Opinión

¿Pasantías laborales o escuelas abiertas?

domingo, 9 de enero de 2022 · 01:49

La Ciudad de Buenos Aires promoverá, a partir del año que viene, “prácticas educativas en espacios laborales” para alumnos de 5to año de escuelas secundarias.

Hace tiempo que la formación de nuestras nuevas generaciones de argentinos está encerrada en las cuatro paredes del aula. Los contenidos disciplinares pueden y deben interactuar con el contexto que nos rodea. La falta de “mundo” en la educación formal es una deuda calamitosa. Nuestros niños deberían no sólo comprender cómo funciona una empresa y la lógica laboral que eso conlleva, también ser parte de una “inmersión pedagógica” en muchos ámbitos que hoy están vedados.

¿Qué fortaleza tienen las escuelas aisladas del mundo como si fueran abadías medievales?

Una educación vital no sólo debe preparar a los niños y jóvenes para el mercado laboral, también para fortalecer los lazos y la sensibilidad humana, el delicado equilibrio medioambiental, el arte y la cultura como bienes irreemplazables del ejercicio por la belleza y la profundización de los valores ciudadanos.

¿Sólo se nos ocurre sacarlos del aula para que vayan a familiarizarse con el universo maquinal de un puesto laboral?

Todo argentinito debería conocer la ribera más cercana donde es probable que aún se arrojen desperdicios en la naturaleza. Visitar a un viejo relojero para conocer su oficio y la paciencia en su trabajo. Conocer librerías, visitar a un poeta, un ordeñador de vacas y una señora que maneja un camión. Un estudio de grabación de música, una fábrica de helados y un basural a cielo abierto de esos que dan escozor en la piel. Todo alumno de escuelas argentinas debería conocer cómo funciona un taller textil cooperativo de mujeres solteras y recorrer el camino que cualquier niño del altiplano hace todos los días para cumplir su escolaridad. Todo niño debería pasar al menos algunas horas en un hospital infantil, con un vendedor ambulante de su pueblo o con algún bombero que cuente sus historias de arrojo y coraje por los demás. Todo niño debe conocer el interior de una villa o asentamiento precario para darle perspectiva real al mundo que construyeron hasta ahora los geniales adultos. Ir a una obra en construcción, visitar un vivero y el Concejo Deliberante de su pueblo.

La educación formal, tal cual se practica hoy en día, es más parecida a una burbuja fantasiosa preparada para la irreflexión y la insensibilidad, que para llenarse de contenido de todos los colores.

Más que una pasantía laboral debemos repensar la formación de nuestros hijos en forma de compromiso con nuestro tiempo, con todo lo real y humano que eso conlleva, dejando incluso al descubierto, nuestras infinitas contradicciones como especie.

Seguimos pensando.

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