Opinión
17 de octubre de 1945: la única verdad es la realidad
Por: Joaquín CastañarezLa historia argentina está muy aferrada a leyendas fabulísticas que sólo agrandan lo que es chico y achican lo que es grande. Un ejemplo de esto es el 17 de octubre de 1945. En esta fecha se cree que ocurrió una movilización espontánea y multitudinaria para sacar a Perón de la cárcel. Además, se lo considera como el punto de inicio del Peronismo. Vamos por partes y revisemos, resumidamente, estas creencias con menos fabulismo. Lo que buscó Juan Domingo con la movilización fue salvar la Revolución de 1943 (la verdadera fecha de origen del peronismo) para volcar la situación a su favor, luego de hacer una maniobra para hacerse meter preso, ya que el 19 de septiembre de 1945 ocurrió la multitudinaria “Marcha por la Constitución y la Libertad” donde confluyeron: socialistas, comunistas, radicales, feministas, la Unión Industrial, la Sociedad Rural y Spruille Braden. Hubo, obviamente, otros motivos. Pero profundizar en ellos excedería nuestro escrito. Sigamos puntualizando en las otras creencias.
Sobre la cantidad de personas que asistieron a la plaza, se cree que fue multitudinaria. El diario peronista La Época, dirigido por Eduardo Colom, publicó que asistieron un millón de personas. Este periódico fue fundado gracias a un préstamo otorgado por un asesor de Perón. Por ende, conociendo el motivo de su creación, ese número es de dudosa veracidad. Oscar Troncoso, que estuvo ese día como soldado activo, manifestó que la plaza repleta, cubiertas las diagonales y la Avenida de Mayo solo caben 120.000. En relación a esto, Silvia Mercado sostiene como hipótesis que Perón no estuvo conforme con la cantidad de gente que fue, ni con lo que dijo en el balcón, ni con las personas que lo acompañaron a hablarle a la masa y por eso evitó distribuir fotos y filmaciones de esa jornada al punto que el mismo Leonardo Favio admitió que no incluyó imágenes del 17 de octubre original para su película “Sinfonía del sentimiento” porque no hay registros de ese día, algo que reprochó Félix Luna dada la inexistencia de un testimonio exacto y completo de la jornada. Las famosas imágenes de la plaza llena son a partir de 1948, cuando el gobierno lo convirtió en una ceremonia de Estado y que supo difundir Raúl Apold desde el aparato de propaganda para que Perón pudiera contar la historia a su gusto. El mismo Troncoso dice, en Verdades y mentiras sobre el 17 de octubre: “Me fui a la plaza a caminar entre la gente y como era conscripto me pedían que le hiciera la venia a los retratos de Perón, pero en un clima muy pacífico, porque la gente estaba sentada en el pasto. Me miraban con simpatía, dado que los uniformes militares caían bien. Era un día caluroso, casi agobiante, y la mayoría estaba de traje, como se usaba entonces para ir al centro (…). Años después, me sorprendería la fantasiosa descripción que hicieron algunos escritores conocidos y muchos interesados en quedar bien políticamente (…). También hay quienes insisten con "las gigantescas multitudes que invadieron la ciudad". Sin embargo, éstas sólo se vieron en los años siguientes, cuando se celebraba la fecha con la plaza llena (…)”.
La otra creencia es que fue espontánea. La Policía Federal orquestó gran parte de la movilización porque, sin su complicidad, las masas nunca habrían llegado a la plaza. Es más: “la policía colaboró en algunas fábricas para desalojar obreros reticentes a abandonar el trabajo al paso de las columnas”. Hasta el mismo Perón, esa misma noche desde el balcón, dijo algo que sus acólitos suelen omitir: “que sea esta hora histórica cara a la República y cree el vínculo de unión que haga indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejército y la policía”. La prueba del apoyo policial está en la imposibilidad de reeditar otro 17 en dos ocasiones, luego del golpe de 1955, dado que la misma Policía levantó los puentes de acceso “y ante los primeros tiros la muchedumbre comenzó a retroceder y a disgregarse desordenadamente”. Cipriano Reyes también reconoció que se metió en establecimientos de Berisso y Ensenada para llevar a la gente por la fuerza. En resumen: este episodio lejos estuvo de ser espontáneo y multitudinario. Tampoco fue una movilización para sacar a Perón de la cárcel y mucho menos una muestra de lealtad. La distancia entre lo que creemos (o varios creen) y lo que pasó es abismal.
Magnificar lo ocurrido el 17 de octubre es falsificar la historia, y eso implica seguir por un camino fantasioso en el cual, inevitablemente, el realismo mágico (la negación poética de la realidad) se traslada a la forma de concebir el presente. Como bien afirmó Juan Bautista Alberdi: “equivocar los hechos de lo pasado es equivocar los puntos de dirección. No se sabe a dónde se va cuando no se sabe de dónde se viene”.