Por Luis Ernesto Rositto
Uy! Nos rompieron el orto!!
Más allá de las sesudas y oficiosas explicaciones que los funcionarios han dado a periodistas de todos los medios y hasta a algún comerciante exaltado con motivo de la facturación que aceleró las latidos de los habitantes de muchísimos hogares y comercios de la ciudad y del país, con una intensidad proporcional a los -en algunos casos- miles de pesos de aumento con que recibieron sus boletas para pagar los compromisos que surgen del consumo de energía eléctrica, se ha instalado en la sociedad una sensación que sobrepasa las mejores intenciones de aclarar que puedan disponer los referentes del gobierno y de las empresas prestadoras de servicios esenciales como luz, agua y gas, y es precisamente, que nos estamos sintiendo violados -literalmente hablando- por el monto a pagar de las facturas.
Se ha explicado, no se sabe si con motivo de tranquilizar a los usuarios o de sumirlos en una sensación de pavura y recogimiento, de que esta facturación no es definitiva, los aumentos vendrán después, con la próxima o aún un poco más adelante. Como para quedarse tranquilo.
Lo triste es que sumamos a nuestra vocación de engañados consuetudinarios, la de apaleados económicamente, por un gobierno ávido de resarcir faltantes de caja, que, como viene la cosa, deberemos poner de nuestros escuálidos bolsillos. Lo cual no me parece una buena idea, por más explicaciones y justificaciones que nos brinden. Ningún fin justifica los medios, menos si estos atentan directamente contra la ¿economía? del pueblo, del hombre de pata en el suelo.
Aquel que ha sufrido cíclicamente las distintas aristocracias que, a lo largo de nuestra historia dejaron su impronta de insensibilidad en pos de la grandeza de una Argentina –la de ellos- que terminaba en los límites de sus campos –aristocracia vacuna- o en la aristocracia del dinero –en las tristes épocas de Martínez de Hoz a la luz de las financieras y los bancos- y algunas otras que no es necesario nombrar. Pero siempre poniendo sus convicciones de salvadores del país y su gente por sobre la emoción de esa misma gente que los sufrió estoicamente.
Por eso soy un convencido que de que más allá de definiciones intelectuales de izquierda, derecho y centro, debemos usar la vieja definición de Yrigoyen, pueblo y oligarquía para ver un poco más claro lo que nos está pasando.
Al respecto se han esgrimido cientos de argumentos a favor de estos devastadores ajustes, por lo general de la boca de distinguidos tecnócratas que pretenden imponer una lógica basada en la necesidad y urgencia de recomponer la economía nacional. Estos tipos no deberían olvidar que la lógica es buena para razonar, pero mala para vivir. Sobre todo y en cuanto los aumentos no perdonan a ningún sector de la sociedad, pero sus efectos desgarran la supervivencia de los hogares de los desposeídos, de los más humildes, de los humildes, de los medios y vastos sectores de pequeños y medianos comercios a los que dejan al borde del suicidio.
Seguramente, a alguien –y lo comprendo- le caerá mal el título de esta nota. Pero está basada en un segmento del programa de mi admirado Peter Capusoto y el que lo haya visto verá que es la sensación exacta con que recibimos esta andanada tarifaria. Por lo demás también me pareció válido ofrecer la definición de la palabra orto, para algún distraído que no entienda la significación de las sensaciones que despiertan en la gente estos tarifazos…
Orto: Vulgar de Culo, Ano. Proviene del griego, ????-, recto.
Sinónimos :
Culo, cola, trasero
Algunas definiciones:
1. la cola o trasero de una persona
2. tener suerte
3. algo desagradable