La noticia en los tiempos del click

miércoles, 5 de febrero de 2020 · 20:56

Buenos 5 de febrero de 2020 - (Por Armando Torres) - En 2018 fui contratado para interesar a la prensa en la cobertura y escribir la información pública de la Cumbre del Youth20, uno de los siete grupos de afinidad del G20, que reunió en Córdoba a 80 jóvenes líderes menores de 30 años seleccionados por sus capacidades por los gobiernos de los países miembros. La misión del Youth20 era elaborar una recomendación sobre “el futuro del trabajo” para ser considerada en la Cumbre de Presidentes que sesionó días después en Buenos Aires.

El trabajo de los jóvenes fue brillante y, adicionalmente, por iniciativa de la representación argentina, a cargo de la presidencia del Youth20 en paralelo con la del G20, se presentó a los presidentes un banco internacional de 25 proyectos de trabajo escalables y replicables en cualquier país. De más está decir que en su declaración final, los mandatarios no incluyeron ni una línea del trabajo de los jóvenes representantes de la dirigencia del futuro inmediato. Presumiblemente ni ellos ni sus asesores tampoco habrán leído ni una línea de los documentos.

Tampoco yo tuve mucho éxito en mi gestión. La abordé con entusiasmo después de asegurarles a los jóvenes, basado en mi “experiencia”, que íbamos a lograr una publicación más que interesante en los medios internacionales. Todos los condimentos del caso me indicaban que así sería: jóvenes brillantes, organización afiliada al G20, la propia expectativa del encuentro presidencial y, en especial, el tema (“el futuro del trabajo”), una de las grandes preocupaciones de la sociedad en todo el mundo, eran elementos, según mi entendimiento, más que suficientes para despertar el interés público.

No obstante, rápidamente comprendí que no sería así. Que mi manual atrasaba. Contacté a tres de las principales agencias de noticias del mundo y ninguna manifestó el más mínimo interés en el anuncio del acontecimiento y menos en la cobertura de su desarrollo y en las conclusiones. En una de ellas, un antiguo compañero de trabajo y buen amigo, me dio la explicación, a la vez que me demostró que, felizmente, los años no habían afectado su gracia natural.

“Mirá Melena –me dijo, tomándome compasivamente por el hombro- eso que traés es una pelotudez. Podemos hacer con eso un despachito de 10 líneas, pero la mesa (que está en un país europeo) no lo va a editar, no se va a transmitir, no se va a publicar”. “¿Cómo una pelotudez? –me enojé- Estos pibes son unos genios elegidos por los gobiernos de los países más importantes del mundo y el tema es una de las cuestiones más preocupantes del futuro. Los robots, las máquinas, las computadoras se están quedando con los trabajos de nuestros nietos….”. “Si, eso es cierto –admitió- pero lo que cambió es la composición de los medios, de los clientes, la temática de las agencias y las fuentes de donde obtienen sus recursos”.

La síntesis de la explicación fue que las agencias tradicionales están asediadas por los portales que cada vez se profesionalizan más y que, a su vez, pasan a ser fuente de los que desde siempre habían sido los principales clientes de las agencias, esto es, los medios tradicionales. Y esos mismos portales contratan los servicios de las agencias y pasan a ser en volumen clientes de envergadura que exigen en los servicios noticias distintas, para las que las agencias empiezan a destinar horas/hombre que le restan a los temas institucionales como los del Youth20.

“Ahora trabajamos mayormente para lograr clicks, no para la tapa de Le Monde o del Washington Post. Nuestro objetivo es que los nabos entren y se lleven noticias estúpidas que generan decenas o cientos de miles de clicks.. ¿Vos creeés que un título que diga que el Youth20 le hizo tal o cual recomendación al G20 por el futuro del trabajo va a generar más clicks que otro que diga que Shakira abandonó una entrevista en vivo para ir a cambiarse porque su ropa no le gustaba?”.

Tuve que admitir que, objetivamente, tenía razón, como que en estos días he visto entre cientos de títulos estúpidos que “Las mujeres que toman café amargo son malvadas” o la revelación que a los 74 años hizo Burt Ward (el Robin de los ’60): que por indicación de la compañía productora de la serie Batman le recetaron pastillas para achicarse el pene porque le hacía mucho bulto en el shorcito o que, créanme, “un hospital chino pidió donantes de semen leales al partido comunista”

Convencido de que mi amigo y colega tenía razón, aunque lamentando los motivos, tuve enseguida una nueva comprobación, demoledora, de lo antiguo de mi manual de periodismo: ahora las noticias no se dan en los títulos ni en los encabezados, porque si no los nabos no hacen click, no entran, y el negocio se deteriora. Todo lo que trabajamos para refinar un lead en el que estuvieran bien ordenados y escritos con correcta sintaxis los datos de una noticia, ya no sirve de mucho. Ahora el título tiene que ser un “caza nabos”, algo así: “Mirá qué le place masticar a Madonna en la cama mientras mira series por TV…”. Así, una vez que el nabo entró, el portal ya obtuvo un beneficio, sea que a Madonna le guste masticar una banana…o dos… No importa lo tonta o truculenta que sea la “información”; lo importante es el juego de los nabos a los que les encanta entrar una y otra vez, porque se entretienen.

Ambas enseñanzas me han servido también para comprender porqué los presidentes del G20 no leyeron el trabajo de los jóvenes brillantes del Youth20: el tema era demasiado serio y seguramente no tenía un título engañoso que estimulara la curiosidad de hombres y mujeres tan sabios como Donald Trump, Xi Jimping, Vladimir Putin, Angela Merkel y Mauricio Macri. Quizá si hubieran puesto algo sobre las prevenciones que se deberán tomar para evitar situaciones de acoso entre robotes y robotas, algunos de los 20 presidentes, como los nabos, hubieran hecho click.

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