¡¡Alí boma ye!!

Por Luis E. Rositto
lunes, 3 de noviembre de 2014 · 00:00

El 30 de octubre se cumplieron 40 años de aquella legendaria pelea de 1974, que tuvo lugar en Kinsahsa, Zaire, la verdadera pelea del siglo XX (*), no superada todavía, a pesar de toda la parafernalia y los millones que hoy se ponen en juego. Cuarenta mil espectadores apasionados gritaron ¡¡Alí boma ye!! ¡Alí boma ye!! Cuando el gran Mohamad Alí derrumbó al -hasta ese momento invencible- George Foreman. "Alí boma ye" que significa "¡Alí mátalo!" era el grito extasiado de miles de africanos que vieron como Muhamad Alí, después de recibir golpes durante ocho asaltos, de pronto asombró al planeta concretando su plan oculto... conectando un certero derechazo en la mandíbula de un temido, grandioso, poderoso y hasta entonces indestructible campeón mundial... George Foreman.

"Alí se había negado unos años antes a combatir en la guerra de Vietnam "¿por qué debo ir a matar a esa gente...? ellos nunca me han llamado negro", dijo. Lo que le valió una condena judicial y la suspensión de su licencia de boxeador durante varios años. El ciudadano africano entendió esto como un acto de valentía y consecuencia con los países del tercer mundo y, desde el momento en que el campeón pisó suelo africano, lo recibieron como un verdadero mesías... un redentor de los derechos del hombre negro. ¡Y lo era! No dejaba pasar entrevista en donde no se refiriera a la naturaleza pura de la raza negra en el continente africano, él se sentía parte orgullosa y redentora de sus hermanos negros oprimidos durante tanto tiempo "África es mi hogar... maldita América y sus ideas, hace 400 años fuí un esclavo y ahora vuelvo a mi casa a luchar junto a mis hermanos". En cambio Foreman, a pesar de ser negro, fue visto como el símbolo del occidental norteamericano opresor, de hecho, en Zaire pensaban que era blanco".

Las grandes diferencias entre los seres humanos, dejando de lado las cosas materiales, -por más difícil que resulte en esta época en que vivimos-, están dadas por el grado de pasión que pongan en sus acciones. Alí y Foreman eran negros. La diferencia estuvo en la pasión con que cada uno de ellos subió al ring. A pesar de que Alí había comenzado a ganar esa pelea mucho antes, cuando comenzó a compartir con los habitantes de Zaire la emoción de sentirse iguales, la pasión por cambiar la historia. 

De nada sirve que sepamos de memoria que, en la vida, nuestros logros -casi todos- tienen que ver con la pasión. Con poner todo lo que tenemos por conseguir, mantener o cambiar algo. El diccionario -lugar indicado para tener un punto de partida-, nos dice sobre  la palabra "pasión": Perturbación o afecto desordenado del ánimo. // Inclinación o preferencia muy vivas.//Aficción vehemente a una cosa o idea.

Así que, pongamos pasión, amig@s, pasión para defender la alegría, para pelear por nuestra felicidad, pongamoslo todo, que esa es la primer causa de nuestros desvelos, la que nos dará la fuerza para mirar a los demás a los ojos, para vibrar con ellos, para ayudar, para salir de nosotros mismos y ver que, a nuestro lado, siempre hay alguien que nos necesita.

Si viviéramos con pasión encontraríamos la manera de que nuestros actos, por más pequeños y cotidianos que parezcan, tengan ese sentido que los hace dignos de ser contados. La pasión nos lleva a elegir y, como en el juego de verdad o consecuencia, nos obliga a ser coherentes con ella o pagar las consecuencias.

Por eso, que no te hagan creer que la vida es para unos pocos elegidos.

¡Al diablo con eso! Necesitas 3 minutos para bailar un buen tango.

Menos de un minuto para disfrutar un buen beso.

Si te esfuerzas, te bastarán diez o quince minutos para lograr un buen orgasmo.

Para todo lo demás... existe la pasión... para que puedas entender definitivamente que el agua vale más que el oro... para que no te olvides de Julio López... para que no te olvides de Estela Mena.

 

 

(*) Esta pelea es uno de los hitos más importantes en la historia del deporte mundial, está plasmada en el imperdible documental ganador del Oscar, "Cuando eramos reyes" dirigido por León Gast. Veanlo.

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