Religiosas

Se recordó el 29º aniversario de la muerte del padre Zaccardi

Este mes se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de José "Cacho" Zaccardi, el recordado sacerdote de la Parroquia Sagrado Corazón. Sus palabras al despedirse de la comunidad local y el recuerdo de su seguidor pastoral, Luis Jáuregui.
miércoles, 17 de noviembre de 2021 · 08:00

El pasado 15 de noviembre se cumplieron 29 años del impune asesinato del sacerdote José Lindor “Cacho” Zaccardi. Como se recordará, el hecho ocurrió en la casa que ocupaba en Villa Soldati, base de su trabajo de coordinación regional del Movimiento por un Mundo Mejor.

Por esa razón, el pasado lunes familiares y seguidores pastorales del sacerdote celebraron una misa en la capilla “Nuestra Señora de Luján”, donada por el propio sacerdote chivilcoyano, donde estuvieron los padres Luis Jáuregui y Tomás Ostolaza.

Durante la ceremonia se recordó al padre Zaccardi, su obra y todo lo que hizo por los pobres y por la iglesia, por la que dio su vida.

Historia de su muerte

Hacía poco más de un año que Zaccardi se había despedido de la comunidad parroquial del Sagrado Corazón de Jesús con palabras de múltiple agradecimiento.

Tenía 59 años cuando su cuerpo fue encontrado sin vida y con signos de tortura en una habitación de esa modesta vivienda de Soldati. Si bien hubo testimonios en la Justicia, la causa jamás avanzó hacia la verdad de lo ocurrido. Nada pudo hacer la presión vecinal de Luján o de Chivilcoy, su ciudad natal, para que se diera con los culpables del homicidio.

Durante años el Concejo Deliberante de Luján, cada mes de noviembre, hizo un pedido de informe dirigido a la Justicia para que no se cierren los caminos de la investigación. Hasta que un año ganó el olvido.

29 años que nos ofrecen la oportunidad de recordar a este sacerdote que marcó a decenas y decenas de fieles, muchos ajenos a las creencias religiosas pero convencido de la diversidad de caminos que se pueden transitar para ayudar al otro, en especial al más necesitado. Un mensaje siempre presente en las expresiones de Zaccardi.

A mediados de junio de 1991, luego de la celebración de las fiestas patronales de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Zaccardi compartió una misa con quien lo sucedería como párroco de esa comunidad, el cura Luis Jáuregui. Había sido aceptado su pedido al titular de la Diócesis de Mercedes-Luján, obispo Emilio Ogñenovich y “Cacho” se alejaba de la ciudad para dedicar su tarea evangelizadora en el Movimiento por un Mundo Mejor. 

Nadie podía saber que aquellas palabras de Zaccardi que hoy rescatamos para compartir con los lectores serían las últimas desde un altar en Luján, en medio de una comunidad que aún hoy recuerda a su persona y en especial a su obra. Ante un templo concurrido por quienes querían saludarlo en su partida, Zaccardi decía: “Jesús pasó haciendo el bien y esta palabra se cumple hoy también. En este mes Jesús pasó haciendo el bien entre nosotros. Pasó por los barrios, alentó a la gente, estuvo en casa de los enfermos para animarlos, lo recibieron en las escuelas para que bendijera a los niños, recorrió capillas y sociedades de fomento para alertar el trabajo solidario de los que se organizan para el bien común. “¡Cuántas miradas de agradecimiento! ¡Cuántas lágrimas, cuánta súplica! Pasó en medio de la gente haciendo el bien”.

 “Como muchas veces le oímos decir el padre Luis, no estamos celebrando que Jesús tenga corazón; estamos celebrando los sentimientos del mismo Dios, el Padre que amó tanto al mundo que nos entregó a su propio hijo. El amor de nuestro Dios por el mundo viene a encarnarse en nuestros corazones para que Jesús pase en medio de la gente haciendo el bien. Será una comunidad cristiana de hombres y mujeres, de jóvenes, de ancianos y de niños que aman, sufren, ríen y trabajan con los mismos sentimientos del Corazón de Jesús.

 “Solo me queda agradecer. Agradecer a mucha gente de buena voluntad que, sin estar visiblemente adherida a la comunidad parroquial, tiene los sentimientos de Jesús y lo expresa con su colaboración, con su presencia oportuna, con el aliento por la tarea parroquial”.

 “Agradecer, como le decía al obispo en mi carta ‘la fuerza evangelizadora y cultural que tienen los hombres y mujeres cuando descubren el ideal del plan de Dios y se esfuerzan en alcanzarlo. Gracias de un modo especial a los más pobres que tanto me enseñan siempre”.

 “Agradecer a las monjitas que están viviendo en el barrio Ameghino, por su generosidad y su espiritualidad de encarnación en medio del pueblo”.

 “Agradecer al Padre Luis (Jáuregui) por su frescura sacerdotal, su humor, su capacidad evangélica y humana y, muy particularmente, su paciencia para conmigo”.

 “Agradecer a los que fueron antes los que me entregaron la antorcha que ahora entrego. Esto lo quiero significar en la presencia del padre Filgueira, descansando en su templo y en su cáliz, con el que hoy celebramos esta misa; en la plaza pusimos en la entrada como recuerdo del esfuerzo de sacerdotes y comunidad; en este álbum de fotos que testimonia la presencia prolongada y apostólica del padre Picco. En la persona de monseñor López, agradecer la actitud de monseñor Emilio (Ogñenovich) que ha complacido mi pedido de dedicar unos años a esta tarea de animación de comunidades. Gracias a todos”.

 “En la fuente bautismal que dejamos inaugurada expresamos nuestro origen común de hijos de Dios, que nos hace familia cristiana. La pila bautismal es la de siempre, en ella fueron bautizados, desde el comienzo de la Parroquia, muchísimos hermanos con quienes queremos compartir la responsabilidad de construir juntos el Reino de Dios.  Sólo me resta pedirles que recen por las otras comunidades a las que quiero servir. Les hablaré mucho de ustedes, de lo que aprendí de ustedes”.

 “Disculpen mis pecados y mis debilidades. No interpreten esta misión que hoy comienzo como un acto de generosidad de mi parte, sino como una oportunidad más que mi buen Dios me da para intentar nuevamente serle fiel”.

El recuerdo de Luis Jáuregui

El padre Luis Jáuregui recordó  que “el 15 de noviembre fue el día que lo encontraron; su muerte habría sido una semana antes, no hubo precisión. Fue un día muy triste cuando nos enteramos de su asesinato en la casita”.

-¿Qué pudo saberse de la causa?

- Nada, hubo una complicidad lamentable de la jerarquía de la Iglesia, se tapó todo de entrada. Fui a declarar una vez a Buenos Aires y en la declaración tuve más preguntas de acusación hacia Cacho que búsqueda de aclarar lo que había pasado. En un momento reaccioné y le dije a quien me tomaba declaración lo que yo sentía y me dijo “la verdad que había mucho freno de la Iglesia”. Es decir que tuvimos que convivir con eso. Cuando nos dimos cuenta de cómo venía la mano, dijimos que si no teníamos justicia legal, existía una justicia moral que era la de quienes conocimos al padre Cacho. En Luján se reconoció muchísimo su trayectoria, un jardín estatal lleva su nombre, una calle de Luján también, placas por todos lados, fue la forma de que, más allá de que lo quisieran silenciar, no lo iban a lograr. Y hoy estamos homenajeándolo, en Luján lo mismo, vino gente de Chacabuco, lo que se puede, se hace.

- ¿Usted sigue dolido 29 años después?

- La verdad que sí, porque más allá de lo que pueda hacer la Justicia, uno espera que las cosas se investiguen y se llegue a la verdad. Que la Iglesia fue el obstáculo es muy duro para nosotros, porque más allá de las ideas o intereses que se filtren en la Iglesia como poder, nosotros somos seguidores de Jesús, y él dijo “felices los que tienen hambre y sed de justicia”, entonces, si nosotros, con nuestros mismos pastores, nuestros mismos servidores de la Iglesia, tenemos esas actitudes, desalientan y desaniman mucho.

- ¿Cómo era el padre Zaccardi?

- Era un tipo muy entregado a la gente, yo decía un Maradona, no por desmerecer a nadie, pero fue un cura muy especial, que entendió el sacerdocio como entrega. Tal vez murió de una manera que uno esperaba, pero no en ese momento, porque ya había estado muy cerca de morir asesinado en el gobierno militar. Un gran tipo, un gran cura.

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