Yo tengo un sueño...

domingo, 29 de septiembre de 2019 · 10:17

Yo tengo un sueño...

Hay gente a la que les duele que en "momentos felices" alguien les hable con crudeza de la infelicidad de otra gente. Hoy con la mayoría de la gente sumida en la pobreza, en la indigencia, no todos pensamos que esos momentos felices, deberían ser especiales para reflexionar por qué son precisamente especiales para algunos de nosotros; para otros no tanto y, para algunos, desesperantes como cualquier día de sus vidas.
Muchos olvidan que la realidad, indefectiblemente, siempre pone las cosas en su lugar. Y siempre habrá lugares mejores que otros y también habrá lugares de mierda. Esos donde nadie quiere estar. Al menos por su propia decisión. En este caso sucede lo que dice Lao Tsé, con respecto a que "las palabras elegantes no son sinceras y las palabras sinceras, no son elegantes".
Parafraseando a M. Luther King, podría decir "Yo tengo un sueño"...
Esquivo, como todos los sueños que pretenden ser colectivos y regenerativos de los tejidos más débiles y dañados de esta sociedad injusta con los más débiles de sus miembros. Los niños. Aquellos de moco eterno y alpargatas raídas, estómagos vacíos y ojos desorbitados.
El ruido de las tripas de todos los niños hambrientos es tan violento como la más poderosa de las bombas. Y sin embargo, algunos políticos, con total desparpajo y desprecio de la realidad, minimizan intencionadamente la mirada sobre esos pequeños seres abandonados por una sociedad cada vez más autista y desolada en una acusación que no puede esquivar una conciencia limpia... salvo los que piensan que apenas son un número en las estadísticas mentirosas de aquellos a los que sólo les importa que los números cierren.
Dicen que la única raza perseguida en el mundo es la de los pobres, y debe ser cierto, quizá sea también por eso que "abajo de las sábanas no hay penas", procrear como si fuera una manera de rebeldía... basada en el único amor que es eterno, el de una madre hacia sus hijos...
Alguna vez José Martí dijo que "Las verdades fundamentales caben en el alma de un colibrí", tal vez sea por eso que hay tantos que parecen no verlas.
Así se crean los mitos urbanos que sostienen esa mirada clasista sobre que "si sos pobre no podes tener esas zapatillas". Mucho menos "ese celular". Esta visión de la vida me retrotrae a los '70 cuando las clases altas que, por casualidad pasaban cerca de una villa miseria, contaban las antenas de televisión: Mirá, mira, son cuatro chapas, pero eso sí, el televisor lo tienen".
Yo tengo un sueño… que algún día no exista un solo desposeído bajo la bóveda celeste de nuestro cielo, una de las preocupaciones esenciales de Hipólito Yrigoyen. Alguien a quien sus "excorreligionarios" actuales han abandonado por completo, para zambullirse en las tibias aguas de la conveniencia electoralista. Así les fue.


Luis E. Rositto

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