Opinión
Navaja y motosierra
Por: Diego ManusovichLa historia de nuestro país está surcada por vaivenes jurídicos escandalosos. Desde aquella suprema corte de justicia que avaló el primer golpe militar de 1930, hasta la impunidad de los que bombardearon la plaza matando a centenares de inocentes en el 55. Desde las anteojeras para permitir que Menem extranjerizara a precio vil las empresas del Estado hasta la deuda carcelaria de Macri durante su último gobierno. Desde las causas armadas contra Cristina por amigos de Mauricio que jugaban con él al padel en la quinta de Olivos, hasta la extorsión de los grandes grupos económicos generando inflación en forma desmedida.
La falta de justicia, la justicia a medias, o la justicia condescendiente con el poder de turno, es el caldo de cultivo para la pérdida de la esperanza ciudadana.
Pese a todo esto, la noticia del viernes pasado, tal vez nos permita un resquicio de ilusión: “La Cámara de Casación desbarató un intento de los genocidas para irse a sus casas. A días del 48º aniversario del golpe y en medio de rumores de concesiones para los criminales de lesa humanidad, el máximo tribunal penal del país emitió un fuerte mensaje en contra de la impunidad.”
Los delitos de “lesa humanidad” no pueden albergar ninguna tolerancia carcelaria, estamos totalmente de acuerdo y este proceso judicial (algo lento por cierto luego de 40 años de Democracia) es un camino firme y virtuoso, pero ¿qué pasa con el resto de las acciones humanas?
Como para habilitar una actividad industrial de cierto riesgo hay que cumplimentar una investigación seria de “impacto ambiental” ¿no sería pertinente que la justicia le pidiera al gobierno actual una investigación acerca de los trabajadores del Estado y la importancia cotidiana de sus tareas? Este gobierno libertario está desguazando las estructuras institucionales con un análisis nulo. Miles y miles de trabajadores quedan en la calle a merced de un mercado retraído, y sin un debate serio acerca de qué se dañará en el tejido de servicios y derechos a la ciudadanía en el futuro. La Agencia Télam, por ejemplo, era la única que prestaba un servicio en los múltiples entramados noticiosos en las profundidades de las 24 provincias. Se ocupaba de visibilizar el deporte, la cultura, los emprendimientos y el arte revalorizando el acervo social del interior del país. El INADI se encargaba, además de recibir las denuncias del caso, de estar presente en los medios de comunicación con información que permitiera fortalecer la tolerancia y el respeto a las diversidades en las convivencias. ¿Y ahora quién se encargará de esas tareas importantes? ¿El mercado? ¿Coto o La Anónima?
¿La justicia no puede frenar esto y proponer un escaneo más preciso acerca de los servicios que provee el Estado? ¿La motosierra es la mejor herramienta que hemos creado para mejorar la institucionalidad en la Argentina?
En vísperas de una nueva conmemoración de lo que fue el genocidio más brutal de la Argentina, basado en la persecución desde el estado a todos quienes pensaban y militaban un mundo mejor, decimos NUNCA MÁS.
Y le pedimos a la justicia un nuevo esfuerzo de coherencia, ética y salvaguarda de un país que se desarma con la inteligencia de un mono con navaja.
Seguimos pensando.-