Opinión
El discurso político de la no política
Por Marcos C. Isla Burcez.De manera muy acertada, el redactor de la nota titulada “Hablé varias veces con Florencio Randazzo y Ariel Franetovich”, que se publicó en el diario LA RAZÓN en la edición de ayer, se expresa en el primer párrafo: “Después de muchas negativas a hablar de política en forma directa (los políticos hablan de política en forma constante) finalmente, ayer, el intendente municipal Guillermo Britos, lo hizo en la conferencia de prensa”.
Y es que no hace falta estar en tiempos electorales para referirse a las cuestiones que hacen a la política, se hace en todo momento, se gestiona y se critica en nombre de la política, el resto son gestos para la tribuna.
El elegido para gobernar no se pone la camiseta de su partido político en tiempos de elecciones y la guarda al día siguiente, para luego negar de su política partidaria y luego volver a lucirla dos o cuatro años después.
La emergencia de la pandemia no desnaturaliza este enunciado, está más vigente que nunca. La lucha contra los contagios y las estrategias de salud se hacen desde la política. No se hacen desde la espiritualidad, aunque tampoco son malvenidas las campañas de oración, pero la política es lo concreto.
En reiteradas veces, el intendente Guillermo Britos dice “no voy a hablar de política”, cuando eso es precisamente lo que hace. Las dirigencias políticas gestionan desde la política y además, política partidaria, no hay que tener miedo a esta aserción ya que es desde los partidos políticos sus doctrinas y discursos que se llega al poder. Separar la política partidaria de la gestión del poder es una contradicción en sí misma.
Cuando el jefe comunal repite que “no voy a visitar a ningún vecino para hacer campaña”, con la acertada decisión de no movilizar personas debido a las restricciones a la que obliga la pandemia, en el intertexto plantea una línea divisoria con los adversarios en la campaña electoral que viene y condiciona sus estrategias de campaña. De última, no es necesario visitar a los votantes, ya que se hace través de los medios, encuestas telefónicas y en las redes sociales.
De la misma manera, cuando dirigentes del Frente de Todos, de Juntos por el Cambio o de cualquier otra fuerza plantean sus conceptos por fuera las elecciones que vienen, opinamos que, en realidad, están pensando precisamente en eso y no está mal.
Por supuesto que no hay que confundir, no está bien entregar kits de medicina en los hospitales con el logo de un partido político o perseguir a un empleado municipal si militó o no para el sector adversario, de hecho, esto no se podría definir como una práctica política, sino un mal ejercicio del poder, que no hace más que restar votos a la hora de las urnas.
La constante crítica hacia “los políticos” y “la política”, incluso a través de los medios de comunicación (como si los medios no actuaran de manera política partidaria e ideológica), es muy peligrosa. El denominado “sentido común” se ha visto impregnado del concepto que “la política es sinónimo de corrupción”, situación que, a nuestro juicio, lleva a aceptar sin chistar regímenes autoritarios, como el de los militares en el período de la doctrina de seguridad nacional o el de las corporaciones y empresarios “exitosos”, al que le agregaron las ideas de “modernización” y de la meritocracia.
No nos confundamos. Se hace política y se hace política siempre, política partidaria, porque es por esta vía que se llega al poder para gestionar y desarrollar las ideas y miradas que se tienen para alcanzar el bienestar general. No se llega a este fin sólo con las buenas intenciones que expresa la dirigencia política.