“Juan Manuel Fangio nada hacía mal sobre las pistas”

Rubén Fangio, el hombre que el viernes llegó desde Cañuelas (donde reside) a nuestra ciudad, invitado a  participar del acto de imposición del nombre de Juan Manuel Fangio (su padre biológico) a la Escuela Educación Secundaria 7, tiene una particular historia de vida, directamente relacionada con su propia identidad. Es uno de los tres hijos no reconocidos por el múltiple campeón.

Durante 57 años su nombre fue Rubén Juan Vázquez. En 1995, pocos años después de la muerte del mítico piloto de Fórmula 1 de los años 50, Rubén trabajaba en un hotel en Pinamar, cuando, un huésped le dijo que se parecía a Juan Manuel Fangio.

También le dijo a Rubén que Fangio, habría tenido un hijo y le recomendó que averiguara si quizás él era ese hijo. Ante la duda, Rubén le preguntó a su madre, Catalina Basili, si aquella sospecha podría ser cierta. Al principio su madre lo negó.

Cinco años más tarde murió su marido, quien había criado a Rubén como su hijo, y ante este nuevo panorama, Catalina -a sus casi 90 años- llamó a su hijo Rubén y le reveló que él era fruto de un amor prohibido.

Catalina y Fangio tuvieron un breve romance en los años 40, durante un corto período de tiempo en que ella estuvo separada de su marido. Catalina acompañó a su hijo en la batalla judicial por su verdadera identidad hasta su muerte, a los 103 años, en 2012. Hoy, a los 79 años, Rubén está casado, es padre de tres hijos, abuelo, está jubilado y dialogó con LA RAZON al cierre del acto en la EES 7.

Una de las alegrías que vivió este visitante, fue el reencuentro con su amigo Juan Giachero, “fue una alegría volver a encontrarme con él. Había perdido el contacto, el teléfono y este acto, nos permitió darnos un abrazo”, destacó Fangio.

“Fangio nada hacía mal en las pistas”

Al cierre del acto, Rubén Fangio dialogó con LA RAZON, y el parecido con su padre es increíble, hasta la misma voz, su paz y para quien lo conocimos personalmente al quíntuple campeón (estuvo en Chivilcoy para una Fiesta del Deportista en Cerámica Argentina en la década del ‘80) nos pareció ingresar en el túnel del tiempo.

-¿Qué nos puede decir sobre esta designación del nombre de Juan Manuel Fangio a una escuela chivilcoyana, de una ciudad tuerca como la nuestra?

-Es cierto en una ciudad tan tuerca como ésta. Es un honor, un orgullo para nosotros y para mí saber que fueron los mismos chicos del establecimiento, los que eligieron el nombre de Juan Manuel Fangio.

Está bueno que los chicos se concienticen en el trabajo, en el deporte y si es el deporte, qué mejor ejemplo que el de Juan Manuel.

-A usted no le gustan tanto los fierros, el automovilismo…

No tanto, pero a raíz de toda esta situación, le estoy tomando cariño. Son cosas con las que se nace y Juan Manuel nació con un don especial, nada hacía mal en las pistas, no todos pueden llegar a los logros que él obtuvo.

En las pistas fue un ejemplo, no hacía nada mal, tenía una visión muy especial de lo que eran las competencias. Sin ir más lejos, de vez en cuando miro en las redes la carrera de Nürburgring de 1957, cuando llevaba 48 segundos que había perdido por una rueda. Cuarenta y ocho segundos era una enormidad, tres segundos es mucho, 48 más. Después que salió de boxes (donde había perdido un par de minutos) volvió a la pista, recuperó la primera posición y ganó, batiendo su propio récord 10 veces, es una cosa que no se puede creer. Hasta los rivales lo abrazaban al final de la carrera.

-¿Usted lo conoció?

-Lo conocí, muy poco, pero lo conocí, antes de la mitad de mi vida.