Indiferencia, militancia o rebeldía

Los sistemas de convivencia humana son muy simples. La forma en que todos juntos avanzamos en la vida depende de la confianza que nos tengamos. Yo confío en que ABSA no va a poner cianuro en la red de agua, el parquero no va a instalar una cámara secreta para espiar a mi familia, o el fabricante del alimento balanceado para mi gata haya cuidado el producto para no contaminarlo. Con esa matriz de confianzas escalonadas vamos caminando por la vida. Cada cual “le promete al otro” que va a dar un servicio de calidad y todos confiamos en que así será. Entonces sólo nos dedicamos a trabajar, a estudiar, a hacer algún deporte y a crear y recrear la cultura.

Si las instituciones de la Democracia: poder ejecutivo, legislativo y judicial, se desempeñan cuidándonos como comunidad en general y en los casos particulares, uno siente que este sistema de gobierno vale realmente la pena. Todos nos movemos con el orgullo de sentir unos representantes que están permanentemente pensando en cómo cumplir sus promesas de campaña que eran tan lindas y esperanzadoras…

Pero ¿qué pasa si un gobierno hace lo contrario? ¿Qué pasa si un gobierno no sólo no cumple sus promesas sino que se ensaña con los más humildes? ¿Debemos seguir caminando por la vida como si nada? ¿Debemos seguir indiferentes y esperar otros dos años que el pueblo se exprese en las urnas para detener la mentira perpetrada?

La indiferencia y la tranquilidad social que reina en las épocas en donde uno tiene la confianza en que “el sistema” funciona cuidándonos y preservándonos de los males del presente y del futuro, debe cambiar a “modo militancia”. Pero ¿es suficiente pasar al modo militancia para detener la traición al pueblo? ¿Marchando “civilizadamente” en las plazas se para la quita de cien mil millones de pesos a los jubilados? ¿Cantando canciones viscerales, logramos detener a una banda de forajidos que endeudó a nuestros tataranietos en ciento cincuenta mil millones de dólares con la nueva deuda externa tomada en sólo dos años de gobierno? ¿Portando pancartas ásperas paramos la reforma laboral que llevará impunemente las edades jubilatorias hacia adelante para que el sistema previsional tenga muchísimo más superávit y poder así manotear fondos? ¿Es suficiente la militancia en las redes en donde con mil ironías escupimos la bronca de que lo único que funciona en este país, como herramienta productiva, es la bicicleta financiera que permite la fuga de dólares más extraordinaria desde la dictadura hasta acá?

¿Mantenemos la paz y la cordura en “aras de la civilidad y la Democracia”? ¿Cuándo debemos “sacarle la chaveta” a nuestras quietudes sociales y estallar para contestar al atropello?

Te juro que trato todos los días de confiar en el sistema. Te juro que miro hacia atrás y pienso en los miles y millones de argentinos que vivieron y sufrieron la violencia como forma de gobierno y trato de tranquilizarme. Pero me cuesta mucho. Los grandes medios de comunicación son tan serviles al poder económico, los jueces tan funcionales al poder formal de turno, los gobernadores tan fáciles de extorsionar con una chequera, que me cuesta creer que con tranquilidad vamos a poder detener el estropicio.

La Democracia sirve cuando los candidatos prometen “que nada te vamos a sacar de tu vida” “los abuelos son lo más importante de nuestro plan de gobierno” “las PyMES son el motor de la producción y vamos a trabajar en equipo fuertemente para cuidar el empleo” o “no venimos a sacarle el trabajo a nadie” y lo cumplen. La Democracia es fuerte y creíble cuando las plataformas de campaña (algo así como el contrato de confianza con el ciudadano) son cumplidas en el futuro. ¿Debemos, a pesar de las mentiras, mantener la calma de la indiferencia o el ardor funcional de la militancia? ¿Cuál es el límite para estallar en rebeldía social? ¿Está mal desestabilizar a un gobierno que lleva la nafta a 25 pesos y aumenta los servicios por las nubes en dos años y lastima la subsistencia de millones de familias vulnerables? ¿Cuándo mierda perdemos los buenos modales? ¿Cuándo el desempleo llegue al 15%? ¿Al 20%? A los radicales cómplices del genocidio les pregunto: ¿Cuántas PyMES deben desaparecer antes de acusarlos de traidores al bien común? ¿Cuándo el deterioro social (totalmente disimulado por los grandes medios plagados de negocios concedidos por el gobierno) debe sacarnos de la modorra o de la pancartita para pasar a una fase más soberana?

Uffff, te juro que soy un pacifista a ultranza, pero creo que la paz es buena cuando también hay paz del otro lado. Los que empezaron la violencia fueron los que descontrolaron nuestras alegrías sociales, los que enfriaron nuestro sistema lastimando nuestra vida cotidiana, por ejemplo, bajándole el haber a nuestros jubilados. Eso es mentir respecto a la campaña de gobierno y meterse con los más débiles…

¿Viene la navidad? Ok, deseo paz para todos. Pero de arriba para abajo y de abajo para arriba. “Cuando la tiranía es ley, la rebelión es un derecho” tengo que decirlo, mi viejo parece que tenía razón.

Seguimos resistiendo.-