Opinión

Raúl Alfonsín: La esperanza en marcha

Por Leandro Crespi
domingo, 30 de octubre de 2022 · 02:42

A cuarenta años del mes de diciembre de 1982 resulta aleccionador volver sobre la historia.

Hoy se cumplen 39 años del triunfo del Dr. Raúl Alfonsín en las elecciones presidenciales de 1983.

Pero todo proceso, obviamente, tuvo un inicio. El dirigente radical ya había sido precandidato a presidente en 1973, cuando fue Ricardo Balbín quien terminó representando a la Unión Cívica Radical. Desde esa época y en forma ininterrumpida siguió batallando contra la barbarie y la violencia instalada en la Argentina.

Fue en el invierno de 1982 cuando inauguró su campaña en la Federación de Box en la Ciudad de Buenos Aires.

Lanzó la fórmula presidencial antes que ningún otro partido: en diciembre de 1982 en el Luna Park, fuimos testigos de la avalancha de gente que ya entonces lo seguía, quedaron miles en las puertas del mítico lugar para asistir a la presentación del binomio Raúl Alfonsín – Víctor Martínez y la frase que titulaba en los afiches del anuncio: La esperanza en marcha.

La gente creyó en él y por eso lo votó, los sectores del poder lo enfrentaron porque sabían que su liderazgo terminaría con los privilegios y otros por cuestiones políticas jugaron en contra de un gobierno legítimo, democrático y respetuoso de la ley. Con una ética que hoy ya no existe, con un líder que sólo quería la solución a los problemas nacionales y que tuvo enfrente enemigos poderosos que lo apalearon y lo dejaron sin posibilidades de construir una sociedad mejor para los tiempos que corrían.

Muchos observan hoy que en un tema como el del juzgamiento a las Juntas militares estuvo solo, sin el apoyo del principal partido de la oposición de entonces.

Como también en cuestiones económicas, de leyes laborales, de salud pública donde Alfonsín proponía terminar con la burocracia sindical pero también quería una ley de Seguro Nacional de Salud para el conjunto de la sociedad.

Era un líder. Después de 60 años la Unión Cívica Radical y el país tenían un líder no peronista. Y resultó una piedra en el zapato, nadie pensó en el futuro del país, cuando lo pudieron destruir, lo destruyeron, cuando lo pudieron evitar lo hicieron.

Sin embargo nadie podrá desconocer sus logros como el Tratado de Paz con Chile, la ley de divorcio vincular, la democratización de las universidades públicas, la paz social y política, la libertad de expresión y el respeto a los adversarios más allá del trato recibido.

Hoy el país necesitaría un líder, pero los líderes no se consiguen por generación espontánea. Se dan o no. Esa es la cuestión.

El 31 de marzo de 1989 cuenta el sociólogo Juan Carlos Torre en su libro “Diario de una temporada en el Quinto Piso” que “se había encontrado con el entonces ministro de Economía Juan Vital Sourroille porque el desenlace que tantas veces habíamos comentado e incluso propiciado estaba ante nosotros. Sin embargo, no pude evitar un estremecimiento: la presión que sentí en el pecho me traicionó y no pude escribir más que un párrafo que había escrito mentalmente tantas veces anticipando este final que tenía que ver con el significado histórico de los seis años de Alfonsín en la presidencia para el país. A las tres de la tarde me encontré con Juan y me dijo que esa mañana, a las ocho y media había ido a Olivos y que por primera vez, en seis años, lo había hecho sin avisar previamente. Tal como imaginara, lo vio a Alfonsín muy afectado. Hablaron de preparar la sucesión en el ministerio. Estuvieron de acuerdo en que fuera Juan Carlos Pugliese, que había ocupado el cargo en el gobierno de Illia, acompañado por algunos miembros del equipo económico”.

La renuncia, obligada por el candidato Angeloz, lo dejaba al presidente Alfonsín en la soledad más extrema y de ahí al 8 de julio de 1989 sólo faltaba que la herida no se profundizara mucho más. La suerte estaba echada.

La esperanza en marcha fue importante y como tantas veces dijo Alfonsín “cuando salgo del país, en el exterior no preguntan por qué me fui seis meses antes. Me preguntan cómo aguanté cinco años y medio”.

En estos días (27 de octubre) se cumplen 52 años en que el Dr. Luis Federico Leloir recibió en su casa el aviso que había ganado el premio Nobel en Química, se lo comentó a su señora y decidió irse al cine con ella.

La pregunta en ese momento en nuestro país fue ¿Quién es Leloir?

Ojalá nuestra sociedad pueda comprender quién fue el presidente Raúl Alfonsín y cuál fue su legado, porque si no aprendemos de la historia es muy factible que cometamos los mismos errores.

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