Opinión

El resentimiento y la mediocridad…

Por Leandro Crespi
domingo, 5 de diciembre de 2021 · 01:44

Según datos de las series “Dos siglos de la Economía Argentina” de la Fundación Norte- Sur, la tasa de inversión bruta promedio de la Argentina entre 1857 y 1929 fue del 25% y del 35% en algunos años de las primeras décadas del siglo 20. Entre 1930 y la actualidad fue del 17% con caídas muy significativas tras la crisis del 2001 y del 2020, cuando la inversión neta fue negativa (no repusimos ni el capital desgastado).

Habría que recuperar niveles de inversión bruta promedio del orden del 25% del producto y la inversión reproductiva tiene que apuntalar una estrategia de valor agregado exportable que nos permita alcanzar y sostener exportaciones de más de 100 mil millones de dólares.

En realidad, para que aparezca la inversión tienen que existir condiciones claras y permanentes que la dirigencia política no quiere o no puede sostener en el tiempo por falta de políticas de Estado que cualquier país medianamente serio posee.

Según el Pato, tiene razón el empresario Gustavo Lázzari que, conversando con la periodista Viviana Canosa, expresó: “La pobreza es una desgracia. Pero para tipos como Grabois o Pérsico es una oportunidad. Es un gran negocio. No porque se la llevan, es porque no tienen existencia política sin pobres. Los dirigentes sociales viven de los pobres en forma directa o indirecta para seguir subsistiendo con el verso que están defendiendo a los que menos tienen”.

El pasado jueves fue un día más, triste, sorprendente y quizás común para quienes normalizan hechos tremendos; en la esquina de las calles Parera y Quintana de la Capital se congregaron unas dos mil personas que durante horas usurparon el espacio público a dos cuadras de la casa de la vicepresidenta. Aduciendo que iban ahí para que los ricos colaboren con ellos. La policía estaba desesperada porque no podía siquiera saber el motivo de la concentración. Resulta ya tedioso explicar y, sobre todo, soportar la usurpación del espacio público: una muestra más de la inseguridad reinante en nuestras tierras.

Pero no habría que naturalizarlo porque enferma y se presume normal. Ya lo decía Ayn Rand en el libro “La rebelión de Atlas”: “Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo y que las leyes no lo protegen contra ellos sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted, cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un inútil sacrificio, entonces podrá reconocer que esa sociedad está condenada”.

También el pasado jueves pero en nuestra Ciudad, más exactamente en la Plaza Mitre, estuvieron las autoridades municipales siguiendo con las rondas vecinales. Mientras ellos estaban ahí en la misma plaza Mitre un grupo de muchachos usurpaba los juegos infantiles utilizándolos con el ánimo de romperlos, demostrando su desaprensión y su violencia sin sentido. Mientras que unos pocos vecinos observaban la triste situación los representantes municipales no advertían el hecho lamentable estando a unos pocos metros de esta patota.

También estuvo Berni en Chivilcoy anunciando la entrega de tres móviles municipales y que en un futuro cercano se renovará toda la flota.

En realidad las autoridades tendrían que empezar por el principio: corregir las causas por la cual se rompen tantos móviles en tan poco tiempo. Algunos no tienen formación para manejar y los rompen. Reciben órdenes absurdas: los móviles cuando están detenidos se dejan en marcha gastando combustible y material rodante inútilmente.

Claro que con sólo mirar cómo está la Provincia en materia de seguridad o la violencia que se percibe en las calles de Chivilcoy, sabemos que nos quieren vender espejitos de colores. El Estado en su conjunto: bonaerense y municipal no están preservando el orden público y sus responsables directos ocupados en candidaturas futuras para seguir ocupando cargos sin importarle lo que tanto dicen que les importa: la gente.

Estamos mal pero muchos prefieren mirar para otro lado ¿Será que sólo les importa su situación personal?

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