Opinión

Los concejales, Amos Oz y el intendente municipal

Por Leandro Crespi
domingo, 19 de diciembre de 2021 · 08:00

Marcos Aguinis nos instruye en el libro ¡Pobre Patria mía! Explicando que fuimos ricos, educados y decentes. En una cuantas décadas nos convertimos en pobres, mal educados y corruptos. Corría el año 2009 y Aguinis expresaba un hartazgo hacia una dirigencia mal entretenida y hacia una sociedad anestesiada que se boicoteaba una y otra vez.

Quizás el ejemplo vivo de la familia Nucete explique un poco la historia de tobogán que nos convoca una y otra vez. Como empresa nace en el año 1947, creció sin pausa hasta alcanzar tener 4 plantas industriales y 2.500 empleados. Pero divisiones familiares, la deuda a corto plazo y el atraso cambiario entre 2010 y 2014 los fueron asfixiando. La última fue cuando Brasil en represalia al cierre de importaciones dispuesto por Argentina cerró el ingreso de aceitunas.

En 2014 José Nucete vendió al actual Jefe de Gabinete, Juan Manzur (entonces ministro de Salud). Su hijo Miguel declaró “Mi padre se la vendió a Manzur porque no le quedó otra opción. Su bronca fue desprenderse de su empresa a manos de un político después que se hundiera por culpa de sus malas políticas”.

Cosas que duelen porque son una burla a la sociedad que ante un trabajador que llegó a poseer una empresa muestra como un simple funcionario se queda con una empresa que a José le costó una vida. Sería bueno saber qué le costó o como obtuvo la posibilidad económica para comprarla.

Son preguntas que quizás tienen respuestas, respuestas que por ahí no nos interesan o importan pero que hacen a la esencia de los emprendedores que supo tener nuestro país. Y a los depredadores de la economía nacional que de la noche a la mañana terminan siendo personas con poderío económico.

Quizás ya nada importe aún cuando se vote una cosa y quienes supuestamente fueron elegidos decidan otra: sí me refiero a las candidaturas testimoniales que son sólo para la campaña electoral, que no son reales.

Y que muchos las aceptan mansamente siendo candidatos o siendo electores de los mismos.

Nada vale, nada sirve. Solamente ganar o poseer el poder.

Pero eso no es la democracia ni representa a una República. Es más bien el toma y daca de un partido de truco que mucho tiene de mentira y poco de virtud.

Claro que se han perdido valores y las cuentas de la mala praxis acechan.

Algunos se creen a salvo porque consideran que teniendo poder y riqueza material la seguridad los ampara. No saben que una caja de cristal también es factible de romperse.

Consideran que las cosas les pasan a los demás, que ellos están un escalón más arriba.

Pareciera que el sabio Amos Oz les hablara a ellos cuando dice: “Lo que se perdió en el tiempo no lo busques en el espacio”.

Las estrategias políticas cada vez sirven de menos porque los problemas son más acuciantes, profundos y graves.

La falta de empatía de un gobernante con la sociedad se despliega a simple vista en el manejo de la prepotencia o en la virulencia verbal creyendo que ese es el camino que la sociedad aguarda.

Si se considerara al prójimo, si se tuvieran en cuenta los derechos constitucionales, si se brindara seguridad, si se trabajara para obtener una sociedad en armonía y en paz. Ahí sí entonces existirían diferencias políticas pero habría respeto y consideración hacia quien no sólo debe administrar los recursos municipales sino que debiera cumplir con el primer precepto vecinal: el respeto al ciudadano.

Porque, además, Chivilcoy merece otro destino, por algo fue llamada La Perla del Oeste.

 

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