Opinión

El dilema de las redes sociales y la necesidad de una regulación urgente

domingo, 30 de enero de 2022 · 01:15

Si no fuera porque los argumentos que sostiene “El Dilema de las Redes Sociales” (The Social Dilemma) estuvieran tan claros, sería imposible tomar por serias las proposiciones que se hacen a lo largo de su desarrollo. Esto es posible únicamente ya que, tras la enorme ironía que representa hallar en una plataforma de entretenimiento una crítica inteligente a la hiperconectividad fomentada por la industria de la tecnología, hay una serie de verdades que deberían hacer reflexionar respecto a las redes sociales.

El documental está centrado principalmente en una serie de testimonios que explican de manera lúcida cuáles son algunos de los mayores inconvenientes con las redes sociales. Y todos los argumentos corresponden a la experiencia de partícipes fundamentales en la construcción de este modelo de comunicación. Cada uno de los testimonios pertenece a ex gerentes de marketing, monetización, desarrolladores de tecnología persuasiva aplicada a la tecnología, entre otros. Son testimonios de empleados fundantes, lo que realza su relevancia para comprender por qué las redes sociales han hecho más que transformar los canales de comunicación entre las personas.

Una de las ideas más importantes sobre las que ronda la producción es la de clarificar que las redes sociales, que alcanzan a más de dos mil millones de usuarios, es decir casi a una tercera parte del planeta, necesitan mantener la atención y aumentar la conectividad de sus usuarios, porque es precisamente lo que ofrecen.

En tren de aumentar esa presencia online, el desarrollo de los famosos algoritmos se vuelve cada vez más preciso, “aprende” de nuestro comportamiento, y puesto que el norte está puesto en el objetivo económico de las empresas, no hay un límite ético sobre dicha tecnología. Se trata de desarrollos que recogen y analizan información, enormes cantidades de información acerca de cada usuario, para conforman un mejor perfil y con él, una mayor conectividad.  

No hay lugar allí para cuestionamientos acerca de la salud mental, o de la salud en general, o sobre el desarrollo de la personalidad o el vínculo social real. Tampoco hay cuestionamiento acerca de los medios y muy por el contrario a lo deseable, es la manipulación la herramienta que lentamente va generando un ingreso cada vez más pronunciado en la lógica de las redes sociales.

Otro de los enormes inconvenientes, es la forma en la que “la verdad” es profundamente vulnerada. No se trata de entender que exista una verdad, sino de dimensionar la forma en la que se retroalimentan nuestras limitaciones y nuestros prejuicios, al estar observando de modo cada vez más pronunciado una sola cara de la verdad.

En este sentido, el documental acentúa el hecho de que, además, la verdad es mucho más “aburrida” que las mentiras, más aburrida que las noticias sorprendentes e inverosímiles que llaman mucho más fácilmente la atención. Allí radica probablemente uno de los mayores problemas: no sólo es la falsedad lo que prospera de mejor modo, sino también la armazón de redes que replican y argumentan esas falsedades en la persecución de aquellos mismos objetivos en muchos casos, aún a expensas del perjuicio sufrido por quien fuere.

Y ahí se encuentra uno de los efectos más peligrosos. Estos mecanismos establecen las bases para la proliferación y la adhesión a ideas irreconciliables con la realidad, la negación de los logros de la ciencia, el terraplanismo, el nazismo, la irracional manifestación antivacunas, la radicalización al punto de percibir que todo otro argumento por fuera del propio representa una amenaza.

Las redes sociales necesitan de una urgente regulación, pero para ello, al igual que en muchos otros campos, es necesario difundir por qué esto es sumamente necesario. Una de las mejores frases para comprenderlo pertenece a uno de los creadores de la realidad virtual, unos de los pioneros de Sillicon Valley, hoy crítico férreo, Jaron Lanier:

 “Creamos un mundo en el que estar conectados se ha vuelto vital, sobre todo para los jóvenes. Y, sin embargo, en ese mundo, cada vez que dos personas se conectan, la única forma de financiarlos es a través de un tercero infiltrado que paga por manipular a esas personas. Así que creamos una general global de personas que crecen en un contexto donde el propósito de la comunicación, el propósito de la cultura es la manipulación. Pusimos el engaño y la infiltración como el centro absoluto de lo que hacemos”.