Por Marcelo Elias

La grieta y el Acuerdo Nacional

jueves, 21 de febrero de 2019 · 19:45

Visualizar y  analizar la grieta como un fenómeno actual es desconocer nuestra historia.

El primer gobierno patrio, como todos los gobiernos, atravesado por intereses, ideas y propuestas diversas, expuso la grieta por primera vez, la misma estuvo personalizada, simbolizada en Moreno y Saavedra.

Unitarios y federales, la Confederación contra Buenos Aires,  civilización o barbarie, Conservadores/radicales, pueblo anti pueblo, Peron/Braden, Peronismo/anti peronismo, la patria socialista (Montoneros)  y la derecha peronista (Triple A).

Podríamos mencionar otras, educación laica o libre, campo/industria, progresistas/neoliberales, todas han jugado un papel con sus secuelas negativas para nuestro desarrollo.

Hoy hay, a mi entender, dos grietas que cortan de manera diferente nuestra sociedad, por un lado la que de alguna manera encarna cambiemos y el kirchnerismo, destacando que muchas veces este arrastra a otros sectores del peronismo, si se quiere puede también mencionarse como populismo vs republicanismo, otros la señalan como peronismo y no peronismo.

Es un error analizarla como algo novedoso, así como “quejarse” o culpar al gobierno de alimentarla, argucia o chicana de algunos sectores del peronismo “alternativo” y algunos “progresistas”.

Pero, a mi entender, la grieta más negativa y peligrosa es la que corta entre dirigencias y ciudadanos, los cuestionamientos hacia los dirigentes políticos,  gremiales, empresarios, eclesiásticos, sociales, jueces y otros referentes, todos con altísimas imágenes negativas deben alertarnos, son los síntomas de una enfermedad que puede socavar los pilares del sistema.

El acuerdo nacional, muy voceado por algunos sectores sin aclarar nunca cuales serían los actores  y las políticas acordadas, cargando en el   gobierno la responsabilidad sobre su no concreción es otro tema para analizar. Nadie explica la imposibilidad de acordar con una ex presidente, con alta representación institucional  y  popular, que ni siquiera entregó la banda presidencial a su sucesor surgido en elecciones limpias controladas por su gobierno.

Nadie atina a señalar qué dirigentes de la oposición, podrían, ocupar carteras ministeriales y otros cargos de gobierno, garantizando una mayoría estable en el congreso que permitiera elaborar y ejecutar un programa mínimo de gobierno.

No se señala que impulsado por diferentes actores, legisladores, gobernadores  y otros dirigentes, los diversos peronismos incumplieron los pactos fiscales suscriptos con el gobierno nacional u otros acuerdos políticos como las reformas laborales o previsionales.

Tampoco se suele incorporar a los análisis de la coyuntura la conducta de la Corte Suprema, siempre predispuesta a defenderse corporativamente al tiempo que produce fallos de altísimo contenido fiscal y político en desmedro de la administración nacional.

Es posible que lleguemos a las elecciones marcados por una fuerte polarización, con discursos hasta agresivos, no sólo entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, cada vez hay más peronistas que “perdonan” a Cristina.

Quisiera que no fuera así, pero, aceptando la realidad, entiendo que un triunfo de Cambiemos, encabezado por el Presidente Macri, podría resultar positivo para la Argentina, porque ratificaría algunas buenas políticas  que hoy lleva adelante y podría dar lugar a un nuevo clima político y social.

Un clima que permita, por fin, acordar un programa de desarrollo acorde a los tiempos que vivimos, consensuando un paquete de políticas públicas con un horizonte de mediano  y largo plazo.

 

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