Opinión
Desenmascarando al capital
El capitalismo es un sistema económico donde los ganadores disfrutamos felices las mieles materiales. Los perdedores, en cambio, luchan como pueden para sobrevivir al costado del camino. Todo es muy lindo mientras se tiene la suerte de nacer en un hogar en donde se valore la cultura del trabajo, existan las oportunidades educativas y acompañen las cuestiones étnicas, sociales y de género correspondientes.
Si tuviste esa fortuna, adelante. Sino, al cajón del 40% de pobreza.
La puja de intereses en estas democracias basadas en la “libertad” son aterradoras. Sólo 50 empresas se dividen el 75% de lo que consumimos cotidianamente. Desde comida, hasta jeans. Desde cubiertas de motos hasta la energía eléctrica. Desde acero hasta la conexión al cable.
Este sistema se monopoliza cada vez más y los peces más grandes se engullen a los más chicos como en el océano, quedando más atrapados en nuestras cárceles de consumo.
Pero hay resquicios. Tal vez no sean grandes atajos ni enormes puertas, pero son grietas en donde todos podríamos intentar armonizar mejor nuestras convivencias cotidianas. Me pregunto… ¿qué fuerza épica podemos practicar en el siglo XXI? ¿Podemos encarnar una lucha, ya no por la emancipación de España o las invasiones inglesas, pero con el mismo afán de defender nuestra supervivencia colectiva?
Quiero decir: ¿hay que seguir comprándole a Molinos, La Serenísima o Danone si amenazan con desobedecer el congelamiento de precios? ¿Hay que seguir comprándole a Arcor, Unilever y Procter que les importa un pepino que tengamos 40% de pobreza en la Argentina? ¿Hay que comprarle al mercado de la esquina que siempre tiene gente y que a pesar de que le va bien no entrega ticket al realizar una compra? ¿Debemos seguir yendo a ese bar del centro que tiene a sus empleados en negro desde hace años? ¿Y esa empresa del Parque Industrial que contamina desde siempre?
Debemos crear en nuestras redes grupos de ciudadanos indignados que nos organicemos en cada ciudad para hacer valer nuestro poder de compra. Sí, ese mismo poder de compra que el capitalismo endiosa como un tótem sagrado y lo único que hace es fabricar pobres y marginados. ¡Unamos nuestras billeteras para premiar a los que se esfuerzan por pensar en el conjunto!
Aquellas empresas que no quieran ser parte de nuestros valores humanos cuidando precios, empleados, tributos o medioambiente, deben recibir el NO de la gente.
No hay emancipación más útil que darle a la “libre competencia de mercado” su propia medicina.
Seguimos pensando.