Opinión

El Eternauta, de la historieta a la pantalla la distopía que sigue hablándonos

Por Armando Eugenio Zandanel
domingo, 8 de junio de 2025 · 07:59

La ciencia ayuda a comprender todo lo que nos rodea, a explicarlo, a que la gente pueda prepararse para lidiar con todo tipo de problemas, como por ejemplo el cambio climático, las anomalías magnéticas, el “agujero” en la capa de ozono, las tormentas solares, el impacto de un asteroide, y sus consecuencias. Por eso es importante para un país (y para la civilización humana) la investigación científica y tecnológica, así también que la gente esté informada sobre qué hacen los científicos, y por qué lo hacen.

Tanto en su versión original de historieta como en la reciente serie de Netflix, sus narrativas se basan sobre un enfoque realista y científico dentro del género de la ciencia ficción, utilizando conceptos y métodos científicos para explicar fenómenos extraordinarios y anclar la trama en un marco de credibilidad y asombro.

En la novela gráfica El Eternauta, mientras se juega la partida de truco, la radio anuncia que los Estados Unidos han continuado haciendo ensayos atómicos. Un accidente acaba de revelarlo: el estallido de una bomba atómica de nuevo tipo. Desplazada por el viento, avanza con gran velocidad hacia el sudoeste. Claramente refiere a una posible lluvia radiactiva. En la serie, a poco de comenzar aparece una imponente aurora austral vista desde Buenos Aires, algo también posible ante la reducción de la protección natural del planeta, durante una tormenta solar. Su color verde (el de la aurora austral) se debe a la interacción de partículas cargadas del viento solar con los átomos de oxígeno en la atmósfera terrestre.

Uno de los rasgos más notables es que los personajes, especialmente las intervenciones del Tano Favalli, recurren al uso del método científico, esa prolífica caja de herramientas que nos brinda la ciencia, para enfrentar lo inexplicable.

La hipótesis principal de la situación apocalíptica es un fallo en el campo magnético terrestre. La desaparición o debilitamiento del campo genera la interrupción brusca de los cinturones de radiación conocidos como los cinturones de Van Allen, que protegen al planeta de las partículas cargadas del viento solar. La consecuencia de este colapso es la caída de partículas ionizantes en forma de una "nieve tóxica", que causa estragos tanto en el ambiente como en la tecnología moderna. La ficción le da inmediatez a los efectos de este tipo de radiaciones que pueden causar quemaduras en la piel, daños internos al respirar, cáncer e incluso modificar el ADN, todo con la muerte como final a largo plazo.

La inversión de los polos magnéticos es un fenómeno real que ha ocurrido varias veces en la historia geológica de la Tierra. Nuestro planeta tiene un núcleo interno, que es sólido debido a la enorme presión y uno externo, compuesto de hierro y níquel líquidos, en el que la temperatura ronda los 6700ºC. La rotación del planeta y las corrientes de convección producen los movimientos dentro del núcleo externo, generando el efecto dínamo que origina el campo magnético terrestre.

La magnetosfera es la región del espacio alrededor de la Tierra dominada por su campo magnético. Actúa como un escudo protector contra el viento solar y otras partículas cargadas provenientes del espacio.

Dentro de la magnetosfera se encuentran los cinturones de Van Allen, que son dos zonas donde se concentran partículas de alta energía atrapadas por el campo magnético terrestre (electrones, protones y partículas alfa (núcleos de helio). El sistema dinámico de protección puede debilitarse durante una inversión de los polos magnéticos, o desaparecer si nuestro planeta se queda sin campo magnético (como pasó con Marte). Ninguno de estos fenómenos ocurre en forma brusca como propone la ficción de la serie, pero podrían ocurrir.

La narrativa llama la atención acerca de la fragilidad de la tecnología y del planeta en que vivimos. Hay cambios climáticos provocados por el hombre y cambios en el clima que resultan de fenómenos naturales que suceden en decenas o centenas de miles de años.

La magnetosfera y los cinturones de Van Allen se convierte en una metáfora de cómo las estructuras que creemos sólidas (tanto científicas como sociales) pueden fallar.

La invasión extraterrestre no es sólo un recurso de entretenimiento, sino una metáfora poderosa sobre la opresión, la resistencia colectiva y la lucha por la supervivencia en un mundo hostil. Una vez más reivindicando que nadie se salva solo.

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