La banalidad de la política

Funcionarios tiempo compartido y otras yerbas…

Sobre candidaturas testimoniales, borocoteadas, políticos polifuncionales… y la Ética.
domingo, 14 de enero de 2018 · 00:00

No descubrimos nada nuevo si afirmamos que, en los tiempos que corren, la función política está harto desprestigiada. Y tampoco si agregamos que esto se debe, entre otros factores, a muchos políticos -no todos- que hacen de la función pública una fantástica oportunidad salvadora (de sus vidas y de las de varias generaciones familiares que les suceden). Parecería que cuanto más se requiere demostrar la honestidad, la ética, la transparencia y la excelencia en la gestión -un modo de revalorizar la política como pilar fundamental del sistema democrático-, es ahí cuando aparecen novedosas e “ingeniosas” formas de participar y transitar por la función pública,  que en nada contribuyen a enaltecerla.

Primero -hace un tiempo ya, aunque no muy lejano- aparecieron las “candidaturas testimoniales”. Una especie de fraude electoral donde se propone a uno o varios candidatos con buena imagen, reputación y a veces “apellidos”, para después que el electorado haya depositado su voto -con toda la expectativa y confianza que eso significa-, los mismos terminen solicitando licencia o renunciando -esto último como un gesto de mayor honestidad- para asumir otros cargos; casi siempre de mayor jerarquía y mejor rentado. Por supuesto que serán reemplazados por los que lo suceden en las listas en lugares más postergados que, de no mediar estas vacancias generadas ex profeso, tal vez no hubieran ganado la preferencia del electorado.

Vale aclarar que este “recurso”, desde su implantación hasta nuestros días, ha sido utilizado por casi todos los partidos políticos, en todos los niveles de gobiernos; por legisladores, intendentes, concejales, etc.

Otra de estas ingeniosas y dañinas figuras, utilizada casi siempre para cortarse sola/o del resto del espacio político que se decía representar -y en nombre del cual se llega a ocupar un determinado cargo-, es la del “monobloque” o bloque unipersonal. Muy utilizados en los órganos legislativos (por concejales, diputados y senadores) ya que, precisamente, se aferran a la estabilidad que les da el mandato otorgado por el pueblo; y es ahí donde se configura la más repudiable de las traiciones y uno de los mayores daños a la clase política porque, generalmente, viene teñida de corrupción. Porque con esta actitud, de los comúnmente llamados “panqueques”, no sólo se está estafando la voluntad del votante que vio representadas sus ideas o intereses en un conjunto de personas que integraban un determinado frente o partido político, enarboladas como propuestas en sus campañas electorales, como alternativa; sino que también traiciona a ese espacio político que le concedió la posibilidad de representarlo entre otros posibles candidatos que también podrían haberlo hecho; desvirtuando la identidad del mismo y atentando contra su credibilidad en la comunidad. Si esta forma de romper con su bloque o partido de origen proviniera de un simple cambio de pensar y/o actuar con relación al resto, no resultaría demasiado grave; ya que se solucionaría con renunciar al cargo por las disidencias surgidas y se termina el conflicto existencial del funcionario. Pero no. Generalmente se producen so pretexto “de actuar a conciencia” y son seguidas de una cierta cantidad de beneficios que se logran en el plano personal que al corto o mediano plazo saltan a la vista.  Y, paradójicamente  terminan, con su accionar, siendo funcional a los generosos oficialismos de turno, acostumbrados a manejar con poder y billetera algunas voluntades débiles.

Otro formato un poco más novedoso -pero no por eso menos nocivo para el sistema democrático- son los dobles cargos de los funcionarios. Y en esto parecería que Chivilcoy es una usina generadora de hombres y mujeres -con dotes especiales- que pueden desempeñar dos o más funciones en forma simultáneas. Esto, en nuestra ciudad, se manifiesta en varios organismos de gobierno, ya sean municipales, provinciales y nacionales. Los interrogantes que en estos casos se plantean son varios. Por ejemplo, si una persona, abocada a la función pública, con la imperiosa necesidad de prestigiar a la misma como lo enunciáramos al comienzo de esta nota; con la obligación ética y moral que el desempeño de todo cargo público genera por sí, como es tener que resolverle los problemas de todos los ciudadanos –los hayan votado o no- y que, en forma indirecta, abonan sus sueldos, creando el compromiso de mejorar las condiciones de vida a los mismos, puede lograr estos cometidos dedicándole solo una parte del día -ya que otra parte igual, si se quiere, debe dedicarle a otra función para resolver otros problemas y procurar otras mejoras; y reservarse otra parte de ese día para su vida particular; y también, en algunos casos desempeñar una profesión o actividad privada- todo esto en forma eficiente, como la comunidad lo requiere. ¿Si esta doble función no hace que, en la mayoría de los casos, no pueda cumplir como corresponde ni con una ni con la otra? ¿Si realmente todas estas personas -que son varias- pueden desempeñarse eficientemente en forma polifuncional; el resto de los funcionarios que solo le dedican una parte de su día a una sola función -haciendo la salvedad de la diferentes características de cada una- no estarán obligados a un mejor rendimiento y mayores logros en sus gestiones, con lo cual no se debería avizorar algunas falencias por los que los vecinos reclaman a diario?. ¿Cuál es, en definitiva, el sentido de estas dobles funciones; ahorrar sueldos en detrimento de calidad de gestión; premiar a determinados funcionarios?

Cuando se trata del desempeño de una función pública no pasa por si se realiza en forma rentada o “ad honoren”. Cuando se toma la decisión y se asume la responsabilidad de desempeñar un cargo público, se impone la necesidad de dedicarle el máximo de su potencial humano para resolver los problemas y mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos. Creo que esto conspira con la tan mentada excelencia en la gestión. Porque el que quiere hacer mucho para todos, termina haciendo nada o  muy poco para nadie. Y, en el mejor de los casos, aquellos que han jerarquizado una gestión desde determinado lugar, convengamos que ha sido –más allá de capacidades y oportunidades-, precisamente porque han privilegiado esa dedicación absoluta que la gente reclama de concejales, diputados, senadores y funcionarios. Una de las formas de mostrar falencias en las gestiones es no generar los recambios necesarios para suplir el desgaste o las incapacidades de algunos miembros de esa gestión.

 

La política que me enseñó mi viejo...

El triunfo y la derrota no son más que eventualidades contingentes en el acontecer de las contiendas electorales. Lo que importa es la trascendencia en el tiempo y espacio de las doctrinas y postulados sustanciales de la agrupación política.

Los hombres que las encarnen en cada instancia histórica serán tan representativos de la voluntad popular y de los intereses de la Nación como sean su capacidad de imaginación, de conducta y renunciamiento.

Imaginación, para adelantarse a los acontecimientos y no dejarse manejar por los hechos consumados.

Imaginación, para penetrar en los designios de las personas, en las entrañas de los hechos sociales, en las finalidades de los grupos de poder, y para, en fin, no dejar de tener en cuenta que los imprevistos suelen torcer o enderezar los sucesos.

Conducta, para mantener su integridad a lo largo de toda su trayectoria política.

Conducta, para que los ciudadanos que integran el pueblo, sustrato de la Nación, que por sí solos individualmente constituyen una cifra en las estadísticas, encuentren en el político una bandera que los represente e identifique entre sí, para ungirlo abanderado de su causa.

Conducta, para no defraudarse ni defraudar a quienes hayan depositado en él su esperanza y su fe.

Renunciamiento, para estar siempre dispuesto a desprenderse de aspiraciones personales y de finalidades positivas.

Renunciamiento, para elegir la grandeza antes que el poder, la adversidad y el ostracismo antes que el encumbramiento fácil y la victoria comprometida.

Diego B. Rositto.

 

 

Nobleza obliga

Habiendo tomado estado público y luego de haber sido tratado en la última sesión del H. Concejo Deliberante el supuesto caso de incompatibilidad de funciones de la reciente designada Secretaria del cuerpo deliberativo, Carolina Di Nápoli; y debido al tenor de la presente nota periodística, dejo expresamente aclarado que la misma no pretende hacer ningún tipo de alusión directa o indirectamente a esa circunstancia en particular. Por el contrario, y basado en la información que poseo, la funcionaria en cuestión habría adoptado todos los pasos legales que imponen las normativas que regulan la incompatibilidad de sus funciones, por lo tanto su accionar no se enmarca en lo más mínimo en el espíritu de la presente nota de opinión.  

 

Comentarios

2/2/2018 | 13:16
#164795
Representación de la voluntad popular, conducta para no defraudar, renunciamiento, ética, dedicación exclusiva en el cargo para cumplir con la sociedad.... Por lo que se ve a diario :UNA UTOPÍA...EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS...IGUAL QUE EN INGLATERRA :UN LEGISLADOR RENUNCIÓ A SU CARGO POR QUE POR ERROR LLEGÓ 2 MINUTOS DESPUÉS A UNA SESIÓN Y NO PUDO DAR UNA RESPUESTA A UN INTERLOCUTOR QUE LO ESTABA ESPERANDO. MUCHO POR CRECER COMO SOCIEDAD...
28/1/2018 | 18:35
#164794
LUIS cuando los funcionarios tenian dudosa o muy mala reputacion y cambiaban de un lugar a otro o no asumian sus bancas o incluso mas, intendentes q renunciaron habiendo sido elegidos por sus vecino, no te notamos tan preocupado. No quisieramos creer que la critica depende de la pauta. Abrazo
15/1/2018 | 12:10
#164793
Un K que repente habla de ética...huelgan los comentarios.