La otra cara del bien común

Por Jimena Villar
sábado, 28 de marzo de 2020 · 09:31

El miedo, en efecto, ése es el sentimiento básico y hereditario del hombre; por el miedo se explican todas las cosas, el pecado y la virtud originales. Del miedo brotó también mi virtud, que se llama: ciencia.                                              

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratrustra, 262

La expansión del COVID-19 desató no solo una pandemia, sino también una serie de conductas humanas dignas de una película apocalíptica. Están quienes cumplen con las medidas tomadas por los Estados y quienes no. Si bien estas dos actitudes parecen totalmente antagonistas, considero, no obstante, que hay un vínculo invisible pero fuerte entre ambas: su peligrosidad.

De aquellos que no cumplen con la cuarentena no hay mucho más que agregar, son juzgados social y penalmente y se los acusa de irresponsables y de egoístas. No tengo nada que reprochar a estos calificativos, sin embargo, me parecen un tanto más peligrosos los del bando del “rifle sanitario”. Que no se malinterprete, no me refiero a quienes llevan días encerrados en sus casas con lo que todo eso conlleva (estrés, cuidado de niños, aburrimiento, incapacidad de ejercitarse), sino que puntualizo específicamente en los parapolicías y paradetectives que, por suerte, todavía operan mayormente desde las redes sociales. Algunos de estos individuos se están ofreciendo voluntariamente a cortar los accesos de sus propios pueblos y ciudades, otros, tras haber tenido acceso al nombre de alguna persona contagiada o sospechosa de haber contraído el virus, se dedican a difamar y viralizar el nombre y la fotografía, hecho que está prohibido por ley. Hasta aquí, estas actividades no serían del todo graves pero sí son merecedoras de una “red flag”. ¿Quiénes controlan a los ciudadanos que se arrogan el derecho de operar en pos de una supuesta seguridad y control social que no les compete para nada? ¿Qué pasaría si estos hechos evolucionaran hacia el ejercicio de la fuerza y la violencia?

Creo que es meritoria la unidad ciudadana, la empatía y el cuidado por el bien común pero ¿qué pasa con los excesos? Y aunque no se llegase incluso a agresiones físicas ¿por qué los ciudadanos toman imágenes de personas que se encuentran en la calle sin saber a ciencia cierta sin están eximidos, si necesitan ganarse el mango del día o si efectivamente son irresponsables que se desentienden de toda norma oficial? Tal vez exagere, pero en lo personal, este tipo de actitudes en un contexto cuasi bélico que se está viviendo a nivel mundial me genera cierta desconfianza, y no temo tampoco decir la palabra miedo. ¿Qué pasaría si la paranoia colectiva se tornara en una guerra civil de todos contra todos? ¿Estamos listos para atrincherarnos y defendernos de nuestros propios vecinos? De solo recordar los famosos “linchamientos” nada de lo dicho anteriormente podría resultar meramente ficcional.

A todo esto se suma el tema de las fake news (noticias falsas), el tiro por la culata del avance tecnológico y comunicacional. Es casi nula la capacidad de la mayor parte de la población para distinguir entre información oficial, de calidad o seria y, por otro lado, cadenas, cables y estamentos redactados por ignotos o incluso sin una firma que se haga responsable de la pieza. Alguna que otra vez he caído yo misma en alguna de ellas, enceguecida por la ira o por el asombro, pero también, debido a mi desconfianza natural, siempre busco otra voz, un respaldo, una garantía. Pero no todos cuentan con este saber de diablo viejo y tampoco tienen porqué tenerlo, lo preocupante es cómo actúan a partir de lo falso y de la calumnia. ¿Y si esa foto que están compartiendo no es la de la persona en cuestión? ¿Y si se trata de una venganza personal que nada tiene que ver con el coronavirus? ¿Y si la persona ni siquiera es de Argentina? ¿Y si tomar agua hirviendo solamente va a provocar que se te queme la lengua? ¿Y si el personal de la Clínica Mongo Floro jamás emitió una alarma a la ciudadanía?

Solo son inquietudes que tengo, a veces ciertas películas nos resultan inverosímiles, otras, pueden llegar a ser presagios de una realidad no muy lejana. Confío en que mis miedos estén fundados en una imaginación irreverente y en que triunfe la lógica y la razón, por el bien de todxs.

Comentarios

30/4/2020 | 21:48
#164795
estimada, implementando el rifle sanitario del 45 en adelante hoy seriamos suiza o finlandia, no tenga duda de ello si lo niega haga historia cuando eramos 7ma economia mundial, teniamos mas telefonos que japon, el doble de pbi que brasil, no teniamos analfabetismo, teniamos 45.000 km de trenes de primer nivel europeos de madera dormitorios comedores y camas, eramos el granero del mundo y mucho mas, supimos ser el espejo de la belle epoque del viejo continente......mire lo que somos hoy y lo uqe son los otros paises acepto argumentos y/o respuestas, la espero