Opinión

Cuatro puntos suspensivos

por: Pablo Poggi (*)
domingo, 15 de enero de 2023 · 01:56

I

El país de la doble vara.

Todos estamos siguiendo el juicio por el caso de Fernando, el pibe que mataron a golpes con una clara “voluntad homicida”. Y todos estamos estupefactos de la frialdad de los acusados, los rugbiers, a quienes prefiero llamar “los asesinos”. Porque son eso: asesinos. Los padres de los homicidas en silencio, sin un atisbo de dolor, prácticamente como mirando una película de Netflix. Un club que dice que “fue una pelea, nada más”. El “nada más” es Fernando muerto. Un verdadero horror, tal vez porque si creen que Fernando “era un negro de mierda”, un pibe que no tenía derecho a vivir, a soñar, a pensar un futuro, sólo porque para ese fragmento excretable de la sociedad que se siente superior, tan superior como para matar a trompadas y a patadas a Fernando.

Esa conducta horrenda de no horrorizarse, habla de que ya hay cosas irreversibles en nuestra sociedad, que esos mismos que piden “bala y muerte” cuando un “negro de mierda” delinque -no piden justicia-, hoy se meten la lengua en ese agujero por donde sale la mierda. Ojala la justicia dé una muestra ejemplar de humanidad y esos cobardes asesinos, se queden hasta hacerse ancianos en la cárcel. Sin sueños, sin vida, sin futuro, sin nada, tal cual se lo arrebataron a Fernando,

II

Massa: el equilibrista ciego.

La economía está creciendo, según datos de una computadora que hace cálculos inhumanos, creciendo en un silencioso mecanismo mágico y contradictorio, crece pero haciendo cada vez más pobres a los pobres y más ricos a los ricos, es un crecimiento extraño, que me supera de cualquier modo, evidentemente no debo estar capacitado para verlo, porque ese crecimiento se da a través del ajuste brutal del Ministro Massa, entonces: ¿quién crece?  La respuesta es la misma de siempre, la misma que en estos 40 años de democracia ininterrumpida tenemos: los especuladores y la timba financiera. Esos crecen, por eso a Massa lo llamo el equilibrista ciego. No es casual que haga referencia a estas cuatro décadas de democracia, porque la deuda social e interna sigue siendo indignante, la política -salvo algunas primaveras-, no ha podido construir la idea de lograr diez políticas de estado inamovibles -las tienen Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay-, para poder transitar los cambios políticos sin olas destructivas como nos pasa en Argentina. Ojalá que este año se empiece a pensar un poco más en serio el destino de nuestra patria, se piense verdaderamente en el otro y no las situaciones personales o judiciales de los dirigentes, la patria es mucho más que un nombre y apellido, por eso cuando se duda, hay que volver a Perón. Allí están todas las respuestas.

III

Narciso en el espejo.

Otra vez el ex-intendente de principios de siglo haciendo lo que mejor sabe hacer: paralizar. Esa práctica narcisista de aparecer para que nadie tenga la posibilidad de intentar o al menos pensarlo, una práctica que viene realizando desde que dejó el palacio municipal, si no le erro mucho, allá por el 2009. Catorce años pasaron, una década y media casi, de hacer siempre lo mismo. Aparecer como un fantasma que se resiste al ocaso del olvido para que un puñado de almas lo aplaudan, lo nombren, lo llamen, lo recuerden… sólo para no dejar extinguir lo que alguna vez perfumó al César en Roma. Es un maravilloso caso de diván, un extraordinario paciente para psicoanálisis, para que Freud y Lacán se caguen a trompadas en los patios de Tomaso en medio de la fiesta; porque ya no es una erección electoral, es la contundente impotencia del pasado.

Cuando veo estas cosas pienso: qué tristeza la imposibilidad de aceptar que ya no es nuestro tiempo, que son los tiempos de otros ordenadores y que debemos estar disfrutando este lugar de descanso, pero también pienso en ese mundo liliputiense, la excitación viendo la castración de otros tal cual Cronos a su padre Urano, ¿qué vida tan llena de vacíos, no? Lo que muchos piensan que es un éxito, es apenas un sonido monocorde cada vez más lejos. Que pena, la vida es tan linda para vivirla a tiempo.

También pienso, cuando veo las apariciones como en los encuadres de John Carpenter, no se repetirá la historia en este tiempo circular que vivimos, y otra vez sea 1999 y la contundencia de la voluntad popular le diga: “hace tiempo que no es tu tiempo” y de allí se pueda reescribir la historia como lo hicieron aquellos a principios de este siglo. No sé, solo pienso en Narciso en el espejo y me repito: prefiero el olvido a vivir en la oligofrenia del perro del hortelano.

IV

Un pensamiento para rumiar

“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”. Mariano Moreno, 7 de junio de 1810

(*) Dactiloscópico en melancolía.

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