Opinión
Maquiavelo, el León y el Zorro… 500 años no es nada…
Por: Luis E. Rositto“El Príncipe” es, sin lugar a dudas, la obra icónica de Maquiavelo, escrita hace más de 500 años y, a la vez, fuente donde abrevaron la mayoría de los políticos del mundo. Con las disculpas del caso para don Maquiavelo, me permití intervenir una sola página de su obra. Lo único que hice fue cambiar en el texto una palabra por otra. Donde decía príncipe, yo escribí político y este fue el resultado:
“De manera que, ya que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el POLITICO se transforma en ZORRO y en LEON, porque el León no sabe protegerse de las trampas ni el Zorro protegerse de los lobos. Hay, pues, que ser Zorro para conocer las trampas y León para espantar a los lobos. Los que sólo se sirven de las cualidades del León demuestran poca experiencia. Por lo tanto, un POLÍTICO prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer. Si los hombres fuesen todos buenos, este precepto no sería bueno; pero como son perversos, y no la observarían contigo, tampoco tú debes observarla con ellos. Nunca faltaron a un POLITICO razones legítimas para disfrazar la inobservancia. Se podrían citar innumerables ejemplos modernos de tratados de paz y promesas vueltos inútiles por la infidelidad de los POLITICOS. Que el que mejor ha sabido ser Zorro, ése ha triunfado. Pero hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en disimular. Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar”.
Leí, además que, en la práctica política, según Maquiavelo, la fuerza, la astucia y la crueldad juegan un papel fundamental, aunque deben ser utilizadas de manera limitada para no deshumanizar tanto a los políticos y gobernantes. Interpretando lo que Maquiavelo dice, asumimos que los políticos y gobernantes que actúan siempre como el León no entienden el arte del Estado, pues plantean promesas que luego son inútiles o no pueden cumplirlas, por lo tanto, deben saber también asumir el papel de Zorro para salir mejor librado de algunas situaciones, considerando que “la promesa dada fue una necesidad del pasado y la palabra rota es una necesidad del presente, un hombre prudente no debe mantener la palabra dada, si eso le es perjudicial”.
Goebbels, jefe de propaganda de Hitler, decía que “Basta decir una mentira con gran aparato, repetirla cinco veces en la mentalidad del pueblo, para que éste la crea, y siete veces para que quien la produjo la considere, fríamente, como una verdad”, traigo esto a colación porque, en definitiva, son nada más que la confirmación de que la ética en la política, siempre fue una utopía. Muchos la persiguieron. Muy pocos lograron alcanzarla.