El adiós a un gran peronista

Corría el año 1985 y la vieja casa del matrimonio compuesto por don Pedro Legris y Celia Contin, sobre la tercera cuadra de la calle Rossetti, en el barrio de la Plaza Mitre, apareció con un graffiti pintado por el FreJuLi con la leyenda: "Casa de un Peronista para imitar". Es que Carlos "Chango" Ayarza se venía a vivir al barrio, pero como levantar su nueva vivienda le demandó algunos años, en el "mientras tanto" la cedió a unos jóvenes músicos para que pudieran ensayar. El grupo se llamó"Vocal 4" y estaba compuesto por Fabián Saraniche, el siempre recordado Sergio Fulvio, el Negro Rotela y Sergio "Martillo" Martiniello. Es que siempre las artes y la política eran dos grandes pasiones para quien por entonces se desempeñaba como Secretario de Cultura de la Municipalidad de Chivilcoy. Su gestión se la recuerda como una de las mejores desde la recuperación democrática hasta la actualidad, sólo comparable con la de Adrián "Pancho" Vila, el actual titular del área. Seguramente una Secretaría de puertas abiertas, amplia e inclusiva a todas las manifestaciones, sumada a la formación política de ambos, sea el punto de encuentro en el cual las dos gestiones, 30 años después, adquieren un común correlato.

Yo era adolescente cuando Chango llegó al barrio de la Mitre, junto a su bella esposa Silvia, sus hijos Nacho y Pilar que eran chicos por entonces y Mechi que era muy pequeñita y quizá la primera en ganarse el corazón del vecindario por su enorme carisma.

Transcurrieron los años, Chango dejó la función pública pero nunca su estela de dirigente popular, que lo acompañó hasta su muerte. En el barrio supo granjearse el respeto y el reconocimiento de la gente.

Cuando empecé a trabajar en Radio Chivilcoy y había algún acontecimiento político local, provincial o nacional que lo movilizaba interiormente, Chango tomaba el teléfono y nos llamaba a Quique Frias o a mi para ver si podía ir a nuestro programa de la tarde porque quería volcar allí algunas reflexiones. Entrevistas que se convertían en verdaderas ponencias de caracter politico-filosóficas.

Cultivó mucho la amistad con mi hermano Jose: cada vez que él venía a Chivilcoy las charlas que comenzaban en la vereda, terminaban indefectiblemente en un café

En su juventud, Ayarza militó en Guardia de Hierro, sector del Peronismo que se caracterizó por la formación de sus cuadros.

Siempre me pregunté por qué la política no le dio otra proyección a Chango, que tenía aquilatada formación, conocimientos y valores.

Hombre austero, jamás hizo ostentación alguna, sí en cambio tuvo un sueño que lo desvelaba: la unidad del peronismo o del campo popular, si queremos abarcar más amplio, pero una unidad que estuviese cimentada y transversalizada por todas las generaciones, por aquello de que "nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios".

Tradicionalista, siempre estuvo cerca del folclore y de los temas vinculados con el campo. De profundas convicciones religiosas, era confeso Bergogliano, reconociendo en la figura del Santo Padre al líder más importante a nivel mundial.

Con el fallecimiento de Carlos Alberto Ayarza se ha ido un hombre bueno, un vecino apreciado, un intelectual, un compañero y como decía aquel graffiti de 1985 que terminó pintándolo de cuerpo entero: "un Peronista para imitar".

Descansa en paz, querido Chango.

Por Julio Alberto Yapor