Apetito voraz

¿Qué esperanzas humanas tenemos hacia el futuro?

¿Qué chances de ser un país más inclusivo con dignidad para todas nuestras familias?

¿Será posible algún día erradicar la pobreza y la indigencia de nuestra gloriosa nación distribuyendo mejor nuestras riquezas y oportunidades?

Ayer los productores y financistas agropecuarios desempolvaron el tractor arrumbado del abuelo para marchar austeros en queja a la ciudad.

Ya no se conforman con tener una 4 x 4. Ahora quieren una 5 x 5 o una 6 x 6. La riqueza en dólares que la guerra vino a desmesurar, no les resulta suficiente.

Todos los que conocemos cuánto gana un productor por hectárea, cuánto un arrendador de pool de siembra y el resto de la cadena, sabemos que son números obscenos en un mundo de fantasía próspera. Sin embargo, flameando la misma bandera que nuestros mejores héroes portaron para soñar una patria más justa, salen a las rutas a gritar porque el gobierno, en un intento por contener los precios, aumentó un 2% las retenciones a los derivados de la soja.

¿Qué remedio tenemos como sociedad si los más ricos lloran miseria?

¿Qué camino nos espera si los más favorecidos por la bendición de nuestra tierra se hacen las víctimas de un sistema que los oprime?

Antes se decía “y después van a misa a rezarle a Dios por un mundo de hermanos”.

Ahora, esta generación brutal ya se liberó de esa inconveniente atadura.

Seguimos pensando.