por Luis María Mariano

Dinero Fácil

domingo, 3 de marzo de 2019 · 00:00

Hace bastante que no escribo. No por perezoso sino mejor, porque he sido gobernado interiormente por una excesiva prudencia, motivada por no herir susceptibilidades. Bueno, aquí estoy, frente a mi ordenador, exponiendo lo que pienso.

La elecciones pasadas, provocaron la aparición de actores políticos con un caudal de votos en su haber que generaron importantes expectativas políticas a futuro. Hoy, a casi dos años de aquel evento, no cabe ninguna duda, que su posición política, ha sido producto del espacio en el cual sus nombres aparecían y casi nulo, por el aporte personal que han hecho a ese espacio. Sus actuaciones en la cotidiana política lugareña, hizo desvanecer aquella probabilidad, convirtiéndola en artificial.

Con preocupación social, percibimos que la actividad política que despliegan esas personas, no son su fuerte. Una y otra vez, reiterativa como aburridamente, aparecen en marchas, juntando firmas, en reportajes contestatarios, fotografiados juntos a personas no favorecidas en la vida, en imágenes egocéntricas de redes sociales y sin contenido, etc. Esgrimen políticamente, comportamientos vetustos, carentes de ingenio tanto como fascistas. Apelan en todo momento a la emoción y de ninguna manera a la razón.

De ningún modo han enriquecido su vida intelectual ilustrándose políticamente y en consonancia, con la propia responsabilidad política que el pueblo de Chivilcoy les delegó. Debieran presentarse ante un conflicto, con una visión en respuesta superadora a las distintas problemáticas que día a día aparecen. Pero no, sólo se agotan en la crítica vulgar personal con tinte setentista de izquierda o de derecha y en nada, propositiva democrática.

La realidad política actual, implica estar inserto en una complejidad de actores y factores que la preparación política del individuo se torna tan necesaria, como el aire vital a su propia existencia en el rol que ocupa.

No estoy guiado por un ánimo de detractación pero sí, de respeto al electorado y al contribuyente chivilcoyano que, mes a mes, les pagan su sueldo. Debieran conocer cómo se desenvuelve una República Democrática y el funcionamiento de sus instituciones, como  también, las competencias propias de cada una de ellas como parámetro legal mínimo que está determinado en la Constitución. No debieran aparecer como vulgares politiqueros que propugnan sólo la confrontación personal, en situación de arrogancia y depositarios de la verdad, cuando la realidad política indica, que la vida democrática estimula en todo momento el diálogo fecundo y el consenso, partiendo de la base, que cada uno posee parte de verdad.

 

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