Por Luis Ernesto Rositto
Off shore... off course... off side…
Más allá de que la evasión de impuestos está en el ADN de muchísimos argentinos, el tema de las cuentas off shore del presidente Macri en Panamá, lo coloca en una situación bastante delicada, sobre todo, si tenemos en cuenta su investidura y últimamente su discurso. Aún suponiendo que el origen de los fondos de esas cuentas sea legítimo, por el mismo tema, en otros países, ya han rodado cabezas de funcionarios con altos cargos. En la numerosa lista manejada por el consorcio periodístico figuran nombres de políticos famosos como David Cameron, primer ministro de Inglaterra, el presidente de Francia François Hollande y el de Rusia , Vladimir Putin, aunque éste por interpósita persona. El diario The New York Times consideró que el caso del presidente argentino Mauricio Macri representa una de las "acusaciones más graves” reveladas por la investigación denominada Panamá Papers. El artículo del diario estadounidense resaltó que tanto el mandatario argentino como otros altos líderes políticos usaron los paraísos fiscales para "proteger su vasta riqueza”. El eco argentino del megaescándalo internacional también fue cubierto por otros medios de diferentes países.
De ahí el título de esta nota de opinión, las cuentas off shore (costa afuera) dejan Macri, off course (por supuesto) en claro off side (posición fuera de juego). Más allá de cualquier explicación legal que se le encuentre a la cuestión.
• En otro orden de cosas…
Para colmo de males la situación del país, de la mano de los despidos, la alta inflación, los tarifazos y, por si eso fuera poco, las inundaciones que tiñen de dolor e impotencia a un vasto sector de argentinos, tampoco es auspiciosa.
Aquí me detengo para coincidir con Leonardo Boff, un ex cura tercermendista, expulsado de la iglesia, a quien leo con frecuencia, con una visión de lo que está sucediendo en su Brasil, que podemos aplicar sin temor a equivocarnos para la situación por la que atravesamos los argentinos; Boff sostiene que:
La exaltación de los ánimos en los partidos y en la sociedad nos dificulta discernir lo que está efectivamente en juego: ¿qué país queremos? ¿Un país justo o un país rico? Lógicamente lo ideal sería tener un país justo y simultáneamente rico. Pero los caminos que escogemos para este propósito son diferentes. Unos lo impiden, otros lo hacen posible.
Si queremos que sea justo debemos optar por el camino de la democracia republicana, es decir, poner el bien general de todos por encima del bien particular. La consecuencia es que habrá más políticas sociales que atiendan a los más vulnerables, disminuyendo así nuestra perversa desigualdad social. En otras palabras, habrá más justicia social, más participación en los bienes disponibles y con eso una disminución de la violencia.
Si queremos un país rico optamos por la democracia liberal (que guarda rasgos de su origen burgués) dentro del modo de producción capitalista o neoliberal. El neoliberalismo pone el bien privado por encima del bien común. En función de eso, prefiere inversiones en grandes proyectos y dar facilidades a las industrias para que sean eficientes y consigan conquistar consumidores para sus productos. Los pobres no están del todo olvidados, pero solo reciben políticas pobres.
El
economistaThomas Piketty en su libro La economía de las desigualdades deja en
claro que las desigualdades son injusticias sociales, pues la riqueza se hace
generando pobreza: impone recortes salariales, ajustes económicos que
perjudican las políticas sociales y laborales y dificulta la ascensión de las
clases del piso de abajo. Predomina la competencia y no la solidaridad. El
gobierno optó por la macroeconomía neoliberal. Ya conocemos esta fórmula. Es
cruel para los pobres y perjudicial para los trabajadores, pues favorece la
acumulación y así las desigualdades sociales. El capitalismo es bueno para los
capitalistas, pero malo para la mayoría de la población. La riqueza no puede
hacerse a costa de la pobreza y de la injusticia social.
En el siglo pasado, Diego Rositto, mi viejo, solía decir: "El capitalismo
pertenece al siglo pasado" y trataba de difundir el cooperativismo como
salida al futuro. Pero esa es otra historia.
Los tiempos de la gente no son los mismos del gobierno, y yo también entiendo que la centralidad será superar la vergonzosa desigualdad social, la pobreza y la miseria mediante políticas sociales con acento en la salud y en la educación en el largo plazo. Pero urge tomar otro tipo de medidas, aunque más no sea para volver a meterse en el partido…
DESCONFÍO
Desconfío de las minas
que se ocupan de su cuerpo solamente;
aunque me torturen
los ratones irremediablemente.
Desconfío del amigo
que es amigo de sí mismo;
del poeta que es mejor que su poesía;
de los jueces y la maldita policía.
Desconfío del tipo serio y preocupado;
del periodista que sabe
y que se entonga; del usurero
y de algunos abogados.
Desconfío del mediocre y el tilingo;
de los políticos,
que matan la ilusión y la esperanza,
para que unos pocos canten ¡bingo!
Desconfío de los que viven abrochados a la vida
con el peligroso anzuelo del dinero;
de los que apagan la nostalgia
para que tenga luces su mentira.
Desconfío del que habla mucho y nada dice,
del que habla del amor y nada sabe;
del que quiere por querer y se desdice.
Desconfío del que trucha los sueños de la gente;
del que odia, el que envidia,
el que salpica de mierda la utopía de vivir y nada siente.
Luis E. Rositto