Ambiente / Por Jimena Villar
¿Sabés de dónde viene y a dónde va eso que tenés puesto?
La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta y la alternativa circular comienza a ganar terreno para paliar el impacto ambiental y esclavista del fast fashion. ¡Vamos las ferias!
La sustentabilidad tiene miles de aristas y una de ellas, y a mi criterio, poco comentada, tiene que ver con la ropa. Por algún motivo no asociamos la indumentaria a la contaminación y a la explotación laboral, pero es un hecho que ambos son dos factores claves cuando corremos un poco el velo (o la cortina del probador). La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta.
Algunos datos: el fast fashion o moda rápida es un concepto que se usa para definir la ropa producida en masa para un público masivo, de baja calidad y barata. Todo este consumo acelerado convierte a la industria textil en una de las más contaminantes del planeta y también, en explotadora laboral. Países como India, Bangladesh, China, Camboya, Malasia o Sri Lanka son grandes productores de fast fashion, esclavizando a trabajadores y trabajadoras, entre ellos niños, que pasan largas horas confeccionando prendas baratas que responden a tendencias pasajeras y que se utilizarán por un corto tiempo.
Sin embargo, no hace falta irnos tan lejos, de vez en cuando, vemos en las noticias nacionales operativos en donde se encuentran talleres textiles clandestinos en Argentina, que, por lo general, emplean a migrantes indocumentados para someterlos, si no es por la fuerza por la necesidad, a pasar horas y días sin descanso detrás de una máquina de coser confeccionado prendas fast fashion.
Además de la explotación laboral, se calcula que tan solo la producción de ropa representa el 10% de las emisiones de CO2 a nivel global, el equivalente a lo que libera la Unión Europea por sí sola. En tanto, según Greenpeace, “la contaminación que genera la producción de ropa alcanza también a la tierra y el agua. Y no solo su fabricación, ¡incluso lavar la ropa desemboca en un aproximado de 500 mil toneladas de microplásticos al año en los océanos! Se estima que el 73% de la ropa producida anualmente termina incinerada o en basureros, lo que contribuye a la contaminación terrestre y atmosférica”, señala esta organización.
Otro dato que descubrí hace poco y que me voló la cabeza: en el desierto de Atacama, en Chile, existe un “basural” de ropa, donde hay incluso prendas que aún conservan su etiqueta. Y ya para cerrar algunas ideas, otra información aún más alarmante: para producir una camiseta de algodón se necesitan unos 2.700 litros de agua; para un jean 7.500 litros de agua; el 85% de las prendas fast fashion terminan en basurales o incineradas.
Acciones circulares al rescate
El concepto y sentido de lo circular hace rato que viene haciendo mella en el ambientalismo y en la sociedad en general, incluso llegó a la Economía. Desde nuestro lugar de ciudadanía podemos implementar acciones sencillas que pueden influir favorablemente sobre esta problemática.
Comprar conscientemente: el primer paso es tener información. Las etiquetas generalmente dicen “made in China” o “made in Bangladesh”, pero en caso de que no las hubiere, la regla es sencilla, si es barato y de no muy buena calidad es fast fashion. Lo ideal sería no comprar, pero no todo el mundo tiene el bolsillo adaptado a estas cuestiones y para muchas personas es la única posibilidad de acceder a ropa nueva.
Tiendas de segunda mano o ferias. Hoy, si recorremos nuestra ciudad podemos encontrar varias ferias que ofrecen prendas usadas y en buen estado. Muchas de ellas incluso intercambian. Yo recomiendo Zorritas Vintage pero hay muchas más, tanto en el centro como en las partes más alejadas del centro.
Alquiler de ropa. Para eventos especiales, conviene alquilar la indumentaria antes que adquirirla.
Hay marcas que se están adaptando a la sustentabilidad y están comenzando líneas eco friendly. Adidas, por ejemplo, está haciendo zapatillas con basura sacada del mar. Pero con una simple búsqueda en Instagram es fácil encontrar muchos emprendimientos argentinos que hacen lo mismo, generalmente los venden así “nuestras zapatillas son basura y estamos orgullosos de eso”.
Tener un “capsule wardrobe” o armario cápsula, compuesto por ítems esenciales que nunca pasan de moda y que combinan entre sí y que son de muy buena o alta calidad. De ese modo duran más. Hay muchas páginas en internet que recomiendan cómo armarlo.
Por último, limitar el consumo, pensar cuánto es realmente necesario comprarlo y cuánto uso se le va a dar. Y cuando ya no lo usemos, hagámoslo circular. Si está en muy mal estado, buscar un nuevo uso: mantas para mascotas, relleno de almohadones, trapos para limpiar, fundas, delantales, bolsas de compras.
Una cosa más, el “cortometraje 38” resume todo lo dicho hasta acá y puede encontrarse en Youtube “Se compra y se tira, y mientras trabaja se acaba su vida”, dice la canción que acompaña las imágenes. Allí agrega también “12 horas al día, 6 días a la semana, 38 euros al mes”.
Si conocés otras maneras de hacer circular la ropa, ubicaciones de ferias o ideas para reutilizarlas me gustaría que las dejes en los comentarios de esta nota o en mis redes sociales @jimenavillarpress.