Opinión
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Por Diego ManusovichAjustar el Estado no está mal. Ajustar el Estado, la economía de un club, un comercio o los ingresos de una familia, debe ser una práctica cotidiana. Es saludable, recomendable y necesario revisar cada porción del Estado para que esa máquina del bien común (sistema de salud, educación, servicio meteorológico, fuerzas públicas, aduanas, justicia, calles, rutas, universidades, etc.) sea una herramienta eficiente y eficaz a la hora de honrar el esfuerzo de todos.
Ese ejercicio de cuidar el gasto debe ir siempre acompañado de estrategias de recaudación progresivas, es decir, en sociedades desigualmente capitalistas, los que más ingresos tenemos, debemos contribuir mucho más que el resto, de modo que el flujo de recursos que llegue al Estado alcance para sostenerlo en todo su esplendor. La solidaridad contributiva es una frágil vocación colectiva que hay que cuidar y alentar todos los días. Repito: la solidaridad de los contribuyentes en el pago de los impuestos y las tasas debe ser honrado por los gobiernos revisando el funcionamiento del Estado a fondo todos los días.
Los colectivistas somos los primeros que debemos cuidar, auscultar y eficientizar a nuestra “casa común” para que nadie pueda cuestionar su enorme y trascendente servicio. En cambio, los anarco-capitalistas de derecha, sólo quieren hachar, mutilar y “motoserrar” al Estado para que ese “bien común” haga poco y sirva para menos, permitiéndole a los grandes tributar escasamente.
Sintetizando; preocuparse por cómo gastamos desde el Estado y cómo recaudamos y a quién, son las dos caras de una sociedad que reflejan su sentido de justicia, su mirada de futuro y sus valores humanos. Hay algunos gastos estratégicos como la educación, la ciencia y la tecnología que requieren aumentar las contribuciones de los que más ganan, como en cualquier país del universo.
Seguimos pensando.-