Opinión
Con una simple denuncia, todos son culpables, sin que deba demostrarse lo contrario
Por Emmanuel LangoneLa realidad supera generalmente la ficción. Aclaro que estas palabras, en lo más mínimo tienen intereses políticos. Durante la semana hemos visto, diputados Nacionales, en plena sesión del Congreso de la Nación Argentina, pedir repudio por el procesamiento de un intendente Bonaerense por ser imputado del delito de abuso sexual. Entendámonos en algo antes, el delito de abuso sexual es aberrante, socavando con la dignidad de la persona, pero siempre que venga de la mano, de una condena firme en etapa revisora de sentencia.
De lo contrario, proviniendo dichos argumentos, ni más ni menos, que desde uno de los 3 poderes del estado, un diputado achaque una condena a un imputado, conllevaría tirar por tierra lo dispuesto por el art. 18 de nuestra carta Magna, que expresa: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso…”.
Por ello es, que sorprende la supina ignorancia en la expresión pedida, sumado a colectivo de actrices que replican la aberración jurídica relatada, y de repudios de partidos políticos incluso de nuestra ciudad, que ya dan por condenado a quien todavía ni siquiera pisó el banquillo de los acusados. Con este escenario, es bueno dejar el oportunismo, y pensar seriamente lo siguiente: Si seguimos ese criterio, mañana A puede ir a una comisaría o fiscalía y denunciar a B, de cualquiera de los delitos que componen el Código Penal y así automáticamente y tan fácil C puede decir que B es tal o cual cosa y los medios de difusión y los políticos pueden tomar eso para hacer pedidos en sus cámaras o en el concejo Deliberante, sería ridículo, un total contrasentido. Lo peligroso de esto, es que la sociedad ve en un diputado Nacional, una persona formada, con expertise en su labor y, por ende, si ellos sostienen que es un delito cometido por tal o cual funcionario, o actor (Darthés por ejemplo), o figura pública que más les guste, automáticamente ello se refleja en una condena social anticipada, que en muchas ocasiones se genera contra inocentes.
En resumidas cuentas, no salgo de mi asombro en el grado de locura que estamos manejando como sociedad, donde la sensación importa más que el contenido y después de demostrarlo que se ocupe otro, dejemos de ser hipócritas y digamos las cosas por su real nombre.