Reflexiones

La bala entre el público

Por Lucas Cortiana
domingo, 14 de septiembre de 2025 · 08:00

I

El asesinato de Charlie Kirk no es un hecho aislado, sino un episodio que prolonga una tradición oscura en la política norteamericana. El presente es, en efecto, una época tanto o más violenta en el contexto sociopolítico de Estados Unidos, como la vivida durante las protestas por la guerra de Vietnam o el movimiento por los derechos civiles que incluyó el discurso “I have a dream” en las escalinatas del Monumento a Lincoln. La bala que alcanzó a Kirk este miércoles en un campus universitario en Utah parece resonar con los ecos antiguos de los ’60 y ’70 (las detonaciones en Dallas que abatieron a John F. Kennedy, el estruendo en Memphis que derribó a Martin Luther King, la ráfaga que en Harlem arrebató a Malcolm X) aunque episodios más cercanos no exigen apremiar tanto a la memoria: el asesinato de la legisladora estatal demócrata Melissa Hortman, el asesinato de Brian Thompson en pleno Manhattan, la bala que rozó la oreja del mismísimo Trump en un escenario en Pensilvania. ¿Por qué la política estadounidense ha estado siempre tan cerca de las armas? ¿Por qué los liderazgos que movilizan pasiones terminan, tantas veces, enfrentando la violencia más extrema?

Kirk había construido una voz potente dentro de la derecha contemporánea. Su postura no pasaba desapercibida; generaba fanatismos por partida doble, de favor o de rechazo, articulando discursos de temas sensibles y polémicos como el aborto y la portación de armas, y opiniones fuertes sobre el conflicto israelí-palestino. Claro, una participación tan enérgica lo convertía en algo más que un activista: para algunos, era un guardián de los valores tradicionales norteamericanos y para otros, un promotor del odio. En cualquier caso, un símbolo. Y los símbolos, en Estados Unidos, suelen convertirse en blancos. ¿Qué significa que en una democracia avanzada se perpetúe el ritual de silenciar a los adversarios con pólvora? ¿No habla esto de una incapacidad de sostener el disenso dentro de los márgenes de la palabra? Por este curso, ¿cuánto más faltará para que los comportamientos civilizados sean sólo una excepción?

II

Tan perturbador como increíble fue el fenómeno que invadió los escaparates virtuales de Amazon. Un día antes del crimen apareció un libro que prometía “Un examen en profundidad de los eventos que rodean el tiroteo fatal del activista conservador Charlie Kirk en Utah Valley University”. Titulado The Shooting of Charlie Kirk, pretendía contener relatos que narraban la tragedia y “testimonios de primera mano” así como una convicción profética de las “implicaciones sociales”. En este nuevo siglo de creencias conspiranoicas extendidas —a veces, con razón—, que alguien hubiera podido adelantarse a la escena planteó escenarios de operación encubierta, de orquestación cínica o de un error técnico de la IA generando contenido de forma automatizada. O quizás sea apenas la demostración de que ya no distinguimos entre futuro y presente, entre hecho y ficción. Si es así, pronto no quedarán historias a las que no se les reproche su veracidad historiográfica. O tal vez a nadie ya le importe.

III

La confusión entre ficción y realidad no sólo invadió el terreno editorial. El día anterior a los sucesos de Utah estuvo marcado por un guiño cuidadosamente calculado cuando Donald Trump salió a almorzar en Washington, rodeado de cámaras y asesores, como símbolo de que los niveles de violencia en las calles habían descendido. La escena fue presentada como una muestra de normalidad (la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informó, con una mezcla de frivolidad y exitosa culminación de un plan familiar, que el presidente había comido cangrejo, camarones, ensalada, carne y postre), un presidente comiendo en público sin sobresaltos. Pero el asesinato de Kirk al día siguiente devolvió a la realidad con crudeza y con una violencia impredecible. La contradicción es evidente en tanto se exhibe seguridad desde el poder, mientras las estadísticas suman otra víctima política: las efemérides separarán los dos hechos sólo por veinticuatro horas.

IV

Al mirar hacia atrás, aún en los antagonismos, hay comparaciones inevitables. Kennedy representaba la juventud luminosa de la política y el optimismo del cambio social; King, la fuerza moral de la igualdad; Malcolm X, la radicalidad de la resistencia; Kirk, en su propio tiempo y bajo sus propios términos, encarnaba una derecha en expansión, dispuesta a disputar la hegemonía cultural. En todos los casos, la respuesta fue el disparo. La cultura política de un país que se enorgullece de la libertad de expresión, pero repite la misma escena una y otra vez, deja mucho que desear. Como si la violencia se hubiese vuelto una especie de lengua secreta, un código trágico que atraviesa generaciones.

Sin embargo, lo que permanece, más allá de la cronología de los hechos, es una sensación de precariedad, de que cualquier palabra pública puede convertirse en objetivo de los fundamentalistas y cualquier líder en mártir improvisado. La política, en su definición más dura y enciclopédica, debería abarcar más que la “doctrina referente al gobierno de los Estados” o a la persuasión o estrategia; deberá incluir el riesgo. Y ese riesgo, cuando se instala en el corazón de la democracia, deja más preguntas que certezas. Pocas teorías podrán responder cómo sostener la confianza en un sistema donde hablar en público equivale, cada vez más, a desafiar a la muerte.

Comentarios

14/9/2025 | 22:12
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En resumen y para no ser denso en los motivos de tus preguntas, es por que vivir en libertad es peligroso, algo que aca hace mucho tiempo nos convencieron que es malo, y que lo bueno es la seguridad, de esa manera hoy nos encontramos encerrados detras de rejas multiples con alarmas y camaras mientras aquellos protegidos de siempre siguen delinquiendo. No trates de entender algo que pasa en tierras lejanas de cultura distinta, Lo que si provoca vivir en libertad es tomar ciertos riesgos que la gran mayoria de la ciudadania de aca jamas los tomaria. El mundo nunca fue, no es ni sera un lugar limpio, seguro, justo y saludable pero aquellos como Kirk que salieron a ejercitar sus libertades lo sabian, sin embargo nunca les temblo el pulso a la hora de enfrentar los valores contrarios a los suyos.