir contradiciendo la norma actual (el modelo correcto) la poeta mezcla consonancias y asonancias en la rima de los versos libres; nadie puede suponer que no sea un uso deliberado con el que busca dar ese tono anacrónico o atemporal que se respira en las composiciones. Consonancias, asonancias, que se repiten, por otra parte, a lo largo de las diferentes composiciones, sumado a esto, la incorporación de homónimos y homófobos con los que aumenta la riqueza de significados. Anoto: dolo, lloro, polvo, arrobo, solo; herida, fija, vencida, levita, habita; santa, sana, llaga, yaga, voz, vos, etc.

Surge, además, naturalmente, el riquísimo vocabulario del que se vale para elaborar su obra. (No es nuevo, en “viento de la Pena”, ya había dado muestras de la búsqueda deliberada hacia una especie de barroquismo moderno). Usa palabras como talita (niña) que viene del arameo; jumento, tumbones, tullerías que refieren a la Biblia; anacronismos como punición, molimiento, morida, malvivencia; latinismos como in limine, ubique, en verba; arcaísmos como “deste vientre”, de lo nunca; referencias al mundo árabe como ceca; figuras legales dadas vuelta como “Habeas de Dios” en vez de “Habeas Corpus”; populismos como “a qué dolé, -a qué- que me sonó de inmediato como el “andá pa allá qué mirá bobo” de Messi en la Copa del mundo (aunque por supuesto lo de Zulma es muy anterior al hecho mundialista) ; o el “envido” del truco; verbos que devienen adjetivos, sustantivos que devienen en verbos, y la incorporación de la geografía, la zoología y las culturas americanas y argentina, predominantemente pampeana: baguala, chaña, tilmas, quena, maíz, torcaza, calandria, pampa, percherón; citas musicales, etc, etc. Enumero todo esto para demostrar el conocimiento profundo de la lengua, su etimología, sintaxis y morfología, su evolución a través de los siglos, la marea cambiante del lenguaje y su encaje en la modernidad con lo cual Zulma Zubillaga logra una mixtura original y cautivante. Maneja, con maestría, este sinnúmero de elementos, en apariencia, poco combinables.

Para finalizar no puedo dejar de señalar el juego aparentemente antagónico pero en realidad complementario entre cuerpo y alma/ nacer y morir: la relación directa con la cosa, la “res” (la carnalidad del cuerpo) y lo espiritual que se da a través de la creación poética. Está muy presente la idea de parición: parir, ser parido, el nacimiento de un ser humano refiere en palabras como pujo, pujar, calostro, pezón, amamantar (con la obvia alusión a la madre) y parir (alumbrar) en palabras, con palabras, desde las palabras; parir el poema, pujar para que eso espiritual e inasible y, sin embargo, verdadero, nazca. Toda obra de arte es una parición.

Para finalizar, y antes de agradecerle infinitamente a Zulma el hecho de haberme convocado junto a Claudia Vázquez para presentar este libro notable por su factura y sus resonancias, digo que “Res Extensa” debiera ser motivo de estudio y lectura de los profesores de lengua y literatura; me gustaría –de verdad - que los poetas jóvenes, los que no hace mucho se están acercando a este misterioso camino de la poesía, se adentren en sus páginas y lo tengan de consulta porque es un ejemplo acabado de lo que es capaz de hacer con la lengua que nos fue dada, una gran poeta, una poeta excelsa como es nuestra querida Zulma. Un privilegio tenerte entre nosotros. Gracias.                                                                                                                                                                                                                                                                                                              Inés Legarreta

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

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