Opinión
Los hermanos Antonio y José Bilbao y Don Miguel Cúculo
Por: Leandro CrespiDesde hace un tiempo hemos escuchado y empezado a hablar de la importancia de la preservación y de los espacios públicos y en especial de los espacios verdes.
Siento que muchas veces los argentinos tenemos esa actitud de ser fundacionales de las cosas sobre las cuales queremos actuar o hablar. Sobre todo hablar u opinar pero desde la tribuna.
Es ahí cuando busco a aquellas personas que han sido hacedores de la sociedad y sobre todo de la Patria Chica.
Fueron los planos de Baltimore los que dieron la traza original de la Ciudad de Chivilcoy, estableciendo hace 167 años plazas cada ocho cuadras.
Este diagrama fue respetado hasta que llegó la primera avenida de Circunvalación y se dejaron de lado estas ideas que en el siglo XIX o casi todo el siglo XX no se les daba un nombre tan pomposo pero era la defensa del medio ambiente y del espacio público.
Hoy vemos que se ha tomado una quinta privada como ejemplo de lo que debe ser la defensa del espacio público o de los espacios verdes de nuestra sociedad.
Y quiero hacer una lectura de cómo actualmente se sacan árboles de más de 60 años en pleno centro, algunos árboles centenarios; hasta de las plazas públicas sin que haya una mínima crítica hacia ese tipo de acciones que vale reiterar son en contra de la forestación o de su falta de defensa.
Hasta hay ordenanzas municipales vigentes desde hace años para que se planten árboles en todas las veredas de la Ciudad y hay calles frente a la plaza principal que no tienen ni siquiera una.
En los últimos diez años con la construcción de edificios se han sacado hasta árboles centenarios sin que la municipalidad haya exigido una explicación o la reposición de los mismos.
Hay también lugares privados como el predio en la Avenida Güemes que ocupa dos manzanas con una hermosa vegetación y está cerrado a pesar de ser dos manzanas sin apertura de calles, donde la Afip (ex DGI) tendría su archivo, a pocas cuadras de la plaza principal.
Comparto la defensa de los espacios verdes públicos, reclamo una política concreta para la misma y que se defienda y respete un derecho constitucional como la libertad de expresión y otro del mismo valor como el derecho de propiedad.
Fue la historia cercana lo que me llevó a compartir con ustedes estos pensamientos. Por esa cercanía familiar puedo decir que lo que hoy se denomina como el Monte Cúculo supo ser en los principios del siglo XX de dos hermanos, vascos ellos y muy unidos: Antonio y José Bilbao quienes no sólo se casaron con dos hermanas de apellido Vasallo.
Sino que trabajaron dicho predio durante toda su vida criando animales y cultivando la quinta.
Eugenia Bilbao –hija de Antonio- junto a sus familiares decidieron vender hace ya unos 60 años y el comprador fue Don Miguel Cúculo, quien, junto a su esposa, la querida Doña Teresa, tuvieron siete hijos. Durante muchos años ese vivero fue un emblema de Chivilcoy. Recuerdo que cuando se asfaltó la avenida José León Suárez donde la familia vivía, donaron las plantas para forestar toda la avenida.
Dicho esto, hoy se ve apetecible un predio privado para opinar y decidir qué se debe hacer con él.
La realidad es que la quinta de los Cúculo tiene a sus copropietarios que son tantos que ni me animo a dar el número exacto, por supuesto tengo presentes a Tate, Julio y sus hermanas, a Daniel, a Gustavo y a Juanjo, a Ani, a Javier y Nora. A Karina y Darío que desde la juventud no he vuelto a ver y me quedo corto con la lista.
El Pato me mira sorprendido por los datos de familia. Le explico que la casa de mis abuelos Larrañaga estaba haciendo cruz con la casa de los Cúculo, yo me crié ahí dentro y supe del trabajo familiar en ese vivero durante años.
Se rié y me dice mirá Chino, te voy a contar un cuentito que viene al tema.
Se encuentran dos amigos en la calle y uno le dice al otro: mirá qué bonitas casas que hay ahí. Si yo fuese dueño de esas cuatro casas, dos las regalo.
Pasa justo un camión con una flota de autos de alta gama, y se da manija y sigue: si yo fuese el dueño de esos seis autos, tres los regalo.
Y el amigo le pregunta: Y si tuvieras seis gallinas y dos lechones?
Ah, no esos, esos no los regalo… porque eso sí que los tengo de verdad y son míos!!!
David Hume, filósofo escocés ya en el siglo XVIII afirmaba que “la razón es esclava de las pasiones”.