Por Guillermo R. Pinotti

Vínculos políticos: De la lealtad, obsecuencia y obediencia debida

sábado, 19 de mayo de 2018 · 00:00

Circunstancias del HCD de la ciudad, me llevan a reflexionar acerca de la lealtad, la obsecuencia, actitudes impuestas irreflexivas de obediencia debida a un temporal  líder o conductor que, en la manera de implementarse casi sinónimos uno de otro, lejos está de la libertad  de pensamiento y de la creatividad innovadora.  Más grave aún si ante hechos de corrupción la lealtad con el silencio, se mimetizan con la complicidad. Precisamente la democracia en su pluralidad de ideas es la semilla para dar nuevas formas al procesamiento y ejecución de pensamientos, aunque la base de los mismos esté sentada en las mismas raíces y se proyecten al logro de los mismos objetivos.

Por otro lado, todo camino conocido comenzó con los primeros pasos, y está en el rumbo, la firmeza e inteligencia con que estos se dan, los que harán perdurable al mismo para llegar a las metas planteadas. No por viejo y más largo un camino es mejor que otro. Sobre todo en la política, donde su funcionalidad hoy en día es totalmente dinámica y se construye en base a acuerdos, alianzas, pactos y compromisos dados en espacios de tiempo circunscriptos y no en forma perenne.

Y esta metodología está entre diferentes grupos y partidos como también entre las diferentes líneas de pensamiento dentro de cada sector. Un ejemplo de este tipo de acuerdos en las últimas elecciones en Chivilcoy hizo que Unidad Ciudadana que consiguió votos para el cuarto lugar, por convenio con Cumplir, repartieron entre ellos los cargos de autoridades del HCD dejando fuera a Cambiemos y 1Pais ubicados en segundo y tercer lugar respectivamente. Puede no haber sido simpático, pero se trata de acuerdos válidos a la ley que nos rige.

Claro está que, los propietarios del poder, tratan de adueñarse de las lapiceras que construyen las listas, y esa es la génesis principal de los conflictos. Porque uno de los vicios de este sistema es el condicionamiento para que la democracia no nazca desde las bases, desde la rebelión del pensamiento de cada uno; sino direccionada desde la punta de la pirámide y hacia abajo. Y aquí están los apremios y enfrentamientos posteriores por la no aceptación de diferentes formas, la falta de diálogo dirigido a contemplar la vocación y aspiraciones de los que vienen pidiendo desde abajo un lugar para expresarse y participar.

Las diferencias de pensamiento son el nutriente principal de la democracia, que enriquece la misma si se aplican en un marco de respeto. Y esto a mi manera de ver no es traición, sino búsqueda de transformación.

La política actual no es estática, es dinámica. Y los ideales estructurados han dado lugar a conveniencias que responden, en un espacio de tiempo y lugar, a los intereses pensados como más convenientes por distintos políticos, agrupaciones o partidos. Por esa razón y por la alta competencia, no pueden enmarcarse ni compararse a los valores de la vida diaria, la ética y la moral; como sinónimo de lealtad. Porque en la defensa de los distintos intereses la metodología de la política no puede sentarse en la “buena fe”. Es como un partido de ajedrez, y cada parte o sector utiliza su inteligencia y astucia política para llegar al jaque mate. Dentro de la ley y con las reglas establecidas en el juego.

Un reconocido y prestigioso político expresó públicamente hace pocos años: "Se puede ser kirchnerista sin ser peronista, pero no peronista sin ser kirchnerista". Una circunstancia dada. Un momento puntual. Una fotografía del momento. Pero en la película, metamorfosis y dinámica política generan nuevos momentos. Despierta distintas vocaciones y aspiraciones. Induce a crecimientos individuales y grupales. Eso hizo que al poco tiempo, ese prestigioso político nacional se diferencie en otro momento de aquel kirchnerismo y buscara espacio propio. Incluso rechazando una candidatura a gobernador. ¿Está mal? De ninguna manera. Esas transformaciones y creación de nuevos caminos hacia la meta es el sustento de la democracia, que nos enseña a vivir en las diferencias. Y este espíritu innovador debe ser respetado para todos, los militantes jóvenes y los militantes de más años; los de larga trayectoria como quienes recién han iniciado su camino.

 Ninguno puede ser el límite ni el techo de nadie en democracia. Perón dijo en su momento que, el peronismo, era un movimiento que incorporaba distintos sectores. Así describió entonces que el Justicialismo era el instrumento legal a través del cual se expresaba. Pero “peronistas hay en todas partes” agregó. Por eso es difícil entender que en la actualidad, ciertos sectores se adjudiquen “ser el peronismo” y bajar línea para que el resto sea sumiso, leal y obediente a su forma de ver las cosas. Y los demás son traidores. Esa sumisión y obediencia debida llevó a fuertes enfrentamientos históricos, peronismo de izquierda, peronismo de derecha. Y hasta peronismo neoliberal. Aunque parezca increíble.

Ha sido esto la utilización de la estructura peronista para distintos fines e intereses luego de la desaparición del líder conductor. Obviamente, el movimiento peronista y el sentimiento peronista, ante esta situación, y a partir de distintos referentes, se ha vehiculizado a través de distintas agrupaciones, cayendo muchos en la disyuntiva de “quien es más peronista”, con la terrible omisión de preguntarse primero “que es hoy ser peronista”. Vemos así, en distintos partidos, a intendentes, diputados, senadores, concejales y funcionarios que desde la misma raíz peronista buscaron expresarse sin dejar nunca su sentimiento peronista.

También discursos contradictorios con políticos misteriosamente millonarios hablando de “los humildes” y autoproclamándose sus protectores. Humildes postergados generación tras generación sin posibilidad de traslación ascendente de clase social y rehenes de este sistema a más de treinta años de esta nueva democracia, todavía muy vulnerable y presa de la corrupción.

Por eso señores, a no tener miedo a las nuevas expresiones y rebelión de ideas, que desde la vocación proyectada al bien común - sin olvidar las raíces pero cada cual con sus formas - se animan dentro de las distintas agrupaciones y entre las diferentes sectores, a ser “los mejores peronistas” que este pueblo argentino merece.

 

Por Guillermo R. Pinotti

 

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