Opinión

Un mundo triste

Por: Marcos C. Isla Burcez.
viernes, 27 de noviembre de 2020 · 09:52

Junio de 1986. Mundial de México. Recuerdo aquellos años de mi adolescencia, cuando cursaba el cuarto año de educación secundaria en el Colegio Nacional Melitón Carvajal de Lima – Perú. El año del mundial, el año de la segunda copa del mundo para Argentina y la consagración como el mejor jugador del mundo para Diego Armando Maradona.

En aquella oportunidad, tocamos el cielo con las manos a pesar de vivir en un país extranjero. En esos años, mis compañeros del secundario me hicieron recordar la difícil clasificación de la albiceleste al mundial, en aquel partido contra la selección peruana en el estadio Monumental, con gol de Ricardo Gareca en el final. Un partido que no me hizo ninguna gracia, por otro lado.

En Lima todos me decían y esperaban que Argentina cayera en cualquier momento a modo de venganza. Primero fue Corea del Norte, luego Italia, Bulgaria, Uruguay, Inglaterra (gol de la Mano de Dios y la gran apilada del Barrilete Cósmico) y Bélgica… Luego, Alemania. Contra la selección de Rumenige, Vöeller y Schumacher, los camaradas del aula se jugaron los últimos cartuchos.

Pasó el partido sin goles de Diego, pero con la corajeada del Tata Brown que jugó al final con una luxación de hombro; la exacta definición de Jorge Valdano y la gran corrida de Jorge Burruchaga, empujado por todo un país. Al día siguiente,  llegué al colegio con la cara llena de risa y de copa del mundo. Me felicitaron y hasta me invitaron a almorzar.

Cuatro años después, ya en mi país de nacimiento, vi cómo Diego acarició la copa nuevamente, pero no pudo retenerla, jugando casi todo el mundial de Italia 90 con el tobillo como un melón e infiltrado.

Pasaron los años y todos los avatares que se pueden vivir. Contextos políticos y deportivos. Me retiré del “dieguismo” en los años de la fiesta menemista y las apariciones del 10 en las crónicas policiales y del espectáculo. Me reconcilié con él en aquel escenario en Mar del Plata de Diego con Néstor Kirchner, el comandante Hugo Chávez (“Alca, Alca, al carajo”) y Evo Morales. También su militancia por Bolivia por su legítimo derecho de jugar de local en la altura de La Paz y de los derechos de los futbolistas para que se reconozcan como trabajadores.

Hoy lloramos la ausencia del 10, paradójicamente, se fue el mismo día que el líder de la Revolución Cubana, su amigo Fidel Castro. Los dueños de la moralina hipócrita lo separan de los “normales”, para ponerlo en la categoría de “polémico”, “enfermo drogadicto” y “negro villero”. Quien escribe éstas líneas cayó en esa estupidez, lo reconozco. Que era golpeador de mujeres, que regó el mundo de hijos y todo lo que se le pueda achacar a un ser humano.

No voy a mentir, no me importa nada de todo esto. Si hubo una justicia para él, ya lo habrá condenado o habrá quedado impune como tantos hechos que pasaron y van a pasar alrededor del mundo, sólo sé que el mundo del fútbol, que es casi la mayoría, llora al más grande jugador que la historia haya visto, junto con el gran Pelé y todos los demás que seguramente cada uno tendrá en su elección.

En un mundo lleno de guerras y hegemonías criminales, Diego Maradona nos dio la magia de su fútbol reconocida hasta por sus rivales, su zurda, su liderazgo y su reconocimiento como parte del corazón del pueblo, no sólo del pueblo argentino sino del mundo entero. Es parte de la historia nacional y de la historia del mundo. Ya nada será lo mismo.

Comentarios

6/12/2020 | 12:41
#164795
Como buen zurdo, le importa un carajo las torturas, los asesinatos y las desapariciones de personas cuando quienes las cometen son Fidel Castro, Chávez, o cualquier otro genocida. Que asco de personas, los derechos humanos solo les importan mientras no sean violados por comunistas o progres.
29/11/2020 | 09:23
#164794
No solo el mundo conmocionado ... muchos argentinos por la muestra de que cada vez estamos peor y dando más guión tipo relatos salvajes.
28/11/2020 | 08:37
#164793
un mundo conmocionado por las fotos del villerio tomando la casa rosada, tirando piedras a las ambulancias, metidos en la fuente del patio de las palmeras, trepando rejas con niños, esa es la imagen que dimos al mundo DE CUARTA