Opinión

Los tiempos de la política, los tiempos de los políticos, los tiempos de la gente…

Por: Luis E. Rositto
viernes, 28 de octubre de 2022 · 11:32

Los que tenemos en nuestro haber algunos años más de lo que desearíamos, recordamos cuando los tiempos de la política y de los políticos eran uno solo y la verdadera agenda la marcaban las necesidades de la sociedad, del pueblo, de los de pata en el suelo o “los nadie”, al decir de Eduardo Galeano. Que nunca fueron lo mismo, ni tampoco fueron interpretados como tal, por los gobiernos de turno.

Hoy, los tiempos de los políticos los llevan -cada vez más-, a poner el culo contra la pared, defendiendo sus espacios de poder, ya sean reales o añorados, sin temor a que la historia se los lleve puestos, sólo por no haber estado a la altura de las circunstancias, justo cuando esas circunstancias tienen que ver –como nunca- con las necesidades y urgencias del país real.

Hoy, los tiempos de la política, que deberían estar abocados a solucionar los problemas de la gente, se ven atravesados por medios que eligen hacer “periodismo de guerra”, tiñendo de desconfianza, incertidumbre y, fundamentalmente, odio, el país político, atacando con saña a sus actores, los políticos. Más allá de razones y sinrazones, desde que los empresarios son los que dirigen los medios, la verdad deja de ser importante para hacer foco en las sensaciones que esa verdad produce en la gente. Sobre esto trabajan, también, analistas, gurúes, focus group, y demás yerbas, convencidos que los hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la emoción o las creencias propias de cada uno. Algo que dio en llamarse post verdad. Y que también ampara el accionar de la justicia, una justicia sospechosa y sospechada, que, en los tiempos que corren, se transforma y actúa en modo bélico y parcial, en consonancia con ese periodismo del que hablábamos, lo que, en este escenario, coloca a ambos por encima de los otros poderes, -el ejecutivo y el legislativo-  por acción, omisión,  impericia o conveniencia de estos últimos.

Lo menos que podemos pedir es que dejen de rasgarse las vestiduras cuando la gente los mira, al menos, con desconfianza en este presente teñido de congoja y sin esperanza posible si los tiempos de la política, de los políticos y de la gente siguen transitando caminos tan diferentes.

Sólo durante los tiempos duros como éste es donde las personas llegan a entender lo difícil que es ser dueño de sus acciones, sentimientos y pensamientos

Los tiempos de la gente no son los mismos del gobierno, y yo también entiendo que la centralidad será superar la vergonzosa desigualdad social, la pobreza y la miseria mediante políticas sociales con acento en la salud y en la educación en el largo plazo. Pero urge tomar otro tipo de medidas, aunque más no sea para volver a meterse en el partido…

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