Mi primo Juancho y el presidente Ricardo Lagos

Corría el año 1989 y mi primo había acordado con su empleador el traslado a un nuevo país: Holanda. Ya había estado en Uruguay y en Colombia y ahora iniciaba un desafío mayor en la sede central de la empresa Philips en la ciudad de Eindhoven.

Para principios de diciembre fui invitado a visitarlos y a compartir unos días con su familia; una experiencia maravillosa desde todo punto de vista. El conocer otro país, el recorrer Europa con ellos fue de una gran enseñanza.

La belleza natural no era lo que impresionaba. Lo que llamaba mi atención era la infraestructura y el procedimiento de cuestiones menores pero que hacen a una vida más sencilla o menos complicada.

Por ejemplo, a los pocos días de llegar se rompió un filtro del agua. La empresa proveedora del servicio era estatal, llamamos para reclamar y de la empresa indicaron: que debíamos contratar un plomero particular, que luego se debía enviar por correo la factura y que el monto facturado iba a ser depositado en la cuenta de caja de ahorro de mi primo. Juancho primero estaba a punto de estallar de bronca, pero se serenó por la situación y aplicó la lógica de ingeniero, siguió las instrucciones.

En poco tiempo estuvo solucionado el problema y a los pocos días le habían reembolsado la suma del arreglo.

En la Ciudad de Eindhoven había servicio de trenes y, ¡oh casualidad! distaba a 160 km de la capital Ámsterdam. Había una planilla enorme donde avisaba los horarios de partida y llegada.

En el año 1989 el tiempo de viaje entre ambas ciudades era de 1 hora 40 minutos y con varios servicios diarios. En ese momento nosotros en nuestra Ciudad de Chivilcoy teníamos dos servicios de ida y vuelta a Buenos Aires y la demora era de 2 horas 40 minutos… cuando llegaba a horario o no se rompía.

Hoy no tengo idea cuando demora ese servicio en Holanda, en nuestro país pasó de 2 horas 40 minutos a casi 4 horas, reconozco que con trenes mejor equipados.

Es difícil explicar la involución, a veces nos demoramos mucho en las culpas de cada sector político. Y se nos va la vida discutiendo. Algunos, incluso, hablan con una petulancia y soberbia que da mayor bronca al escucharlos.

En estas fiestas, mi deseo es que ojalá quienes tienen a su cargo la cosa pública aprendan, se instruyan para que no piensen que se puede tratar al pueblo como una cosa y encima una cosa sin valor de nada, solamente que debe ser tenido en cuenta al momento de votar.

Ricardo Lagos además de haber sido presidente de Chile y de haber pasado los 80 años (es del 2 de marzo de 1938) explica con lucidez y profundidad que hay cada vez mayor volatilidad en el voto. Que está ligado a la irritación de la sociedad con los dirigentes. Ya en el año 2018 el Latinobarómetro daba señales preocupantes: el apoyo a la democracia cayó al 48%. La indiferencia entre democracia y el autoritarismo subió del 16% al 28%. Y que la insatisfacción con la democracia trepó del 51 al 71%. “Es en estos escenarios donde los populismos encuentran su oportunidad”.

El desafío principal de la política es saber escuchar a la gente. Es el diálogo directo.

Ricardo Lagos considera que, en Chile, llegó la hora de mirar menos los 30 años del pasado, de los que la historia se hará cargo y más a los 30 años del futuro.

Es bueno aprender de los que saben y tratar de ser objetivos en cuestiones políticas, no caer en peleas del pasado o cuestiones personales que nada aportan al conjunto de la sociedad. Para eso necesitamos mejorar como sociedad y aplicar los premios y castigos que los y las dirigentes políticos merecen de acuerdo con sus acciones y resultados.

¡Feliz Navidad! que la paz y la armonía sean parte de cada familia y que el año 2022 sea de crecimiento y esperanza en cosas básicas, comunes pero no menos importantes. Aquellas que nos mejoren como sociedad, que demuestren que las obras de infraestructura y un mejor nivel de vida son posibles. Para que no existan las castas ni los favores del rey. ¡Entremos al siglo XXI de una buena vez!!!