Opinión
Chau querido Francisco
Por Diego Manusovich
¿Quién mantendrá encendida la llama del amor al prójimo?
¿Qué personajes nos quedan que apuntalen, aunque sea un cachito, las desvencijadas nociones del bien común?
¿Qué voces aún persisten que nos hablen de un mundo más humano y habitable para todos?
Con Francisco se van algunas definiciones fuertes. Habló del valor de la palabra, el cuidado de la casa común, la dignidad del trabajo, el oprobio del desalmado entramado financiero, etc.
¿Qué voz rutilante podrá contrapesar el sistema en el futuro?
El sentido de la fraternidad familiar, el lugar de la mujer dentro y fuera de la iglesia.
¿Quién activará dentro nuestro, esa capacidad de sentir que todos somos parte de una misma especie?
La economía al servicio de los pueblos, consumir para vivir y no vivir para consumir.
¿Hacia dónde irá nuestra humanidad fachistoide sin guías que nos recuerden los lazos que nos unen?
Un personaje público que vivió como predicó, la austeridad rampante en un mundo en donde el poder se rige con los hábitos de la riqueza material extrema…
Chau Francisco, a pesar de mi ateísmo, te elegí coprotagonista de mi sexta novela. Soñamos juntos e hicimos todos nuestros intentos por cambiar este mundo que no nos apetece. En las noches más oscuras, nos escapamos a Roma para meter juntos “las patas” en la Fontana Di Trevi. Me llevaste a descubrir los tesoros de la argentinidad dentro de las bóvedas del Vaticano y hasta me revelaste (era un secreto de estado) el acta de bautismo de todos los niños apropiados durante la última dictadura militar para que se los lleve a Estela de Carlotto. Fue una convivencia hermosa y profunda allí en Santa Marta. Me queda el sabor de lo compartido en la ficción de la novela y un testimonio para compartir con todos “El Pedagogo y los curiosos juegos del Papa Francisco”.
Gracias por todo y que descanses en paz.
Seguimos pensando.-