Reflexiones

Contra la superchería

Por Lucas Cortiana
domingo, 27 de julio de 2025 · 08:00

I

No creo en la suerte.

Sin embargo, en la cultura popular y en la clandestinidad, hay supersticiones que sobreviven, algunas con gracia y otras con vergüenza. A algunas se las pronuncia en voz baja, en el murmullo de un vestuario o en los despachos políticos o en la trastienda de los teatros y otras se muestran a plena luz del día en camisetas y dedos cruzados. En el fútbol argentino, por ejemplo, existe toda una liturgia de gestos, cábalas y maldiciones que iguala en complejidad a cualquier sistema teológico. Dentro de ese panteón argentino hay figuras que encarnan la desgracia como si fueran personajes de una mitología inversa. Carlos Menem, por caso, ocupa uno de los altares más oscuros. La leyenda dice que cada vez que aparecía en el palco de River, el equipo perdía. También pasó en el debut de la selección frente a Camerún en Italia ’90. Así, pronto comenzó el run run: “Menem es mufa”, y la gente empezó a esquivarlo como a un leproso.

II

Hace dos días, se cumplieron 30 años del fallecimiento de Osvaldo Pugliese. El pianista-genio del tango, es la cara inversa del político riojano: según el mito, previo a un recital de Charly García, el sonido no funcionaba bien hasta que un miembro del equipo hizo una prueba con un disco de Pugliese y el problema se solucionó. Como suele suceder en el campo de lo místico, la casualidad fue interpretada como mágica y así Pugliese se convirtió en amuleto. Al día de hoy, en los camarines del Teatro Colón, en festivales de tango, incluso en recitales de punk o de cumbia, antes de salir al escenario los músicos lo invocan tres veces.

Se dice que era un hombre justo, militante del Partido Comunista Argentino y un impulsor del Sindicato Argentino de Músicos, donde luchó por los derechos laborales de los artistas. Quizás eso también haya contribuido a que se convirtiera en un “santo patrono”; aunque en la extraña lógica argentina, lo bueno por bueno, lo malo por virtuoso, lo feo por incomprendido, o sea cualquier cosa, puede ser canonizada.

III

El lenguaje acompaña estos desvaríos. Cuando alguien dice que alguien más es “mufa” lo hace con una seriedad ritual, de verdad irrefutable. El origen parece venir del lunfardo, y este a su vez del italiano muffa, que significa moho. La mufa sería entonces una especie de pudrición invisible, una humedad del alma. “Yeta”, en cambio, viene del dialecto napolitano jettatura y designa directamente al maleficio, al mal de ojo. La yeta tiene una connotación más activa y agresiva que la mufa. En el tango “Preparate pa’l domingo”, Gardel canta que si un buen amigo pasa una data confiable de un caballo ganador, la yeta pueda cambiar a buena fortuna, es decir, la recurrencia del azar, a diestra y siniestra: “Preparáte pa'l domingo si querés cortar tu yeta; / tengo una rumbiada papa que pagará gran sport. / Me asegura mi datero que lo corre un buen muñeca / y que paga, por lo menos, treinta y siete a ganador”.

IV

Lo curioso es que el vocablo “Menem” tenía la estructura de un número afortunado. El capicúa. Es probable que los supersticiosos (o los que lo votaron) hayan creído que Carlos Saúl tendría un destino armónico. Pero para Menem, el capicúa no fue símbolo de fortuna, sino al menos una triste ironía. Privatizaciones, indultos, la trágica muerte de un hijo y atentados. Su presidencia fue un bucle cerrado sobre sí mismo, pero sin la simétrica suerte que se suponía.

V

En 1973, Pescado Rabioso publica Artaud. El cuarto track del álbum se tituló “Superchería”, una canción que, en la hermética poética de Spinetta, sugiere que los dogmas religiosos, creencias o cábalas pueden ser obstáculos en el crecimiento emocional de una persona. Sin embargo, quizás forzadamente, la letra contiene algo del palíndromo “Menem” y de aquel tango burrero que no habla de carreras de caballos sino de amistad. “Lo mismo da / Morir y amar” es casi una cinta de Moebius, un uróboros, una forma de cara y seca menemista de futuro trágico. Un pesimismo que parece revertirse en los versos “cuando te das cuenta que es tu / Amigo quien / Te da la mano / Entonces para vos ya no existe el miedo” que remite al amigo que sabe a qué caballo hay que apostar.

Spinetta parece intuir que las supersticiones se combaten con la belleza de la música y la lealtad.

VI

Yo que no creo en el azar, asisto pasmado al consenso cada vez más grande de que el mundo está sostenido por pequeños gestos incomprobables. En especial porque hay algo profundamente argentino en esta tensión entre el descreimiento y el conjuro. Aquí se descree de todo: discursos políticos, medios periodísticos, opiniones en redes, viejas fórmulas, nuevas promesas. Decimos “Menem lo hizo” con sorna, pero tememos a lo intangible. Debajo de los comentarios chistosos, de los nerviosismos de un partido, de la prueba escrita en la escuela, palpita todo tipo de supersticiones. Supersticiones que hablan su propio idioma, al final, otro tipo de argentinidad hecha con presidentes que no deben ser nombrados y tangos de puro lunfardo.

Comentarios

27/7/2025 | 10:58
#0
Me encantó, tampoco creo en nada de todo eso. Folclore, ignorancia o quizás no saber explicarse muchas cosas.