Opinión

La clave histórica en 2022

Por: Diego Manusovich
domingo, 2 de enero de 2022 · 01:41

Sabemos que ir hacia el desarrollo es un camino áspero y tortuoso. Fundamentalmente porque la geopolítica internacional nos dio a los argentinos un rol apenas agrario. Desde hace décadas luchamos por preservar nuestras industrias y nuestro conocimiento científico pero cada tantos años, un nuevo corsé nos tira para abajo.

Los dueños de ese peso plomo son vecinos, compatriotas, argentinos de carne y hueso con una mirada histórica y de sensibilidad colectiva distinta a la nuestra. Son materialmente similares: ojos, piernas, nariz y boca, pero su mirada de mundo, la autoestima colectiva y el relato de cuál es el partido que se juega en nuestro devenir histórico, es otro.

Entonces, ¿cómo caminar juntos hacia un horizonte común si cada vez que ganan las elecciones toman el Estado para endeudarnos mortalmente, perseguir a nuestros sindicatos o pauperizar la educación y la salud pública? Es imposible ir en busca del desarrollo sostenible si cada tantos años volvemos para atrás como en el juego de la oca.

¿Entonces? ¿Cuál es el remedio? ¿Hay forma alguna de salir de la tensión y el tironeo de facciones en torno a la grieta eterna? ¿Hay algún camino para lograr un puñado de consensos que permitan, digamos, apuntar someramente para algún punto cardinal común?

Sí, creo que sí. Es más, estoy convencido. Soy pedagogo y creo irrefrenablemente en la posibilidad de cambio y aprendizaje.

Debemos crear herramientas educativas que permitan enseñar mejor la historia, el presente geopolítico, la distribución de las riquezas, divulgar más y mejor qué países lograron un mejor bienestar social en el mundo. Debemos formar, sensibilizar y convencer. Debemos producir contenidos (dibujos animados, historietas, spots, mapas conceptuales, infografías, etc.) para difundir en los medios, el sistema educativo y las calles, el por qué creemos en una sociedad más justa y feliz para todos.

No hay país que prospere con nuestras abruptas marchas y contramarchas. No hay chance. O “trabajamos” para re sensibilizar y consensuar con la otra parte, o estamos condenados a este vaivén venenoso que dinamita nuestros sueños.

Seguimos pensando.

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